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Los Indígenas Yudjá-Juruna del Xingú, guardianes de las Taricayas, hoy comparten con estas más-que-humanas un futuro incierto en una Vuelta Grande que está en colapso

La soltura de las Taricayas, parte de una iniciativa de preservación de la especie en la Vuelta Grande, involucra a todas las Aldeas de la Tierra Indígena Paquiçamba

Un día antes de la acción de rescate, Manadewa Juruna, el bebé más pequeño de la Aldea Miratu, en la Tierra Indígena Paquiçamba, cumplió 1 mes de vida. Participó en el rescate de las bebitas de caparazón con sus ojitos todavía cerrados, cuidado por muchos, pasando de mano en mano, como ocurrió con las Taricayas. El deseo de su bisabuelo, Agostinho Juruna, de 73 años, el anciano de la comunidad, es que Manadewa pueda reencontrarse con estas Taricayas cuando ya esté corriendo sobre sus propios pies en las abrasadoras playas de la Vuelta Grande del Xingú.

El reencuentro, sin embargo, es incierto.

La sequía permanente impuesta por Belo Monte deja a las Taricayas hambrientas y expuestas a la pesca depredadora los 12 meses del año. En 2024, se vio agravada por el fenómeno climático extremo que afecta a toda la Amazonia. Con la desaparición de las ramas que alimentan a las madres y dan sombra a los huecos de los nidos, estas ponen menos huevos. Sin protección, se calientan más de lo debido, provocando la muerte de las bebés antes de que rompan el cascarón.

Para impedir la extinción de la especie, los Yudjá-Juruna dejaron de comer Taricayas, un platillo de su culinaria, y hace casi 10 años, desde que entró en funcionamiento la primera turbina en Belo Monte, empezaron a luchar por la conservación de la especie. El último 24 de octubre los adultos se unieron a los estudiantes Indígenas de la Escuela Municipal Ester Juruna para mostrarles la importancia de aliarse con las personas-Taricayas para garantizar el futuro de los dos pueblos. Al menos 40 bebés-Taricayas fueron arrojados al agua para iniciar un largo camino en su lucha por la vida. Los amorosos ojitos humanos los siguieron hasta que desaparecieron en el río.

En las manos de los niños de la Aldea Mïratu reposa la esperanza de un futuro de coexistencia y respeto para la Vuelta Grande del Xingú


Texto y vídeo: Soll
Edición: Eliane Brum
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al ingles: Diane Whitty y Sarah J. Johnson
Traducción al spañol: Julieta Sueldo Boedo
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