Periodismo desde el centro del mundo

La Diputada Federal elegida Marina Silva en entrevista a SUMAÚMA en octubre de 2022. Foto: Lela Beltrão/SUMAÚMA

Querida comunidad Sumaúma:

Esta es la semana más importante de nuestras vidas, como colectivo, como personas que se conjugan en plural. Para muchas y muchos, aquí en la selva, es más que eso: es la decisión sobre si tendrán posibilidad de vivir o si las balas que, en estos últimos cuatro años han buscado su cabeza y la de sus hijos, los alcanzarán a partir del 1 de noviembre. Es lo que sucederá si Jair Bolsonaro se reelige. No es una exageración ni un discurso electoral. Solo cree que es una hipérbole quien no consigue ver más allá de sus privilegios. Esta es la realidad en la selva amazónica y también en otros enclaves de la naturaleza, como el Cerrado y el Pantanal. Nosotros, en SUMAÚMA, afirmamos y comprobamos esto en cada reportaje.

Esta semana ha habido días en los que, personalmente, he sentido un peso tan fuerte en el pecho al ver el sol sanguíneo fruto de los incendios criminales de la base de Bolsonaro en la Amazonia que se hizo difícil caminar. Pero caminé, caminamos. Me siento impotente por descubrirme incapaz de hacer comprender a la gente que es su vida la que está en riesgo. No solo la vida de los defensores de la selva, sino la mía y la tuya, a pesar de nuestros privilegios. Sin la Amazonia, no se podrá vivir con alguna calidad en este planeta. Ella es la gran reguladora del clima. La selva es mucho, pero mucho más que eso, pero, aunque sea por egoísmo, luche por cada voto a Lula, porque de él depende el futuro muy próximo de la selva y, por lo tanto, tu vida y la de los niños que te rodean.

En este cuarto boletín, las periodistas Carla Jimenez, Verónica Goyzueta y yo entrevistamos a Marina Silva, la política más importante del frente amplio que apoya a Lula, según la visión de SUMAÚMA. En ella contamos por qué entendemos que la diputada federal ocupa un lugar muy singular y muy nuevo en la historia brasileña y por qué tendrá un papel fundamental en el destino de Brasil de los próximos años. Pero, principalmente, Marina Silva nos cuenta por qué hemos perdido el derecho a ser estúpidos. Nos instiga a ampliar el paisaje de nuestra mente y a luchar. Léala. Y luche.

La periodista Catarina Barbosa fue al archipiélago de Marajó, el lugar con el peor índice de desarrollo humano de Brasil, para comprobar las denuncias que la senadora Damares Alves hizo el 8 de octubre, en un culto electorero, sobre las niñas de las 17 islas. Como de costumbre, la exministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos de Bolsonaro, Damares, lanza horrores al viento, con el objetivo de que su jefe salga reelegido, siempre contando con la impunidad que el bolsonarismo ha aumentado en Brasil al ocupar el poder. SUMAÚMA fue a Marajó para hacer lo que hace el buen periodismo: buscar la verdad. Y la verdad que encontramos es que la senadora electa el 2 de octubre por el partido Republicanos, miente. Y su mentira oculta varias verdades sobre la desastrosa actuación del Gobierno de Bolsonaro en esta región amazónica.

Ilana Katz es una de las más importantes investigadoras de la infancia en el área del psicoanálisis y trabaja tanto con niños de las Redes de Maré, en Río de Janeiro, como con niños del barrio de Santa Benedita, uno de los más pobres de la periferia de la ciudad amazónica de Altamira, en el estado de Pará, como consejera de la organización Aldeias. Con estas credenciales de puente entre mundos y entre infancias, ha analizado los hechos, los actos, las políticas y los vetos de Jair Bolsonaro en estos casi cuatro años de Gobierno. En su artículo de opinión, nos muestra como Bolsonaro ha determinado quiénes son las niñas y los niños matables de Brasil y cómo esta elección afecta a todos los niños, incluso las hijas y los hijos de la minoría privilegiada del país.

Carolina Santana, asesora jurídica del Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas Aislados y de Reciente Contacto (OPI), ha escrito un texto dolorido sobre cómo los cuerpos de los indígenas siguen siendo violados incluso después de su muerte. Según la información que tanto ella como organizaciones indígenas han obtenido, el hombre conocido como el «indio del agujero» ha sido reducido a dos cajas de huesos y continúa insepulto casi dos meses después de su muerte. Durante 25 años vivió solo, porque todo su pueblo había sido exterminado por grileiros (ladrones de tierras públicas) y madereros, y se adornó para morir solo. Pero ni siquiera su muerte ha sido respetada.

No te olvides de ver qué tiene que decirnos Guariba con el trazo de Pablito, nuestro periodista en tiras. Guariba no puede votar, pero las elecciones del domingo lo afectarán profundamente. Posiblemente más que a nosotros. Deberíamos estar debatiendo una democracia que fuera más allá de los humanos, que contemplara los derechos de la naturaleza y de los pueblos-naturaleza, pero Bolsonaro, los 51 millones que votaron a él y todo lo que representa, nos condenan a luchar solo para que Brasil siga siendo al menos una democracia incompleta después del 30 de octubre. Una democracia incompleta es infinitamente mejor que una dictadura. Y lo digo no solo por lo que he estudiado y me han contado, sino por lo que viví en la dictadura empresarial y militar que se extendió durante 21 años en Brasil.

Todas, todes, todos tenemos una única misión hasta el próximo domingo. Luchar por el voto de los indecisos, de los que votaron en blanco o anularon el voto, de los que no comparecieron a las urnas. No hay espacio ético para no comprometerse. Omisión es acción en momentos límite como el que vivimos. Toma lo que sabes hacer y ponte al servicio de la democracia. No conseguiremos convencer a un bolsonarista convicto, como nos enseña Elisa Estronioli, periodista y militante del Movimiento de los Afectados por Presas (MAB), que dejó su casa y su familia en la periferia de Altamira y se fue a Belén a sumarse a la lucha por el voto de los indecisos. Pero con hechos, pruebas, argumentos legítimos, conseguimos mostrar por qué necesitamos impedir la reelección de Bolsonaro. Elisa nos recuerda la frase del político y guerrillero Carlos Marighella, que enfrentó la dictadura y fue ejecutado por sus agentes: «la única lucha que se pierde es la que se abandona».

Eliane Brum
Idealizadora y directora de redacción de SUMAÚMA

Traducción del portugués: Meritxell Almarza

Brazo de río en la aldea de Demini, en la tierra indígena Yanomami, estado de Amazonas. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA

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