«La sangre de Dorothy bañó esta tierra, fue mucha sangre, de mucha lucha. La sangre bañó todo este suelo, porque ese día llovió mucho, y ella permaneció aquí mucho tiempo, hasta que llegó la policía a retirar su cuerpo, desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Esa sangre llegó lejos, se deslizó con la lluvia hasta nuestros arroyos y fertilizó toda esta tierra del PDS Esperança».
Con estas palabras, doña Tonica (Antonia Silva Lima, 67 años), una de las líderes del Proyecto de Desarrollo Sostenible (PDS) Esperança, en Anapu, al oeste del estado de Pará, me hizo partícipe de los acontecimientos de aquel 12 de febrero de 2005, el día del asesinato de la misionera estadounidense Dorothy Stang, su compañera de lucha. Dieciocho años después, este domingo, 12 de febrero de 2023, agricultores familiares, colonos y ocupantes de Anapu, algunos amenazados por luchar por la tierra que tomaron los grileiros (ladrones de tierras públicas), se reúnen ante la tumba de la monja católica para mantener vivo el recuerdo de su martirio. Plantada como una semilla, Dorothy crece en una tierra empapada de sangre, a veces como un ser encantado, a veces como una santa.
Dorothy llegó a Brasil en 1966, en compañía de otras religiosas de la congregación Notre Dame de Namur, todas procedentes de Estados Unidos. A partir de los años 70, en plena dictadura empresarial y militar (1964-1985), la región vivió la construcción de grandes carreteras federales, la implantación de proyectos agropecuarios y la extracción de madera, lo que intensificó el flujo migratorio de pequeños campesinos hacia la Amazonia, movilizados por la promesa de tierras libres y fértiles para plantar. En respuesta a este contexto que generaba destrucción y conflictos, la hermana Dorothy se trasladó a la región de la carretera Transamazónica en 1982 para trabajar como animadora de Comunidades Eclesiales de Base y como educadora popular.
Ante las injusticias de las que fue testigo, sor Dorothy idealizó un modelo de asentamiento rural llamado Proyecto de Desarrollo Sostenible (PDS). Los PDS son asentamientos regularizados por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) que llevan a cabo actividades agroextractivas que están en armonía con la selva. Al menos el 20% de las tierras están destinadas a la agricultura familiar, mientras que el 80% restante son zonas comunes, para el extractivismo medioambiental.
El PDS Esperança, donde acribillaron el cuerpo de sor Dorothy con 6 tiros, es el resultado de la ocupación de antiguas áreas destinadas a la implantación de empresas agropecuarias a través de los llamados Contratos de Enajenación de Tierras Públicas. La mayoría habían sido abandonadas o vendidas ilegalmente y ocupadas poco a poco por migrantes. El proyecto de ocupación impuesto por la dictadura durante la construcción de la carretera Transamazónica dio prioridad a grandes propietarios que, en lugar de crear empresas agropecuarias, vendieron las tierras públicas como si fueran privadas. Cuando las ocupaban familias campesinas para poder vivir de la tierra, los nuevos «propietarios» comenzaban masacres contratando a milicias de sicarios. Y la situación no ha cambiado.
El conflicto que culminó con el asesinato de sor Dorothy, en febrero de 2005, ilustra el proceso de apropiación ilegal de la tierra pública y la violencia que ha generado. En 2005, el lote 55 se asignó a 5 familias de agricultores familiares. Sin embargo, uno de los terratenientes de la región alegó que la había comprado a un tercero, lo que configura una práctica ilegal de apropiación de tierras públicas, ya que las que pertenecen al Estado no tienen un título que permita su libre comercialización. Pero el conflicto ya se había generado.
Aunque el asesinato de sor Dorothy sea emblemático por tratarse de un crimen contra una monja extranjera, está relacionado con un contexto más amplio, de violencia contra líderes y poblaciones campesinas, ribereñas e indígenas en áreas forestales, rurales o de las periferias urbanas, que combina expropiaciones de tierras tradicionalmente ocupadas, intimidaciones, amenazas, asesinatos a sueldo, quema de viviendas y encarcelamientos de líderes con base en acusaciones falsas o, al menos, controvertidas. Solo en 2022, el último año del gobierno de Bolsonaro, en la parcela 96 de Anapu, dos familias fueron durante horas rehenes de unos sicarios, que finalmente incendiaron sus casas. Meses después, la escuela de los niños también fue incendiada. El principal líder de la región, Erasmo Theofilo, tuvo que abandonar su casa el año pasado para evitar ser asesinado junto con su familia. La última amenaza implicaba la muerte de sus cuatro hijos pequeños.
Cada 12 de febrero y romería de la selva convierten a Dorothy Stang en mártir y ser encantado: sigue presente en la lucha y en la caminata de los pueblos de la selva. Foto: Juliana Pesqueira
Para denunciar públicamente las amenazas y los asesinatos de líderes campesinos en Anapu, la Comisión Pastoral de la Tierra organiza, desde julio de 2005, la romería de la selva en honor a la trayectoria sor Dorothy. Cada 12 de febrero también se celebra un acto público para rememorar el asesinato y martirio de Dorothy Stang. Ambos eventos son emblemáticos, porque recuerdan no solo la ejecución de la misionera, sino también que hay innumerables líderes que siguen siendo amenazados, intimidados, coaccionados y asesinados por defender un proyecto de uso sostenible y responsable de la selva.
En este acto del 12 de febrero, como en la romería, Dorothy Stang se transforma en mártir de la selva y también en ser encantado. La condición de mártir se explica por el asesinato planeado y violento, interpretado como la entrega de su propia vida por las causas de los pueblos de la selva. En los relatos de los cientos de romeros a lo largo del trayecto, la muerte de sor Dorothy se resignifica y se convierte en vida, con lo que sigue «presente en la lucha y en el camino».
El criterio principal para convertir a Dorothy en mártir de la selva no pasa por las reglas eclesiales, ni por la expectativa de que las autoridades vaticanas la santifiquen, sino por la aclamación popular. Dorothy es una mártir por haber dado su fuerza, su capacidad de organización religiosa, política y social de esas comunidades.
Todo transcurre como si Dorothy Stang estuviera aún viva y presente en la romería, que recorre 55 kilómetros, durante 3 días, desde el lugar donde su cuerpo fue «sembrado» (y no enterrado, porque entonces no podría revivir) hasta el lugar donde fue asesinada. En el lugar del asesinato también se construyó una tumba para la líder-mártir, un monumento conmemorativo, para marcar y recordar el lugar del crimen contra la misionera. En este lugar tan simbólico, cada año se erige una cruz con los nombres de los que murieron después de ella en la lucha por la tierra y la selva. Cada año la lista es más larga, especialmente desde 2015.
El trayecto de la romería de la selva, que siempre va desde la tumba hasta el lugar del asesinato, parece sugerir un anticamino (o un hipercamino). Esta inversión del orden de los hechos puede indicar, a la vez, la negación de la muerte como fin de la lucha y también la potencia de la vida multiplicada en los caminantes. No se dice, por ejemplo, que Dorothy murió, sino que cayó en la lucha y fue plantada, se convirtió en semilla. Convertirse en semilla también significa tener fuerza, potencia para fecundar, tanto en el sentido simbólico de fecundar la lucha como en el sentido biológico, de fecundar la tierra por la que pasó la mártir. Las balas de los sicarios generaron formas de resistencia que quienes ordenaron y ejecutaron el crimen nunca previeron.
El operador de estos lenguajes de lucha y resistencia en la Amazonia brasileña es la traducción de la muerte violenta en sacrificio, martirio y encantamiento. En la Amazonia, estar encantado significa convertirse en selva, en un animal, en agua, o habitar estos lugares como un espíritu protector de los bosques, los ríos y los animales y humanos que viven en ellos. En los espacios rituales de producción de memoria y denuncia, las narraciones y letras de las canciones que escuchamos pueden leerse como un mito fundador de una forma de resistencia política. Como el fragmento de la canción «Bendito dos romeiros», de Zé Vicente: «A la tierra prometida/El pueblo de Dios marchó/Moisés caminaba adelante/Moisés es hoy el pueblo/Cuando se enfrenta al opresor».
Al construir este lenguaje ritual de lucha, los caminantes actualizan formas de resistencia frente a conflictos que aún son intensos en Anapu, transformando a sor Dorothy en una mártir de la selva y, por lo tanto, en un modelo de acción para nuevos enfrentamientos, ya sea contra el Estado o contra los grandes proyectos hidroeléctricos y agropecuarios y, principalmente, contra los poderosos grileiros, miembros activos de la base de Bolsonaro durante su gobierno.
En el acto y en la caminata-ritual se formula un conjunto de ideas sobre el mundo, basadas en explicaciones sobre el sacrificio y el sufrimiento vinculado a la manifestación de fuerzas divinas, sobrenaturales o sobrehumanas. Para los campesinos agroextractivistas del PDS Esperança y los agentes de la Comisión Pastoral de la Tierra de Anapu, Dorothy, al transformarse en mártir, compone, junto con las piedras, las plantas, el agua, la tierra y los animales de la selva, la cosmología de la lucha por la selva. También se convierte en selva, en un sincretismo entre el martirio católico y la tradición de los seres encantados, que existe en la Amazonia y en otras partes de Brasil donde la naturaleza resiste. Una vez, por ejemplo, me dijeron que la habían visto en forma de jaguar, cerca del lugar de su asesinato, en el PDS Esperança.
Estas múltiples transformaciones en mártir, santa, ser encantado y jaguar forman parte de las especificidades de estos pueblos originarios y tradicionales de la Amazonia, que se expresan mediante la capacidad de acción del agua, los bosques y los animales. En la Amazonia todo tiene vida, todos tienen sus intencionalidades y formas de relacionarse con el mundo, incluso con los seres intangibles, como bien muestra el perspectivismo amerindio de los antropólogos Eduardo Viveiros de Castro y Tânia Stolze. Con el catolicismo de los campesinos migrantes y de los misioneros, los mártires y los santos comienzan también a habitar las profundidades de la selva. En este contexto, Dorothy vive, no como una cosa o la otra, sino como santa y también como jaguar. En la selva, la contradicción es síntesis.
Edimilson Rodrigues de Souza es antropólogo, etnólogo y profesor titular de Antropología de la Música en la Facultad Estatal de Música de Espírito Santo, así como investigador asociado en el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard. Lleva a cabo investigaciones etnográficas desde 2011 con campesinos agroextractivistas e indígenas del Alto y Medio Xingú, en los estados brasileños de Pará y Mato Grosso.
Traducción de Meritxell Almarza