Era el plan perfecto. Después de que su rostro, aún joven, apareciera estampado en los periódicos por haber matado a uno de los mayores defensores de la Amazonia brasileña, Darci Alves Pereira decidió seguir con su vida, pero con otro nombre y una personalidad inventada. El asesino confeso de Chico Mendes se convirtió en el «pastor Daniel», se mudó a una pequeña ciudad de 27.000 habitantes en la carretera Transamazónica, en el estado de Pará, y entró en política. En Medicilândia, bautizada así en honor al dictador Emílio Garrastazu Médici, se camufló entre los suyos: los destructores de la Amazonia.
Uno de tantos, comerciaba con bueyes y vacas, cacao y tierras. En los intervalos, celebraba los cultos de una iglesia en quiebra. Una imagen perfecta del bolsonarismo ruralista que ha crecido en los últimos años, su nueva vieja vida le valió la presidencia local del Partido Liberal (PL), del extremista de derecha Jair Bolsonaro. Se convirtió en precandidato a concejal en las elecciones municipales de este año. Daba, quizás, uno de los primeros pasos de una trayectoria que podría haber acabado en el Congreso Nacional, en Brasilia, de no ser por el medio digital ((o))eco, que mostró al mundo que el «pastor Daniel», líder del partido de derechas de la ciudad, y Darci Alves, asesino de Chico Mendes, eran la misma persona.
Darci (derecha) fue condenado por el asesinato de Chico Mendes junto a su padre, Darly. Luego, en Medicilândia, se convirtió en pastor. Fotos: AFP/Facebook
El reportero Bruno Abbud y el fotógrafo Christian Braga estuvieron en Medicilândia en abril y reconstruyeron para SUMAÚMA la transformación de Darci en el «pastor Daniel». En la ciudad donde «desconocidos vienen de fuera a morir», el hombre que interrumpió la lucha del líder cauchero fue a revivir. Y tuvo vía libre para hacerlo en una Amazonia donde los asesinos de cuerpos-personas y los de cuerpos-selva se mezclan. En una de las ciudades más deforestadoras de Brasil, donde Bolsonaro obtuvo casi 7 de cada 10 votos en las últimas elecciones presidenciales.
La prensa obligó a Darci a salir del armario de «ciudadano de bien» y acabó expulsado del PL por su presidente nacional, Valdemar Costa Neto, que no puede permitirse pisar en falso. El dueño del principal partido de derechas del país, que da cobijo al expresidente extremista, tiene sus propios problemas legales. Condenado —y luego indultado— por su implicación en uno de los mayores escándalos de corrupción de Brasil, el Mensalão del Partido de los Trabajadores, ahora se le investiga como sospechoso de ayudar a orquestar un intento de golpe de Estado el 8 de enero de 2023, que perpetuaría a Bolsonaro en el poder con la ayuda de los militares.
En su rincón de la Amazonia, los vecinos de Darci lo señalan como uno de los posibles financiadores del atentado contra la democracia. Estuvo con su mujer en las manifestaciones golpistas y, en vísperas del 8 de enero, vendió muchos bueyes y vacas, según los lugareños. «Dicen que apoyó las manifestaciones golpistas con 60.000 reales [unos 12.000 dólares]. Otros dicen que fueron 30.000 [unos 6.000 dólares]. El hecho es que en ese período vendieron mucho ganado», contaron unos vecinos a Bruno y Christian. En todo el país, personas relacionadas con la agroindustria están siendo investigadas como sospechosas de apoyar la intentona golpista. Darci niega este y los demás crímenes, incluido el asesinato de Chico Mendes, que confesó con todo lujo de detalles a la policía en su momento.
Medicilândia y Brasilia están a más de 2.000 kilómetros de distancia, pero las une un hilo invisible. El hilo de la muerte. La élite de ladrones de tierras públicas de ciudades como Medicilândia depende de la élite política de Brasilia para seguir destruyendo y lucrándose. A menudo, son la misma élite. La Brasilia de la extrema derecha, que ya no está en la presidencia pero puebla el Congreso Nacional, también depende de ciudades como Medicilândia, de la destrucción de la selva y de la eliminación de las vidas que se interponen en el camino de la codicia para perpetuar sus clanes de poder. Son dos extremos que se retroalimentan. Por eso Bolsonaro quería «hacer pasar todo el ganado», expresión que utilizó su ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles con el sentido de derribar el mayor número de leyes ambientales posible.
Con la inelegibilidad de Bolsonaro, la Amazonia está en disputa. Y conseguir municipalidades y, por lo tanto, grandes altavoces electorales, será importante para los comicios presidenciales de 2026. Los políticos experimentados como el excomunista Aldo Rebelo, actual secretario de Relaciones Internacionales de la municipalidad de São Paulo, lo saben. Entre finales de 2022 y principios de 2023, plantó su base en Altamira, uno de los municipios más deforestados de Brasil, situado en el estado de Pará, para tejer alianzas con ladrones de tierras públicas y defender a los mineros ilegales a lo largo de la carretera Transamazónica. Dio conferencias en diferentes estados amazónicos, pero también hizo acto de presencia en clubes militares del sudeste del país. El mes pasado, el excomunista, que defiende un proyecto nacionalista «agromilitar», lanzó un libro sobre la Amazonia en el que continúa su cruzada sin pruebas contra las organizaciones no gubernamentales brasileñas y extranjeras que trabajan en la selva para proteger a los seres humanos y más-que-humanos. El lanzamiento contó con la presencia de Jair Bolsonaro y de uno de los principales brazos militares de su presidencia, el general retirado Eduardo Villas Bôas.
El hilo de muerte conecta también Medicilândia y Brasilia con el sur de Brasil. El estado de Río Grande del Sur lleva más de un mes sufriendo uno de los fenómenos climáticos extremos más graves que se han producido en el país. Las víctimas son personas como el cacique Timóteo Karay y su sobrino Pablo, que contaron a SUMAÚMA cómo las aguas del Guaíba destruyeron su aldea Guaraní y todos lo perdieron todo menos la tierra, de donde no pueden salir, ni siquiera para ir a un refugio público. Para no perderla, ya que podría caer en manos de la agroindustria o convertirse en un edificio, tienen que enfrentar el riesgo de morir ahogados. También son víctimas los cientos de más-que-humanes rescatades de la muerte por la voluntaria Isis Pacheco Brancher, retratada en esta edición por Pablito Aguiar, reportero-dibujante.
Lo que ocurre en ciudades como Medicilândia afecta a personas como el cacique Timóteo y Pablo, a les más-que-humanes que salvó Isis y al medio millón de personas desplazadas por una lluvia incesante en un estado que no está preparado para la nueva realidad climática que ha provocado una minoría dominante de humanos. La bala de familias como la de Darci contribuye a agravar sucesos como este. El fuego que provocan en la selva para convertirla en pastos también modifica el clima. La destrucción de la Amazonia no está solo en la Amazonia.
Darci acabó expulsado del PL, pero no parece haber renunciado a la política. Al reportero Bruno Abbud le reveló que «varios partidos» se habían puesto en contacto con él. No cabe duda de que su nueva vieja fama le permitirá optar a puestos aún más importantes en las elecciones municipales de octubre. Para una parte de la extrema derecha brasileña, matar a quienes defienden la selva es lo mismo que matar la selva: es solo una parte del negocio.
Las elecciones municipales de este año serán aún más cruciales para nuestro futuro. La tragedia del sur de Brasil nos muestra que no nos queda mucho tiempo para desacelerar el colapso climático que ya ha llegado. La Amazonia es clave y, por eso, sus municipios no pueden seguir en manos de los grupos de poder que roban tierras públicas en el país, que hacen las leyes que ayudan a acabar con el clima, que financian golpes contra la democracia para perpetuar impunemente la destrucción.
El reportaje sobre Darci y Medicilândia inaugura la cobertura de SUMAÚMA de las elecciones municipales en Brasil. En los próximos meses les contaremos cómo funciona la política local en la Amazonia y cómo está conectada más allá de los límites de las propias ciudades. En SUMAÚMA creemos que la democracia brasileña, aún tan reciente, está incompleta. Debe incorporar a todas las personas humanas y más-que-humanas y a sus futuras generaciones. En 2024, lo que está en voto es la vida misma: la de los que ya han nacido y la de los que están por nacer.
Texto: Talita Bedinelli
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al ingles: Diane Whitty
Traducción al español: Meritxell Almarza
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Montaje de página y finalización: Natália Chagas
Coordinación de flujo de trabajo editorial: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
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