Periodismo desde el centro del mundo

Plantaciones de soja invaden incluso barrios de clase alta en la zona urbana de Sinop, una de las principales ciudades de la agroindustria brasileña

El escenario está vacío. Las tribunas que se extienden por una de las principales avenidas de la ciudad también. Son las cuatro de la tarde de un sábado. El termómetro marca 38 grados, el humo de los incendios domina el horizonte y el aire seco lastima al respirar. Si no fuera por un hombre de camiseta verde y amarilla y algunas vitrinas decoradas con los colores de la bandera, sería difícil decir que estamos en Sinop —una de las capitales de la agroindustria y una de las ciudades más importantes para la extrema derecha del estado de Mato Grosso— en una fecha emblemática: el 7 de septiembre, día de la Independencia de Brasil. Es cuando el militarismo se manifiesta en las calles, pero el desfile, previsto para las 16:30 horas, se terminó cancelando por “las altas temperaturas, la baja humedad del aire y la grave sequía”, afirmó la municipalidad. Fue cancelado por el clima. Un clima cada vez más descompensado por la destrucción de la Selva.

Sinop no lo parece, pero es Amazonia. Fundada por los militares en 1974, uno de los años más duros de la dictadura militar-empresarial brasileña, es el resultado de la política de “ocupación” del régimen que, con el lema “integrar para no entregar”, forjó municipios con enemigos imaginarios en el medio de la Selva. Su nombre es simbólico: formado por las letras iniciales de la Sociedad Inmobiliaria Noroeste de Paraná (hoy Grupo Sinop), la empresa colonizadora que compró un terreno público federal llamado Celeste, abrió las primeras calles e inició las primeras construcciones. Y su consolidación también: parte del terreno que formó la ciudad fue adquirido de manera irregular como muchas tierras en la Amazonia, según un informe de la Policía Federal adjunto a un proceso judicial.

Hace apenas medio siglo todo allí era Selva. Ahora, 156.000 hectáreas de plantaciones invaden la ciudad de 216.000 habitantes, sin diferenciar zonas rurales o urbanas, barrios ricos o pobres. El suelo está marcado por las raíces resecadas y retorcidas de los últimos tallos de maíz de la estación, el grano que se planta en el período entre cosechas de la soja, leguminosa que entre octubre y abril llena el aire de un olor a pesticida, según cuentan los habitantes. El horizonte en el área rural está dominado por imponentes silos. En 2022, la ciudad alcanzó el Producto Interno Bruto de la agroindustria más alto de Mato Grosso. Y su PIB per cápita (por persona) fue casi igual al del estado de São Paulo en 2021.

En el área rural, barreras de silos componen el paisaje, así como las Lechucitas Vizcacheras que suelen aparecer al atardecer

Sinop es el plan de la dictadura militar-empresarial que funcionó y se convirtió en un símbolo de cómo opera la extrema derecha agraria del país. De esa región salieron gran parte de los que atentaron contra la democracia el 8 de enero de 2023, según un estudio del canal de noticias UOL, en un intento de derrocar al recién elegido gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), para mantener a Jair Bolsonaro, del Partido Liberal (PL), en el poder. Y en las primeras elecciones municipales después del intento de golpe, su élite política se debate para ver quién va a capitalizar el extremismo.

Si en la elección anterior, en 2020, había seis candidatos a alcalde de todos los espectros políticos, incluido uno del PT, este año solo se postulan dos. El actual alcalde Roberto Dorner (PL), que aspira a la reelección, y Mirtes Grotta da Transterra (Partido Nuevo). Los dos son empresarios adinerados: él es dueño de una red de televisión, afiliada a la cadena brasileña SBT en el municipio; ella proviene de una familia que es propietaria de Transterra, una de las constructoras más importantes de la ciudad.

Además de que disputaron el apoyo de Bolsonaro, ambos participaron o tienen familiares vinculados al movimiento que cuestionó los resultados electorales que le dieron a Lula la presidencia del país en 2022. Dorner participó en las manifestaciones de la extrema derecha poco después de las elecciones presidenciales, a finales de octubre, que bloquearon la carretera BR 163 a la altura de Sinop. Por otro lado, el marido de Mirtes, Rogério Grotta, y su hija Luane fueron denunciados por la Fiscalía General de la República por haber participado en los actos del 8 de enero en Brasilia.

La candidata apoyada por Bolsonaro, Mirtes da Transterra (Partido Nuevo), tiene familiares involucrados en los actos golpistas del 8 de enero

Y el apoyo a los actos golpistas de la élite política no termina ahí. El presidente del partido de Mirtes en Sinop, Antonio Galvan, expresidente de la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja), es el “general” del llamado Movimiento Brasil Verde y Amarillo, señalado como uno de los principales organizadores de los actos golpistas en un informe de la Agencia Brasileña de Inteligencia obtenido por el periódico O Globo. Recientemente, el productor de soja fue imputado por la Policía Federal por el acto del 7 de septiembre de 2021, cuando manifestantes estuvieron en Brasilia pidiendo el impeachment de ministros de la Corte Suprema. Lo contactamos a través de su abogada, pero Galvan no se manifestó.

A Rosana Martinelli, exalcaldesa de Sinop por el Partido Liberal, que actualmente ocupa un asiento temporario en el Senado, también se la investiga por sospecha de participación en el 8 de enero, a quien, incluso, le han retenido el pasaporte. Ella niega haber participado, aunque asume que estuvo en las manifestaciones que tuvieron lugar en Sinop.

A principios de septiembre, al revés del humo, todavía no se ve la campaña en las calles de la ciudad, salvo por algunas pocas pegatinas en autos y camionetas. “Así como el Río Teles Pires aparenta ser tranquilo, pero en sus capas más profundas tiene aguas turbulentas, en Sinop tenemos un escenario similar”, afirma João Carlos Silva, un joven de 32 años, licenciado en Agroecología, que sigue de cerca la disputa por tierras y la política de la ciudad. Habla lentamente, tiene el pelo largo y rizado y una barba clara bien recortada con algunas canas. João se refiere al Río de aguas marrón verdosas que pasa a 18 kilómetros del centro de la ciudad a través de un raro corredor de la Selva preservada e intenta resumir el baile de las sillas que los periódicos locales noticiaron intensamente en marzo y abril de este año. “Todo el mundo quiere surfear en la política nacional y convertirse en el apadrinado de Bolsonaro”.

El alcalde Dorner era del Partido Republicanos, por el que fue elegido hace cuatro años, pero cambió de sigla cuando el presidente nacional del Partido Liberal (PL), Valdemar Costa Neto, lo invitó a afiliarse. “Pero se olvidaron de arreglar con los rusos, que eran los del PL municipal”, comenta João. “Y los rusos ya tenían un buen diálogo con Jair [Bolsonaro]”. Además de Rosana Martinelli, la exalcaldesa, en el PL de Sinop también estaba Mirtes da Transterra, las dos declaradas opositoras de Dorner. Con la llegada de Dorner al PL, Mirtes emigró al Partido Nuevo y obtuvo el apoyo formal de Bolsonaro en un acto que llenó una de las plazas de la ciudad, en abril de este año, y que dejó al alcalde en una situación “humillante”, según un artículo del Diario de Cuiabá. Dorner intentó acercarse al capitán retirado más de una vez durante su paso por la ciudad, pero el expresidente lo ignoró solemnemente. Mirtes se aprovechó y publicitó el encuentro, pero terminó condenada a borrar las publicaciones de sus redes, pues el Tribunal Regional Electoral de Mato Grosso lo consideró campaña anticipada.

Al final de cuentas, el candidato del partido de Bolsonaro no logró obtener su apoyo, pero aun sin esta importante adhesión electoral, Roberto Dorner se ha mostrado como el favorito en la disputa.

La ciudad tiene particularidades que, fuera de la política, son muchas. Sinop cuenta, por ejemplo, con plantaciones en la zona urbana, tanto en las áreas ricas como en los suburbios. Camionetas de seis metros de largo con espejos retrovisores alargados estilo “longhorn” (cuerno largo), un quiosco en el shopping que vende cuchillos para parrillada por 3.999 reales [cerca de 730 dólares] y bandas criminales que roban pesticidas. Aunque la ciudad deforestó 205.000 hectáreas de Selva entre 1987 y 2023 (el equivalente a más de la mitad de su área total o casi dos ciudades de Río de Janeiro), según Mapbiomas, todavía es común ver Guacamayos Rojos y Guacamayos Azules y Amarillos por sus calles. Al final de la tarde, especialmente en la zona rural, se ven numerosas Lechucitas Vizcacheras.

Sinop se encuentra, según el biólogo y primatólogo Gustavo Canale, en el ecotono tropical más grande del mundo (zona de transición entre dos biomas, en este caso, la Amazonia y el Cerrado). “Y esta singularidad hace que la región tenga la mayor diversidad de monos del planeta”, afirma el canoso investigador de la Universidad Federal de Mato Grosso. “Son siete especies, entre las que está el Mono Titi Parecis, que solo existe en esta región, que están amenazadas por el avance de la agroindustria en las zonas tropicales”.

Si en los primordios de su existencia, aún durante la dictadura, los sacerdotes bendecían cada nuevo emprendimiento que se construía, todavía hoy la ciudad mantiene la cultura de lo hermoso que es el “progreso” —y que el “progreso” solo sería posible sin la Selva—. En la década de 1990 las empresas madereras eran las que comandaban la economía de la región, pero cuando se acabó la madera, entró la soja, a partir de los años 2000. A pesar del menosprecio por la Selva, el altar de la Catedral Sagrado Coração de Jesús tiene un mural con Cristo entre frondosos Castaños Amazónicos y un Bosque preservado. Sus calles llevan nombres de árboles: avenida de las Sibipirunas, avenida de las Acacias y calle de las Sapucaias. Tiene tiendas elegantes, vías planificadas, grandes rotondas, pocos semáforos y canteros centrales con paisajismo elaborado, pero muchas de sus plazas son áridas, llenas de palmeras que apenas dan sombra. Además del parque forestal y del jardín botánico, el área más sombreada de la ciudad es el cementerio.

Sinop es el plan de la dictadura militar que salió bien, apoyándose en la destrucción de la Selva, primero con la actividad maderera y ahora con la soja

Sinop es también un bastión electoral de ruralistas de proyección nacional. Nilson Leitão, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Mato Grosso, es uno de ellos: fue alcalde de la ciudad entre 2001 y 2008, elegido diputado federal en 2010 y ahora es presidente del Instituto Pensar Agro, una organización financiada por grandes empresas de la agroindustria que alimenta el Frente Parlamentario Agropecuario en la Cámara Legislativa Brasileña. Leitão intenta ayudar a Mirtes a impulsar su campaña.

“Es el candidato de Valdemar Costa Neto contra la candidata de Bolsonaro. Parece tranquilo, parece uniforme, pero tenemos un número significativo de trabajadores que no votaron por Bolsonaro”, recuerda João. Se refiere al 23% de los electores de la ciudad que, en la segunda vuelta del año pasado, votaron por Lula (PT), que este año no tiene candidato para la alcaldía.

La oposición acorralada

Mientras la concejala Graciele Marques dos Santos (PT) habla desde la tribuna de la Cámara Municipal, sus compañeros de trabajo conversan, miran sus celulares y envían mensajes. “Esta ha sido una semana muy triste para nosotros porque, dondequiera que miremos, estamos tomados por el humo, por el hollín, como resultado de los incendios”. Ella, la única concejala mujer de izquierda del municipio, habla con firmeza, pero con un tono de tristeza en la voz: “Un escenario de película de terror. Me he estado preguntando hasta dónde va la codicia humana. Se llegó a incendiar, incluso, el parque forestal, allí se murieron los animales ante nuestros ojos, en el centro de la ciudad. Esto es lamentable. Estamos cavando nuestra propia tumba”.

Los colegas ignoran a la única mujer y representante de la izquierda en la Cámara Municipal, Graciele Marques (PT), mientras denuncia los incendios

Graciele paga un precio alto por ser parte de dos “minorías” en la capital del “agro”. “Cada vez que digo algo sobre el tema climático, lo distorsionan. La última vez que hablé sobre el parque forestal se difundió que había hablado mal de los Bomberos. Lo que dije está grabado, en esa ocasión ni siquiera había mencionado al Departamento de Bomberos”. Termina sus diez minutos de discurso exigiéndole medidas a la municipalidad para contener los incendios. Los colegas siguen conversando y enviando mensajes en sus celulares.

El discurso distorsionado es lo “más suave” que le ha pasado a la concejala desde que asumió su primer mandato, hace cuatro años. “Después de mi investidura, el primer mes, comenzaron los ataques, luego todo fue cuesta abajo… hasta hoy.” Se acuerda de cuando usaron una motosierra para destruir un cartel que los movimientos sociales habían puesto en la ciudad criticando al gobierno de Bolsonaro, en mayo de 2021. De cuando la llamaban “perra” y “desgraciada” en la calle. O cuando la amenazaron en las redes sociales. Se acuerda también de octubre de 2022, cuando la carretera BR-163 fue tomada por manifestantes contrarios a la victoria de Lula y soltaron la fake news de que ella había creado un proyecto para que sacaran a los manifestantes de donde estaban. “Estuve una semana sin dormir”.

Con los ataques y la persecución, pasó a tomar precauciones inéditas: empezó a evitar caminar sola por la calle, a cambiar la ruta, a no llevar su auto a ningún taller mecánico. “Ya no tienes privacidad, ya no tienes vida personal… no se trata solo de ser de izquierda, el tema es que critiques a la agroindustria, que defiendas la agenda ambiental, que defiendas a la población LGBTQIA+. Tienen tanto odio a esto que es inexplicable”, dice. “Mucha gente ve lo que me pasó, las amenazas e intimidaciones, y se desalienta de postularse como candidato”, comenta Graciele, agregando que incluso el Partido de los Trabajadores (PT) empezó a articular una candidatura de alcalde, pero renunció a hacerlo por las pocas posibilidades de victoria. De los 208 postulantes a concejal de este año, solo 39 son de partidos de izquierda (11 de la coalición del PT, 11 del PDT y 17 del PSB).

Según la politóloga Camila Rocha, que estudió la extrema derecha y realizó investigaciones de campo entre los productores de soja de Mato Grosso, la agroindustria siempre estuvo muy cerca de los partidos de derecha. Pero la conexión con la extrema derecha —representada por Bolsonaro— se produce, inicialmente, por la conexión histórica que existe entre la ideología militar brasileña y la actividad agrícola. “El imaginario de la dictadura militar de ocupación de la Amazonia y de ocupar tierras consideradas “vacías”, ignorando la presencia de Indígenas y Quilombolas, pasa por la concepción de un desarrollo vinculado sobre todo a la agropecuaria, entre otras actividades económicas. Y esa idea de dictadura reaparece con fuerza en el gobierno de Bolsonaro [que es capitán del Ejército]”, afirma la investigadora del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap) y autora del libro, sin publicación en español, Menos Marx, Mais Mises [Menos Marx, más Mises].

A mediados de septiembre el cielo de Sinop y de parte de Mato Grosso estaba dominado por el humo de los incendios

En segundo lugar, sigue Camila, durante el gobierno de Bolsonaro hay una intención de sobrepasar los límites constitucionales —a través, por ejemplo, del Marco Temporal, la tesis de que solo tienen derecho a las tierras los Indígenas que las ocupaban en la época de la promulgación de la Constitución, o del debilitamiento del monitoreo ambiental—, lo que termina favoreciendo a la agroindustria al hacer avanzar la frontera agrícola y dar acceso a tierras antes inaccesibles. “Todavía existe la sensación de que una parte del agro se siente libre de hacer cosas ilegales o criminales y sabe que no los penalizarán”, completa.

Es importante considerar que la agroindustria brasileña es heterogénea. Está compuesta por diversos sectores y entidades representativas, que van desde los llamados “negacionistas” (los más extremistas hacia la derecha) hasta grupos más moderados (defensores de la reducción de la deforestación y de políticas para fomentar una economía baja en carbono), según explica el investigador Caio Pompeia en el artículo As correntes do agronegócio durante o governo Bolsonaro: divergências e acordos em questões socioambientais. En la región centro-oeste brasileña hay productores de soja del grupo más extremista, reunidos especialmente en la Asociación de Productores de Soja (Aprosoja) de Mato-Grosso, liderada hasta 2020 por Galvan, presidente del Partido Nuevo en Sinop.

Según Caio, la organización empezó a acercarse a Bolsonaro en 2016, lo que se intensificó en 2017, después de que la Corte Suprema considerara constitucional que el Gobierno Federal les cobrara a los empleadores rurales las deudas relacionadas con el Fondo de Asistencia al Trabajador Rural (Funrural), un tributo que cubre parte de la jubilación de los trabajadores del campo.

“Fue en conexión con los grupos que no aceptaban el pago de las deudas de Funrural que la candidatura del entonces diputado federal Jair Bolsonaro a la Presidencia cobró impulso en los medios rurales”, escribe Caio en un artículo publicado en la revista piauí. Y los principales defensores de la extinción de las deudas eran Nabhan Garcia, de la Unión Democrática Ruralista, y Galvan, quien años después se convertiría en presidente nacional de Aprosoja. Los dos se convirtieron en una base fundamental de apoyo del candidato Bolsonaro y, posteriormente, tuvieron injerencia en el gobierno. Nabhan llegó a ser secretario de Asuntos Agrarios y Galvan líder del Movimiento Brasil Verde Amarillo, el que financió y organizó varias manifestaciones antidemocráticas en apoyo al expresidente extremista de derecha. Por otro lado, la Asociación de Productores de Soja de Mato Grosso inició un movimiento que culminaría en la creación del Instituto Pensar Agropecuária, que financia las actividades de una oficina de producción legislativa, estrategia política y comunicación que, a su vez, abastece la bancada ruralista en el Congreso.

La gestión de Bolsonaro, por lo tanto, cumplió lo que había prometido: “pasó la aplanadora antiambiental” en medidas que benefician a la agroindustria, especialmente en el tema de la tierra. Nabhan suspendió la reforma agraria, Bolsonaro prohibió la demarcación de tierras indígenas. Según el análisis del geógrafo e investigador Warllen Torres Nannini, el beneficio para los sectores del agro es inmediato. “El aumento criminal de la degradación de los recursos naturales y el avance de la agroindustria sobre los biomas brasileños son algunas secuelas de la política antiambiental puesta en práctica por la agenda política de Bolsonaro, cuyo paquete de flexibilizaciones y decretos alentó y, al mismo tiempo, recompensó a diversos infractores que promovieron el aumento sistemático de la deforestación y del robo de tierras públicas en el país [grilagem]”, escribe.

Nabhan Garcia (con lentes) y el productor de soja Antônio Galvan (a la der.) forman parte del grupo más extremista de ruralistas que apoyan al expresidente Bolsonaro

‘Ai se eu te pego’

Es la noche del viernes 13 de septiembre, víspera de los 50 años de Sinop. La campaña de Dorner organizó un acto en un centro de entrenamiento con la presencia del gobernador del estado, Mauro Mendes, y de otros políticos aliados de Mato Grosso. Es el primer gran acto de la campaña. El campo de fútbol está repleto. Ondean banderas blancas y azules. Los altavoces repiten el lema ‘vota 22’. A cuatro kilómetros, en el Estadio Municipal, el cantante Michel Teló, internacionalmente famoso por la canción “Ai se eu te pego” [en español algo como ‘Ay, si te agarro’], subirá al escenario en unas horas para celebrar el medio siglo de existencia de la ciudad.

Dorner (PL) invirtió más de 350.000 dólares en las festividades, que incluyeron conciertos de música sertaneja [una especie de country brasileño] y religiosa, un torneo de pesca y una romería por el río Teles Pires. Mirtes, su adversaria, intentó suspender los festejos en los tribunales, cuestionando la legalidad de que se hicieran fiestas gratuitas con fondos públicos durante las elecciones. El Tribunal Electoral, sin embargo, rechazó su pedido.

Entre los presentes hay todo tipo de gente, incluso una electora de Lula que piensa que “es una payasada que los vecinos de Sinop exalten los actos golpistas”, como dijo a SUMAÚMA Luciene da Costa, una mujer de 34 años, que estaba con sus amigas Leide Cavalcanti y Maria Saul, una de las cuales partidaria de Bolsonaro.

En el escenario del acto político se exaltan el crecimiento económico de la ciudad, las obras de duplicación de la carretera BR-163 en el tramo entre Sinop y Sorriso, los más de 64 millones de dólares que invirtió el gobierno del Estado en el municipio. “Cuando un equipo está ganando no se hacen cambios, más bien se acelera. Que Dios bendiga esta campaña”, dice el gobernador de Mato Grosso, Mauro Mendes, mientras elogia el mandato de Dorner. A continuación, el candidato-alcalde sube al escenario y habla durante unos breves diez minutos.

El gobernador Mauro Mendes apoya al candidato a la reelección Roberto Dorner (PL), que migró al partido de Bolsonaro para contar con su apoyo, pero no lo obtuvo

“Quería hablar de obras, pero estamos todos cansados…. Todo el mundo sabe cuántas obras ya hemos hecho en Sinop, tenemos 14 puntos de asfalto en la ciudad”. Lleva un sombrero de paja, marca registrada de su atuendo, lo que hace que sus oponentes lo llamen “el viejo del sombrero”.

El humo que todos respiran y la sequía cada vez más duradera, que perjudica a la agroindustria y viene provocando reducciones en la cosecha de soja, son solemnemente ignorados en los discursos. Sin embargo, en el plan de gobierno, Dorner dedica una página al tema “medio ambiente” donde defiende una ciudad “más verde, sostenible y preparada para el futuro, donde el medio ambiente sea una prioridad y un patrimonio que hay que proteger”. La palabra “deforestación”, no obstante, no aparece.

La palabra tampoco forma parte del plan de gobierno de Mirtes, quien la noche anterior había salido a caminar por un barrio de los suburbios de la ciudad, Jardim América, donde entre doscientos y trescientos simpatizantes esperaban la llegada de la candidata. El color de su campaña también es el azul, el mismo que el de su adversario. Mirtes, como Dorner, no respondió a las solicitudes de entrevista de SUMAÚMA.

Si la campaña no está tan presente en las anchas avenidas de Sinop, no se puede decir lo mismo de quienes siguen el canal de Whatsapp de Mirtes —1.469 mensajes en 5 días— o el Instagram de los dos candidatos. Entre las fotos, videos y registros diversos, llama especial atención un post: una foto muy bien producida de Mirtes enfrente a un club de tiro de la ciudad. Unos días después, Dorner no lo dejó pasar. Publicó un video en el interior de uno de los cinco clubes de tiro de Sinop, el Patriotas, cuya fachada está hecha de cristal espejado.

Incompatibilidad de modelos

Marciano Silva respira con dificultad. Habla despacio y hace pausas para recuperar el aliento. Se pone la mano en el pecho, parece preocupado. No sabe si el peso en sus pulmones está directamente relacionado con el humo perenne en el horizonte o si es algo más grave. “Mañana tengo consulta con el médico, a ver qué me dicen. Para mí que son los nervios”, cuenta el agricultor de 46 años. Pide que la entrevista se limite a hablar de la producción, la agroecología y de cosas buenas, porque cuando habla de problemas lo amenazan.

Marciano Silva y sus compañeros del asentamiento 12 de Outubro son adeptos a la agroecología, un modelo de producción que se opone al monocultivo y al uso de pesticidas

Marciano es uno de los primeros habitantes del Proyecto de Desarrollo Sostenible 12 de Outubro, un asentamiento de la reforma agraria regularizado por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) en 2012 después de que un grupo de trabajadores vinculados al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ocupara, en 2006, una hacienda improductiva en el municipio de Cláudia, en los alrededores de Sinop.

Él, como algunos de sus vecinos, se dedica a la producción agroecológica. Planta tomates, lechuga, rúcula, perejil y una variedad de leguminosas y frutas dentro de una lógica sostenible, sin pesticidas y usando todo lo que el propio territorio ofrece. Vende la producción los sábados en Sinop, dentro del proyecto Cantasol, que los ayuda a vender los productos en la ciudad; también cuentan con el apoyo del proyecto Gaia, que desde hace cinco años capacita a familiares para que se perfeccionen en la técnica agroecológica.

“Pocos logran resistir”, cuenta Marciano sobre la producción agroecológica y también sobre la lucha para lograr estructurar la vida en un asentamiento sin el apoyo del poder público. Hoy tiene una casa de albañilería, pero todo lo que conquistó fue gracias a su propio esfuerzo y al de su mujer, Teca, pues nunca obtuvieron ningún crédito para plantar ni para construir. Marciano compara los dos modelos, la agroindustria y la agroecología. “La destrucción del medio ambiente forma parte de la naturaleza de la agroindustria. El latifundio es muy egoísta. El medio ambiente es solo un instrumento, un recurso. Nosotros [los seres humanos] somos parte de la Naturaleza y la parte menos importante de la Naturaleza. A la Naturaleza, como a nosotros, todos los días la lastiman, la hieren y la condenan a muerte. Sin nosotros, vive maravillosamente bien”.

Nos muestra su huerta con orgullo. “Gano 2.100 reales (unos 385 dólares) al mes”. En su terreno todos los árboles, incluido un joven y robusto Castaño Amazónico, fueron plantados por él. “Cuando llegamos aquí, la hacienda solo tenía el 45% del área de reserva [preservada]”, recuerda. Los primeros habitantes se encargaron de reforestar algunas áreas y de cuidar la Selva nativa, que fue designada como área colectiva.

Sin embargo, hoy el asentamiento está todavía más deforestado. En la entrada, cerca de la carretera BR-163, hay una gran zona con imponentes Castaños Amazónicos, pero prácticamente sin vegetación alrededor. “Todo era Selva”, cuenta Marciano. Por otro lado, cerca del pueblo, donde se encuentran la escuela, el centro de salud y un comercio de materiales de construcción, hay un terreno recién quemado. La poca área de Selva que se ve está al fondo, cerca del Río. Un letrero al lado de la escuela anuncia la venta de terrenos. A pocos metros, un portón cerrado dice “Chácaras Lagoa Dourada – acceso restringido”.

El robo de tierras públicas por falsificación de documentos [grilagem] se hace todavía más presente en el asentamiento desde que la central hidroeléctrica de Sinop inundó parte de la Selva, bloqueó el río Teles Pires y creó un embalse al lado del asentamiento en 2019. Cerca del “inundado”, como los vecinos llaman al embalse, hay caminos abiertos, casas en construcción y áreas recientemente deforestadas. La actividad es ilegal, pues se trata de un área del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) concedida a agricultores. Los movimientos sociales de Sinop presentaron denuncias ante los órganos competentes, pero sin resultados efectivos hasta el momento. Sinop Energia, responsable de la hidroeléctrica, dice que el área es responsabilidad del Incra, pero que denuncias “realizadas por la empresa fueron desplegadas por las autoridades en acciones como inspección de la Policía Militar Ambiental y la apertura de una investigación por parte de la Policía Federal”. Contactado, el Incra dijo que realizó una inspección en el lugar en junio de 2023 con el objetivo de “contribuir con los trámites para la retirada de los invasores del área de reserva legal”, en un proceso que se encuentra en su etapa administrativa.

Además de la deforestación y del impacto del monocultivo, la ciudad tiene una central hidroeléctrica que secuestró las aguas del Río y dejó cementerios de árboles

El embalse obligó a que algunas de las 100 familias originalmente asentadas abandonara el asentamiento 12 de Outubro y ahora fuerza a las que se quedaron a lidiar con los ladrones de tierras. También hubo asentados que vendieron sus terrenos a productores de ganado y soja, lo que les genera otro problema a los campesinos: los pesticidas.

Calixto Crispim y su mujer Alessandra vivieron durante algunos años al lado de una plantación de soja, dentro del asentamiento. Cuando estaba embarazada, se vieron obligados a pasar algunos días en otra casa. “Este tipo pasaba veneno cinco veces por cada costal de soja, más cinco por cada costal de maíz. Había viento soplando hacia nuestra casa. Y entonces mi esposa inhaló esas cosas… y empezó a sentirse mal. La panza enorme. Qué desesperación”, recuerda Calixto. “Mi hijo es autista. No logro probar que su trastorno pudo haber sido causado por el uso de pesticidas, pero hay estudios que indican el aumento abusivo de los casos de TEA mucho en función de la mala alimentación y el envenenamiento”.

Calixto es alto, negro y tiene una sonrisa ancha y frecuente, incluso cuando habla de cosas tristes. Al igual que su vecino y cuñado Marciano, tiene una huerta agroecológica y vende sus productos en Sinop. Hay varios tipos distintos de árboles en el terreno actual: Pitomba, Nance, Anacardo. También tiene un criadero de abejas sin aguijón, las llamadas angelita. Además de trabajar en la huerta, es maestro en la escuela del asentamiento.

Cuenta Calixto que la deforestación y el robo de tierras en el asentamiento 12 de Outubro empezaron en 2015, pero empeoraron mucho durante el gobierno de Bolsonaro. Evita hablar de los problemas y conflictos que tuvo con los invasores, se limita a decir que “que casi se enferma”.

El maestro y agricultor Calixto Crispim muestra con orgullo su criadero de abejas y su huerta agroecológica, cuya producción vende en Sinop

Agrosuicidio

“Uma safra para esquecer” [en español: “Una cosecha para olvidar”]. Este fue el título de un artículo que la Asociación de Productores de Soja, Aprosoja Brasil, principal entidad del sector, publicó en mayo, previendo una reducción de hasta el 21% en la cosecha de granos para el estado de Mato Grosso este año. Por más que haya sobreestimado el tono y el porcentaje, la organización no estaba equivocada. Datos publicados el 12 de septiembre por la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) estiman que la cosecha 2023/2024 cierra en 147 millones de toneladas, una reducción del 4,7% respecto a la cosecha pasada, que fue de 154 millones. En Mato Grosso, el impacto fue peor: la producción cayó casi un 13,7% (de 45,6 millones de toneladas a 39,3 millones en esta cosecha). Y en Sinop hubo una caída del 9,3% (de 678.427 toneladas en la cosecha anterior a 615.483 toneladas en esta), según un estudio del Instituto de Economía Agropecuaria de Mato Grosso.

“La caída observada se debe principalmente al retraso del inicio de las lluvias, las bajas precipitaciones y las altas temperaturas en las zonas sembradas entre septiembre y noviembre”, dice la nota de Conab. La oleaginosa debe sembrarse entre septiembre y noviembre —período en el que la Amazonia enfrentaba la peor sequía de los últimos años—, mientras en Rio Grande do Sul las lluvias eran excesivas.

Los productores suelen reaccionar ante una caída de la producción o una sequía ampliando el área de plantación, y las cifras lo demuestran. En esta cosecha, el área dedicada a la leguminosa creció un 4,4%, pero la productividad cayó otros 8,7%.

Para el ingeniero forestal Argemiro Teixeira Leite-Filho, investigador del Centro de Teledetección de la Universidad Federal de Minas Gerais, aumentar el área de producción sería otro “tiro por la culata”. De hecho, tal vez sea un tiro en el corazón, porque el escenario es tan delicado que Argemiro acuñó un término que explica por sí mismo el fenómeno de la agroindustria brasileña: agrosuicidio. Desde 2016 estudia la relación entre deforestación, lluvias y producción agrícola. Y es tajante en decir que la relación es directa: a mayor deforestación, mayor reducción de precipitaciones y mayor caída de la producción agrícola.

“Entre 1999 y 2019, las regiones ampliamente deforestadas experimentaron un retraso de aproximadamente 76 días en el inicio de la temporada de lluvias. Estas regiones también registraron una reducción de 360 milímetros en las precipitaciones y un aumento de la temperatura máxima del aire de 2,5ºC”, dice un fragmento de un artículo que publicó en enero de este año.

Otra conclusión interesante de sus estudios es la confirmación de que la deforestación local también impacta sobre las lluvias del territorio. Es decir, no solo la deforestación en el sur del estado de Amazonas afecta las lluvias en Mato Grosso, la deforestación en el mismo estado de Mato Grosso reduce las lluvias en sus plantaciones. “La conservación [de la Selva] es fundamental para la producción agrícola”, resume.

Argemiro pasó algunos meses entrevistando a productores rurales en el estado de Pará y observa que, aunque los hacendados tengan dificultades en reconocer la emergencia climática, están adoptando medidas de adaptación, como aumentar el área de producción, comprar mejores semillas u obtener créditos para riego. Sin embargo, para el investigador, “ver la vegetación nativa como parte de la producción es tan importante como que el productor piense que el próximo año tendrá que comprar una semilla mejorada”. Además de ser la medida más barata para mantener alta la productividad de sus tierras.

Después de haber deforestado 205.000 hectáreas de Selva entre 1987 y 2023, son pocas las áreas preservadas, como los márgenes del Río Teles Pires

La ocupación que no tiene nombre

Alexsandra de Sousa Silva muestra las hierbas que planta en casa —aloe vera, albahaca, limonaria— y se queja de la sequedad y del calor. “La gente dice que la venida de Jesús está cerca, pero no es así, es el ser humano el que está destruyendo la naturaleza, con todo”. Es una de las pocas residentes de la ocupación sin nombre, en la periferia urbana de Sinop, que tiene un piso de azulejos en su casa. Sus vecinos tienen casas de madera con el piso de tierra.

A falta de nombre, ella llama al barrio “grillo”. Sus calles están sin asfaltar, no tienen electricidad regular ni tampoco sistema de alcantarillado y están enfrente de una plantación de soja y al lado del barrio Jardim Araguaia.

Cuando llegó a Sinop, hace cinco años, Alexsandra trabajó como empleada doméstica en el barrio Aquarela. Hoy se ocupa de la casa. Su marido y uno de sus hijos, de 17 años, trabajan en la construcción civil. Nació en Floriano, estado de Piauí y creció en Paraupebas, estado de Pará, y, a pesar de estar en una de las ciudades más ricas de Mato Grosso, que produce 615.000 toneladas de soja al año, Alexsandra dice que “lo único que quería era tener dinero para comprar la cena”.

Alexandra de Sousa dice que le encanta Sinop, a pesar de vivir en una ocupación sin alcantarillado ni nombre en los suburbios de la ciudad

Cuenta que su marido está a punto de cobrar 1.100 dólares, pero su patrón no le paga. Les toca esperar. Cada día es una eternidad. Pero ella no se deja afectar y no se queja. Solo comenta que le parece un desperdicio que el alcalde gaste 360.000 dólares en una fiesta. “Debería estar ocupándose de las personas necesitadas”. Para el 6 de octubre Alexsandra no tiene candidato. “Cuando lo necesitamos, nadie nos ayuda”.

Desde las estructuras de hierro instaladas en la avenida principal para el 7 de septiembre, hoy inutilizadas, hay que entrecerrar los ojos para poder ver, al fondo, la silueta de la Catedral Metropolitana. El horizonte está dominado por lo que parece una niebla espesa, pero el aire entra denso, rasguñando la garganta y forzando un ronquido. Los incendios que están afectando a gran parte del país este principio de septiembre también cercan la ciudad. Hay un olor a humo mezclado con mosto, un olor dulzón fermentado del maíz que alimenta las plantas de etanol de la región.

El futuro apocalíptico ya está dando sus señales.

Sin embargo, al fondo, el paisaje entrecortado por pedazos de Selva nativa insiste en recordarnos que Sinop es también Amazonia. Y solo con la Selva es posible sobrevivir.

En medio a la aridez y al humo, una “isla” de vegetación insiste en recordar que allí todo es Amazonia


Reportaje y texto: Ana Magalhães
Edición: Talita Bedinelli
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Gustavo Queiroz
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al ingles: Sarah J. Johnson
Traducción al spañol: Julieta Sueldo Boedo
Montaje de página y finalización: Natália Chagas
Coordinación de flujo de trabajo editorial: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
Directora editorial: Eliane Brum

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