En los trazos de Ehuana Yaira Yanomami, de 38 años, los hombres se vuelven pequeños, como en el dibujo que ilustra este reportaje. Las mujeres son grandes y fuertes. Dominan la selva, se mueven como mujeres-hojas por caminos de selva espesa. Utilizan un machete para capturar los peces o las frutas que alimentarán sus hijos al final del día. En las imágenes, ellas son muchas. Todas son también Ehuana.
Nacida en Demini, una de las 350 aldeas de la Tierra Indígena Yanomami, la mayor área demarcada de Brasil, fue la primera mujer de su etnia que escribió un libro en su propia lengua: Yɨpɨmuwi thëã oni: Palabras escritas sobre menstruación. Organizado por ella y la antropóloga e indigenista Ana Maria Machado, en coautoría con una anciana que vivía en su aldea, narra el ritual de pasaje hacia la madurez y el nuevo cuerpo. Un registro etnográfico importante en un mundo en convulsión, en una cultura que corre el riesgo de desaparecer ante la invasión de no indígenas de su territorio. Los garimpeiros, mineros ilegales que han invadido ilegalmente la tierra indígena en busca de oro y contaminan ríos, deforestan la selva y destruyen cuerpos, todavía no han llegado a su aldea. Pero se acercan.
En agosto, Ehuana nos acompañó en algunas entrevistas que les hicimos a mujeres Yanomami sobre los impactos de la minería ilegal en su vida. Se alarmó, especialmente, con la historia de una pequeña joven de 18 años que medía menos de 1,20 metros y que vivía en un prostíbulo dentro de un campamento ilegal de garimpeiros, donde niñas Yanomami de 13 y 14 años intercambian sexo por arroz, galletas y fideos. En la legislación brasileña, mantener sexo con niños y adolescentes menores de 14 años se considera violación de vulnerable, aunque haya consentimiento.
Las niñas fueron atraídas por otro joven Yanomami, que recibió oro a cambio de sus cuerpos. El dibujo de la artista, aquí expuesto, muestra cómo a esta niña la agarra por los brazos un garimpeiro para bailar en una selva degradada, con botellas de cachaza tiradas en las márgenes de un río contaminado y una tierra revuelta.
Madre de tres niñas, de 5, 9 y 14 años, y de un niño de 19, a Ehuana le preocupa qué les pasará a sus hijos en un área donde ni siquiera la escuela – donde ella misma estudió en la década de 1990 y en la que dio clases como la primera profesora de su región-, existe. En 2023, llevará sus dibujos a exposiciones en Nueva York y Milán (ahora están en Lille, en Francia). Un mundo nuevo se abre con su talento, donde espera conseguir aliados para proteger a su pueblo. Pero Ehuana sabe que la primera línea de combate es la selva-mundo, donde ella y sus hermanas se enfrentan a los hombres pequeños.
Texto: Talita Bedinelli
Traducción: Meritxell Almarza
La artista Ehuana Yaira, en su casa-selva, en Demini, en la Tierra Indígena Yanomami.