El sistema de alertas diarias de deforestación que usa el gobierno federal detectó un aumento del 92% en la devastación de la Amazonia en mayo de 2025, en comparación con mayo de 2024. De los 960 kilómetros cuadrados de vegetación perdida —casi el área de la ciudad de Belém, sede de la COP30—, más de la mitad (51%) de la devastación la produjo el fuego de los incendios forestales del segundo semestre de 2024.
Llamado Deter, este sistema usa fotos tomadas por satélites para producir alertas, casi en tiempo real, sobre la deforestación. En mayo, como es habitual, las imágenes son más precisas por la reducción de las nubes que cubren la Amazonia durante los meses de lluvia. Fue cuando se pudo ver por primera vez con precisión la extensión de los daños que causó la temporada de incendios del año pasado. Un reportaje de SUMAÚMA, publicado a finales del año pasado, mostró que más de la mitad de los focos de incendio identificados hasta septiembre empezaron en zonas ganaderas. Según el gobierno, la crisis climática, que provocó sequías récord el año pasado, dejó la Selva todavía más susceptible a los incendios, haciendo que el fuego se propague más rápidamente.
El ministro interino de Medio Ambiente y Cambio Climático, João Paulo Capobianco, encabezó un grupo de técnicos y funcionarios que presentaron los datos a la prensa este viernes, 6 de junio, en Brasilia. Las marcas que produjo el fuego en las estadísticas de deforestación “comprueban las advertencias de la ciencia de que la selva tropical está sufriendo un impacto muy grande por los cambios climáticos y reduciendo su resistencia a los incendios”, evaluó.

Cláudio Almeida (de espaldas), Osvaldo Luiz Leal de Moraes y João Paulo Capobianco: el planeta se acerca a ‘las puertas del infierno’. Foto: Rogério Cassimiro/MMA
Las cifras mostradas en la reunión dan una idea clara de la dimensión del problema. Entre 2016 y 2022, la pérdida de vegetación por incendios nunca superó el 14% de la deforestación registrada en el mes de mayo. La situación cambió rápidamente en mayo de 2023, cuando los incendios destruyeron el 32% de los 812 kilómetros cuadrados de Selva perdidos. En mayo de 2024, el porcentaje se redujo, el fuego había devorado el 21% de los 500 kilómetros cuadrados deforestados.
Pero nunca se había registrado un escenario en el que el fuego fuera responsable de la mayor parte de la pérdida de las selvas como en mayo de 2025. Por primera vez, las estadísticas de un sistema consolidado que usa imágenes satelitales muestran que el fuego destruyó más Selva Amazónica (aproximadamente 490 kilómetros cuadrados) que la tala de árboles. El resto de la deforestación registrada en mayo de 2025, cerca del 1% del total de 960 kilómetros cuadrados, se debe a la minería (legal y clandestina).
En términos técnicos, la destrucción de la Selva que provoca el fuego se denomina “deforestación con vegetación”. Los satélites ven áreas de Selva tan repetidamente consumidas por las llamas que las equiparan a áreas sin ninguna cobertura vegetal. De hecho, allí todavía existe lo que se puede llamar “selva en colapso”, término que usó Capobianco. “Son áreas donde la vegetación ya no cumple un rol de selva”, explicó Cláudio Almeida, coordinador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, responsable del Deter.
Con estos números, mayo de 2025 registró el segundo peor resultado de la serie histórica iniciada en 2016. El récord se alcanzó en mayo de 2021, con 1.391 kilómetros cuadrados deforestados.
‘Las puertas del infierno’
“Si miramos los datos, nos asustamos”, admitió Osvaldo Luiz Leal de Moraes, experto en clima y desastres naturales, actualmente director del Departamento de Clima y Sostenibilidad del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. “Este siglo la Amazonia tuvo cinco sequías. No son un fenómeno natural, sino el resultado de acciones antrópicas [del hombre]. La precipitación media durante la última sequía [en 2024] fue de 700 milímetros, en una Selva donde normalmente llovía alrededor de 2.400 milímetros al año. La aceleración de esta anomalía de precipitación llama la atención. Esto podría llevar a una situación de insostenibilidad de la Selva”. Moraes usó palabras fuertes para explicar lo que ve: “Quizás todavía estemos un poco lejos de las puertas del infierno”, dijo, pero “nos estamos acercando a un umbral terrible”.
Otras cifras presentadas por el Deter son igualmente sorprendentes. Entre agosto de 2024 y mayo de 2025, casi el 24% de los focos de incendio registrados en la Amazonia se produjeron en la selva nativa. En el mismo período de los años anteriores, el porcentaje rondaba el 10%. Pero el 48% de la superficie quemada entre agosto pasado y mayo de 2025 era vegetación primaria y el 8% vegetación secundaria. Es decir: más de la mitad de lo que consumió el fuego, en la temporada de incendios de la sequía del segundo semestre de 2024, era Selva nativa.
No es un cuadro exclusivamente brasileño, recordó João Paulo Capobianco. En 2024, el fuego fue responsable de casi la mitad de la pérdida mundial de bosques y selvas. En el caso de Canadá, casi toda la deforestación fue causada por incendios. “Es necesario, en este momento en que nos disponemos a recibir la COP30, dejar clara la responsabilidad internacional sobre un hecho que afecta al conjunto de las selvas del planeta. El agravamiento de la situación climática no es responsabilidad de un país u otro”, recordó.
En Brasil, el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático intenta responder con dinero a este nuevo escenario para poder equipar y preparar al Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (825 millones de reales) y a los Cuerpos de Bomberos de los estados (405 millones de reales) para combatir los incendios.
Pero también hay mucho alimento para las llamas. Es el caso del Proyecto de Ley 2159/21, más conocido como PL de la Devastación, que fue aprobada en el Senado, en mayo, tras una aplanadora que unió a la bancada ruralista con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores. Capobianco considera “preocupante” que el Proyecto de Ley de la Devastación exima a los empresarios de analizar los impactos indirectos de las obras que pretenden realizar. En el caso de abrir o pavimentar una carretera, por ejemplo, esto supone no tomar en cuenta “el incremento de incendios provocados por la ocupación irregular y depredadora” de sus márgenes. “Las quemadas son uno de los impactos indirectos más importantes en la realidad amazónica”, recordó Capobianco.
Está en manos de la Cámara de Diputados, que deberá analizar el Proyecto de Ley de Devastación en los próximos días, decidir el futuro de la Selva.

Área quemada en Candeias do Jamari, estado de Rondonia: en la Selva en colapso, la ‘deforestación con vegetación’. Foto: Lalo de Almeida/Folhapress
Reportaje y texto: Rafael Moro Martins
Edición: Fernanda da Escóssia
Edición de arte: Cacao Sousa
Edición de fotografía: : Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al español: Julieta Sueldo Boedo
Traducción al inglés: Sarah J. Johnson
Montaje de página y finalización: Natália Chagas
Flujo de trabajo editorial: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
Directora editorial: Eliane Brum