Una mañana de principios de septiembre, jóvenes y niños Xavante de la Aldea Wederã, en la Tierra Indígena Pimentel Barbosa, al este de Mato Grosso, tuvieron que subirse corriendo a los tejados de sus casas. Eran cerca de las 10 de la mañana. Muchas madres estaban sentadas en la parte delantera de sus viviendas haciendo cestas y los niños y jóvenes estaban en la escuela local. Altas llamaradas que venían de la vegetación se acercaron de repente, lo que obligó a todos a buscar refugio. Con la ilusión de contener las llamas, muchos llenaron botellas PET con agua del arroyo. En vano. Un paredón de fuego y humo se esparció por la aldea, mientras los jóvenes y niños se subían a los tejados con las botellas todavía en las manos. Las madres, que no conseguían subir, gritaban desesperadas. Corrían el riesgo de ser todos quemados vivos.
“Ya sabíamos que el Cerrado [un bioma de sabana tropical característico de Brasil] se estaba quemando porque nos comunicamos con otras aldeas que ya habían sido afectadas, pero no sabíamos que el fuego llegaría a la nuestra de esta forma. Fue gracias a un cambio repentino en la dirección del viento, que llevó el fuego hacia otro lado, que estos parientes se salvaron”, le contó a SUMAÚMA la líder indígena Mara Barreto Sinhosewawe Xavante, habitante de Wederã, nombrada por su pueblo para denunciar la situación y buscar ayuda. “Pero esto no significa que estemos a salvo, por el contrario. Seguimos corriendo el riesgo de morir quemados, de hambre, sed o de diversas enfermedades que traen la sequía y el fuego”, complementa. Unos veinte días después de este episodio, el 30 de septiembre, Arthur Xavante, de 39 años, habitante de la aldea, falleció por complicaciones en los pulmones después de haber inhalado humo y hollín de las quemadas.
Los incendios que desde hace meses destruyen los biomas brasileños también están consumiendo la vida y la cultura de los A’uwe Xavante, un pueblo Indígena con una población superior a los 20 mil habitantes que se distribuyen a lo largo de nueve territorios Indígenas demarcados en el estado de Mato Grosso. Conocidos como el pueblo del fuego, que utilizan en sus rituales sagrados, los Xavante ahora se encuentran rodeados y amenazados por las llamaradas. Solo en el mes de septiembre, Mato Grosso registró 19.964 focos de incendios, casi la misma cantidad que ardió en todo el año 2023 (21.723), según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). Hasta el momento hay registro de fuego en al menos 38 de los 78 territorios Indígenas del estado. En total, hay 45 etnias Indígenas que viven en estas áreas y los Xavante son el grupo más numeroso. Voz incansable en la lucha por la preservación de su pueblo, Mara habló con SUMAÚMA a finales de septiembre sobre la situación extrema que amenaza vidas humanas y más-que-humanas en los territorios Xavante.
La líder Mara Xavante denuncia los peligros que enfrenta su gente. ‘Los incendios están fuera de control’. Foto: Sérgio Koei
Desde hace más de 60 días el fuego arde dentro y alrededor de diversos territorios Indígenas de Mato Grosso. ¿Cómo están tú y tus parientes?
No estamos bien. Estamos luchando para sobrevivir, pero cada día es más difícil. Gran parte de nuestro territorio está quemado, devastado. Los animales se están muriendo carbonizados. Como vivimos de la caza y la pesca, nos cuesta conseguir comida. Nuestros ríos se están secando, lo que hace difícil nuestra supervivencia. En nuestra aldea el arroyo está casi seco y estamos sin agua potable desde hace meses. Esta es una realidad en la nuestra y en varias otras aldeas de Mato Grosso. Además del riesgo del fuego, sufrimos con casos graves de disentería, deshidratación y mucha tos seca por el hollín y el agua que estamos consumiendo. Me da mucha rabia porque además del riesgo que corren nuestras vidas, el gobierno nos acusó de que estamos prendiendo fuego al territorio, aunque haya varios videos que muestran a criminales que no son Indígenas iniciando los incendios. Cobardemente nos echan la culpa a nosotros. Esto es una afrenta a nuestra dignidad, a nuestra moral y principalmente a nuestra historia. Nadie se da cuenta, pero la riqueza del Cerrado solo existe porque todavía estamos aquí.
Cuando hablas de acusaciones, ¿te refieres a la reciente entrevista a la Radio Bandeirantes en la que el gobernador del estado, Mauro Mendes (del partido União Brasil), afirmó que una de las causas que “representa un porcentaje razonable” de los incendios es el fuego que empezó en Tierras Indígenas? [El monitoreo del Inpe muestra que en el primer semestre de 2024 95% de los incendios en el Pantanal vinieron, en verdad, de áreas privadas, no de Tierras Indígenas.]
Sí. Esta y otras declaraciones en las que afirma que nosotros, conocidos como guardianes del Cerrado por nuestros rituales de preservación del bioma, seríamos los responsables de destruir nuestro territorio. Fíjate qué ironía: se nos conoce como el pueblo del fuego por la tradicional Caza del Fuego, un ritual sagrado del paso de los jóvenes a la edad adulta en el que nuestros guerreros eligen un área estratégica, en una época específica del año, para hacer un fuego circular y controlado, que ayuda en la caza. Hay estudios que muestran cómo nuestro ritual ayuda a preservar el Cerrado. Pero en los últimos años, ni siquiera hemos podido hacer la Caza del Fuego, ya que el sobrecalentamiento de la región, que viene junto con el avance de la agroindustria aquí en el estado, nos está impidiendo hacer este fuego de manera segura. Nuestros guerreros lo saben, conocen la tierra, y por eso desde 2014 no lo hacemos más. Es el fuego que mantiene vivas las tradiciones de nuestro calendario cultural, pero incluso eso se está apagando.
El gobernador Mauro Mendes afirmó que el fuego que se inició en Tierras Indígenas ‘representa un porcentaje razonable’ de los incendios en el estado, pero datos del Inpe dicen que en el Pantanal el 95% provino de áreas privadas. Foto: Mayke Toscano/Secom de Mato Grosso
¿De qué otras formas estos cambios climáticos provocados por la agroindustria están afectando a los pueblos Indígenas de Mato Grosso?
Además de los cambios en los rituales y las costumbres, todo esto nos está enfermando de muchas maneras. Antes nuestros guerreros cazaban a pie, no tenían que usar armas de fuego. Hoy hace tanto calor en el Cerrado que tienen que cazar en moto, ya no se puede caminar ni correr cuando la sensación térmica es de 50 grados Celsius. Se han vuelto más sedentarios. Estamos teniendo que comer cosas que no forman parte de nuestra dieta, mucho arroz, y se han introducido muchos alimentos industrializados. Y por eso nuestra gente está enferma. Más del 60% de la población es diabética. Hombres, mujeres, niños… y los bebés tienen desnutrición infantil. Nos estamos muriendo. La tasa de mortalidad infantil entre nosotros es cinco veces más alta que el promedio nacional. El estado de salud de nuestro pueblo no es muy distinto al de los Yanomami. El sistema creó un problema dentro de nuestros territorios que no logra solucionar, pero hoy nos encaran como si nosotros fuéramos el problema, nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra.
¿Cuándo empezó este proceso?
Estamos abandonados desde hace mucho tiempo. Desde 1940, cuando llegaron las misiones, forzaron el contacto con nuestro pueblo y empezaron a apoderarse de nuestro territorio. Tuvimos que ver, en las décadas siguientes, cómo quemaban nuestros territorios y los convertían en pastizales, mientras el calor aumentaba año tras año. Cada vez nos cuesta más acceder a la salud. ¿Por qué no nos respetan? Todos saben que si no hay vida Indígena en el territorio, no habrá clima favorable para las plantaciones. Todavía seguimos derramando sangre porque nuestro pueblo se está muriendo en esta tierra. Si no existe nuestra vida en este territorio, se va a convertir todo en pastizales. Somos nosotros quienes protegemos esta tierra y, al mismo tiempo, sufrimos prejuicios por estar aquí. Este año, las quemadas están fuera de control y mucho de lo que sucede ahora es por este avance de la agroindustria. Empezaron en Serra Dourada, un distrito de Canarana, que limita con nuestro territorio, Pimentel Barbosa. Fue un incendio criminal que se fue propagando muy rápido, estuvo ardiendo durante dos semanas, arrastrándose dentro del Cerrado, alcanzando las aldeas de nuestro pueblo por casi 60 días hasta que llegó a nuestra comunidad.
Mientras el fuego no esté bajo control, me imagino que su situación solo se agrava…
Sí, y por eso es mi grito de ayuda. Estamos desde hace más de 30 días sin agua potable, nuestro pueblo tiene mucha tos seca, mucho enrojecimiento en los ojos. La gente tiene disentería. Es una situación extrema. Ya era muy difícil antes de los incendios y ahora estamos en riesgo de un verdadero genocidio. Los enfermos tienen dificultades para llegar a las ciudades más cercanas y el fuego no cesa. Sigue alrededor de nuestra aldea y de muchas otras. Los incendios están fuera de control. Ya nadie aguanta más lo que pasa aquí.
Los mismos Indígenas, que ya no creen en las acciones del gobierno, fueron a campo a intentar contener el fuego. ¿Lo lograron?
El año antepasado, algunos hombres de nuestro territorio participaron en una capacitación con brigadistas contra incendios promovida por una ONG brasileña con recursos de organizaciones extranjeras en alianza con el gobierno de Mato Grosso. Sin embargo, considerando que tenemos un promedio de 230.000 hectáreas de Cerrado vivo en nuestro territorio, se ofreció la capacitación a poquísimos brigadistas, un número insuficiente dada la extensión de nuestras Tierras Indígenas. En mi aldea, solo una persona recibió la capacitación.
Nuestras brigadas de voluntarios no tienen personal ni equipos necesarios para combatir incendios. El día que el fuego se acercó más y los jóvenes tuvieron que subirse a las chozas con botellas PET, si hubiéramos dependido de la cantidad de brigadistas y equipos que tenemos, habríamos sido carbonizados vivos, abandonados a nuestra suerte. Fue la fuerza de un viento que desvió el fuego lo que nos salvó de una tragedia anunciada. Afortunadamente, nadie resultó herido ni hubo muertos, pero no sabemos si tendremos tanta suerte la próxima vez. Vivimos en condiciones precarias, sin lo mínimo necesario para una vida digna. Nuestra población, en su mayoría humilde y sencilla, que ni siquiera domina el portugués, porque no es nuestra lengua materna, muchas veces no sabe cómo reclamar sus derechos. Quienes son conscientes de esto suelen titubear en confrontar a las poderosas autoridades. No tengo miedo, porque estoy luchando por lo que es justo y correcto a favor de mi pueblo y de las otras 44 etnias Indígenas del estado, que pasan por las mismas dificultades que nosotros, los Xavante.
En este video se puede ver el momento en el que las llamaradas avanzan en la Aldea Aldeia Wederã, en el estado de Mato Grosso. Imágenes: Erlie Runhamre Xavante
Contactada por SUMAÚMA para comentar las críticas de Mara Xavante a las declaraciones del gobernador Mauro Mendes (del partido União Brasil), la Secretaría de Comunicación del gobierno de Mato Grosso envió la siguiente respuesta por correo electrónico: “No hay ninguna insinuación ni discriminación. El gobernador solo citó datos oficiales, que son públicos y recopilados por funcionarios de los organismos que trabajan en la prevención y el combate de incendios forestales, como el Departamento de Bomberos y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente”.
Los datos mencionados en la nota muestran que, según el Departamento Militar de Bomberos de Mato Grosso, los focos de fuego registrados del 1 de julio al 13 de septiembre se produjeron, proporcionalmente, cada 100 kilómetros cuadrados, de la siguiente forma: 6,51 en proyectos de asentamiento; 5,22 en Tierras Indígenas; 4,75 en unidades de conservación; y 2,85 en propiedades privadas. Pero los datos del Departamento de Bomberos indican la ubicación de los focos, no su origen, es decir, dónde empezaron. Un incendio que se produce en un lugar puede haberse originado en otro. El monitoreo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales y de la Universidad Federal de Río de Janeiro muestra que, en el primer semestre de 2024, el 95% de los focos de incendio en el Pantanal se originaron en áreas privadas.
Una investigación de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) publicada en la revista científica Plos One analizó imágenes de satélite de la Aldea Pimentel Barbosa registradas en las últimas cuatro décadas y mostró que, a pesar de los constantes incendios, la Tierra Indígena se mantuvo cubierta de vegetación y mejor conservada que la región circundante, ocupada por hacendados. Mientras el área deforestada en la aldea se mantuvo estable en un 0,6% entre 1973 y 2010, la deforestación en sus alrededores aumentó del 1,5% al 26% durante el mismo período.
Tierra seca y árboles quemados después del fuego. Los incendios dejaron un rastro de destrucción en la aldea del pueblo Xavante. Foto: Cacique Cipassé Xavante
Reportaje e texto: Jaqueline Sordi
Edición: Fernanda da Escóssia
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al ingles: Sarah J. Johnson
Traducción al español: Julieta Sueldo Boedo
Montaje de página y finalización: Natália Chagas
Coordinación de flujo de trabajo editorial: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
Directora editorial: Eliane Brum