Periodismo desde el centro del mundo

Beatriz Matos y Alessandra Sampaio se reúnen en Brasilia para conversar un año después del asesinato de sus maridos, Bruno Pereira y Dom Phillips. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA

Tenían vidas discretas, distintas y distantes. Bia se sentía realizada como profesora del posgrado en Antropología en la Universidad Federal de Pará, en Belém. Lejos de allí, en Salvador, Alê planeaba abrir una tienda de artesanía en línea con artistas del Norte, mientras creaba bolsos en su máquina de coser. Las vidas de Beatriz Matos y Alessandra Sampaio difícilmente se habrían cruzado de no ser por la tragedia. El asesinato de sus maridos, Bruno Pereira y Dom Phillips, hace un año en el Valle del Yavarí, en la Amazonia brasileña, las unió. El vínculo nacido del dolor se ha convertido en afecto. Bia y Alê se hicieron cómplices en la búsqueda de la vida en tiempos brutales.

«Esta foto irá al álbum familiar», bromean, mientras posan para los retratos de esta conversación que ha promovido SUMAÚMA en Brasilia. Lo que viene a continuación es un intercambio entre mujeres que se han unido en la lucha por la justicia, en el activismo por la Amazonia y los pueblos indígenas, pero también en el dolor, en el horror de haber perdido brutalmente a sus compañeros, en medio del abandono deliberado promovido por el gobierno del extremista de derecha Jair Bolsonaro.

Bia ahora es parte del nuevo gobierno, el de Luiz Inácio Lula da Silva. A principios de año, asumió el cargo de directora del Departamento de Protección Territorial y de Pueblos Aislados y de Reciente Contacto, del Ministerio de los Pueblos Indígenas, con el mismo equipo que trabajaba con Bruno. Alê, por su parte, ha aparcado la artesanía y está aprendiendo —molesta por la burocracia— a crear una ONG. Su objetivo más cercano es publicar el libro que Dom estaba escribiendo cuando lo asesinaron. Sin prisa, con cuidado, como él y ella querrían que fuera. Alê y Bia extrañan desgarradoramente a sus maridos. Pero a los humanos, no a los símbolos en que se han convertido. Para ambas, ni ellos eran héroes ni ellas son fuertes, los adjetivos que se les suelen aplicar.

La conversación, fácil, es casi siempre alegre y cariñosa, incluso cuando hablan de la tragedia. Se ríen de las ironías de la vida incluso cuando se les humedecen los ojos al pensar en los niños, los dos hijos de Bia y Bruno (de 3 y 4 años) y el querido sobrino de Alê, que ya no se atreve a encarar la mirada profunda de su tío Dom en el retrato. Hay rabia cuando hablan de la injusticia, de las dificultades financieras, de la cobardía de quienes quieren culpar a sus muertos. Su deseo es no dejarlos morir nunca. Como parte de la selva, Bruno y Dom ahora son seres «encantados».

Al final de la conversación, Bia y Alê se abrazan con fuerza y deciden pasar juntas el resto de la tarde. Antes, recogen a los hijos de Bia en el colegio. El dolor sigue, quizá nunca desaparezca. Pero la alegría de estar juntas se impone. Para Alê y Bia, marcadas por la sangre, la mejor respuesta a la violencia es vivir. Y luchar para que la naturaleza y sus pueblos puedan seguir existiendo. No es la lucha de sus maridos: es la suya.

El encuentro

Alessandra Sampaio: Nuestro encuentro fue una locura, porque fue muy intenso, ¿verdad? Todo lo que perdimos, esos días de búsqueda…

No teníamos contacto y grabé un vídeo porque la gente nos presionaba para que habláramos, para que las familias hablaran, y todavía no conseguíamos hablar. Hice un vídeo en el salón de mi casa, que grabó mi hermana, y se hizo viral. Entonces pensé: Dios mío, estoy hablando, pero ni siquiera sé lo que piensa Bia, por lo que está pasando, ¡tiene dos hijos! Sabía de ella por las noticias. Nos encontramos por necesidad, pero hubo empatía, ¿no?

Beatriz Matos: Sí. Recuerdo que primero hablamos por WhatsApp o por teléfono. Y un día hicimos una videollamada, justo cuando se estaba haciendo la búsqueda, ¿no? Nos conocimos en esa llamada. Había visto tu vídeo, pero ni siquiera lo vi entero porque era demasiado duro. También tenía mucho miedo de exponer a mis hijos. Temía que, si aparecían, eso les pudiera perjudicar. No sé, cuando los llevara a la escuela… No quería que la gente me reconociera.

Alê: Era todo muy nebuloso.

Bia: Todo era muy extraño. El recuerdo que tengo es que nos caímos bien de inmediato. Porque podría no haber sido así. Podíamos estar juntas para apoyarnos mutuamente, pero no teníamos que tener necesariamente esta confianza inmediata.

Alê: Recuerdo que también me angustiaba que la gente se lo tomara por el lado de «Alessandra habla en nombre de las familias». Y no era así. Ni siquiera sabía qué pensaba Bia, qué opinaba, cómo estaba reaccionando. Y entonces me dijiste: Alê, estuvo bien, porque mientras tú hablabas yo pude resguardarme por los chicos. Así que me sentí bastante aliviada. En ese momento era una mezcla de desesperación, de angustia, de sentimiento de culpa, de no estar haciendo lo correcto, de dar información errónea.

Hubo un momento en que los hermanos de Dom me llamaron para decirme: «Han llamado de la embajada». Y me confundí, pensé que era el Consulado Británico el que los había llamado. Había pedido al Consulado que los avisara, porque no me fiaba de la información del gobierno [brasileño] anterior.

Y entonces los hermanos de Dom recibieron una llamada de madrugada, me llamaron a las 6 de la mañana y me dijeron: han encontrado dos cuerpos. Dije: ¡Dios mío, han encontrado dos cuerpos! Y lo escuchó un periodista que estaba hablando con mi hermana. Preguntó: «Alessandra, ¿puedo publicar eso?». Y le respondí: «No tengo la confirmación, pero creo que sí». La confirmación que recibía de todo venía de amigos periodistas. La Policía Federal no me avisaba con tanta rapidez como los periodistas. El retraso de la Policía, con la información, era muy angustioso. Entonces publicó eso y reverberó de una manera… Mucha gente me llamó, diciendo que no era verdad. Entonces te sientes culpable. Empecé a sentirme superculpable, fui ingenua al pasar esta información.

Bia: Yo también todavía me siento culpable: que debería hablar más, hacer más. ¿Cuál es mi papel en este asunto? ¿Tengo que hablar y ponerlo en los medios de comunicación, o no, o estoy exponiendo demasiado? Desde que empezaron las búsquedas hasta el día de hoy, siento lo mismo. Y, a la vez, intento respetar lo que siento, pero también sin saber muy bien cómo. No sabes hacerlo. ¿Quién sabe lo que sentimos? Nadie.

Alê: Ni nosotras lo sabemos. Tú eres antropóloga, pero yo ni eso. Ni periodista, ni antropóloga, estoy aún más perdida. Y a menudo también me siento culpable. La gente se acerca, intenta ayudar, y la cosa se complica. Nunca complacemos a todo el mundo, nunca estamos seguras al 100% de lo que hacemos. Intentas hacerlo lo mejor posible y no siempre es lo que la gente espera. Tienes que aprender a sobrellevarlo. A mí me resulta muy difícil.

Bia: Y sobre todo porque hay una cuestión que es más grande que nuestros matrimonios, nuestras familias. La actuación política, la forma como murieron, como fueron asesinados, y el hecho de que esto le sucede a mucha gente en Brasil. No son pocos, no. Ellos no fueron los únicos que murieron por su importante actuación política en las cuestiones indígenas y medioambientales.

Alê: De protección, conservación.

Bia: Y entonces estoy segura de que lo que Bruno esperaría de mí no sería menos. Pero, a la vez, no sé hasta dónde tengo que llegar. Está lo de continuar su obra, pero, a la vez, respetar nuestro momento, sin saber exactamente cuál es ese momento.

Alê: Nuestra vida privada ha pasado a ser pública. Creo que hay mucha presión sobre lo que hacemos, porque es como si los representáramos. Es una presión que viene de varios sitios. Son personas en las que confiamos, con las que nos relacionamos, pero con propósitos diferentes. Entonces, ¿cuál es la propuesta que representará lo que creo que es correcto y que será lo mejor? Está el miedo a equivocarse grotescamente, por ingenuidad. Es muy angustiante.

Bia: Sí.

Alê: Y todo el mundo pregunta: ¿y el legado de Dom y Bruno? Yo digo: se está creando. Está su trabajo y está nuestra maduración emocional de lidiar con la pérdida. Le digo a mi psicóloga que está la Alessandra jurídica y la Alessandra física.

Bia (riéndose): Totalmente.

Alê: Actualmente, la que funciona mejor es la Alessandra jurídica, porque se está acercando el aniversario de su muerte, están los eventos, las entrevistas… Y hace un vídeo, hace un discurso, organiza… Y la Alessandra física está ahí, quietecita. Cuando puede, ve un vídeo y se emociona, intentando encontrar un equilibrio.

Bia: Desde que sucedió, he creado esta persona jurídica. Incluso porque yo también trabajaba con eso. Por ejemplo, cuando hice mi primera entrevista, que fue para [el programa de televisión] Fantástico, ya tenía en mente lo que tenía que decir para que las búsquedas fueran más eficaces. «No voy a llorar, no».

Alê: Fuiste una guía para mí, porque yo estaba en modo Alessandra emocional, recordando solo a Dom, mi marido, porque todavía no entendía la dimensión de lo que había sucedido. Fuiste un ejemplo para mí cuando dijiste: «Tenemos que centrarnos en esto ahora». Entendí el mensaje. Pensé: «Sí, tiene que ser así, porque es muy urgente». Toda la cuestión de la seguridad, la violencia, las invasiones [de la Amazonia], las búsquedas, el juicio. Tantas cosas por las que tenemos que pasar todavía.

Bia: Creo que esto de entrar en modo persona jurídica, como has dicho, ayuda a ocultar la parte emocional debajo de la alfombra. Son muy pocas las veces que realmente me enfrento a ello. Que siento…

Alê: Sin duda. Pero esta semana…

Bia: Porque es mucho.

Alê: Sí, es mucho.

Bia: Entonces ya entro en modo persona jurídica. Hay que hacer no sé qué. Y voy encontrando el equilibrio.

Alê: Es por salud. Vas haciendo cosas y te centras en lo que es posible.

Bia: Y por eso todos dicen: «¡Ostras, Bia! ¡Eres muy fuerte! Lo has conseguido». Solo que en realidad es una manera de llevarlo.

Alê: Exacto. A mí también me lo dicen mucho. «¡Qué fuerte eres! ¡Eres un ejemplo!». Y yo pienso: «¡Por el amor de Dios! No me pongas más peso».

Bia: Nadie sabe vivir algo así. Y enfrentarse a ello, en realidad, es mucho más difícil. Es muy difícil pararse a pensar qué te ha pasado a ti, a tus hijos, a la familia, qué pasará a partir de ahora. En la situación en la que estamos ahora, sin ellos… Que los perdimos… Cuando me paro a pensar…

Alê: Te da una cierta desesperación, ¿no?

Bia: No puedo con eso. Mi psicoanalista habla, y yo concuerdo. Es una forma de no dejarlo morir. Es un poco una forma de no dejarlo morir.

Alê: Con todo esto, con los niños pequeños, trabajando mucho…

Bia: En cualquier circunstancia, la idea de una madre abandonada, de un niño de 4 y 3 años que pierden a su padre, es demasiado horrible. En esa circunstancia, pues, es insoportable. Es insoportable. Pero a la vez tienes que soportarlo. ¿Qué voy a hacer? Tú también, no tuviste hijos con Dom, pero pensabas tenerlos. Y, además, has perdido a un compañero y no tendrás otro igual. Como yo. La historia que tuve con Bruno no la volveré a tener. La hemos perdido. Es insoportable pensar en ello.

«En cualquier circunstancia, la idea de una madre abandonada, de un niño de 4 y 3 años que pierden a su padre, es demasiado horrible. En esa circunstancia, pues, es insoportable. Es insoportable. Pero a la vez tienes que soportarlo. ¿Qué voy a hacer?»

(Beatriz Matos)

El compañerismo 

Alê y Bia se hicieron cómplices buscando cómo vivir. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA

Bia: Pienso mucho en lo que a él le gustaría que hiciera. Éramos compañeros. Tuvimos dos hijos, uno seguido del otro. Nos conocimos sobre el terreno, ahí mismo, en el Valle del Yavarí. Pasamos por ese lugar en barco un millón de veces. Solo que, durante un tiempo, me quedé más en casa, por los niños. No hacía viajes por los hijos, que eran pequeños. Él sí, pero llegaba y hablábamos de todo lo que hacía. Les decía a los indígenas, a sus amigos: «Beatriz está dando clases, pero siempre está aquí, pensando en ustedes».

Alê: ¿Recuerdas cuando llegamos al Valle del Yavarí, cuando estábamos en el puerto, y los indígenas te vieron y dijeron: «¿Dónde están tus hijos?». Querían ver fotos de los niños.

Bia: Porque allí había chicas que conocí cuando eran pequeñas y ahora ya tienen hijos. Él no está aquí, pero sigue siendo mi compañero. Es de locos. Sigue siendo mi compañero sin estar presente físicamente, pero está presente de otra manera. Y te imagino haciendo lo mismo.

Alê: Sí, el libro de Dom. Está el equipo del libro, que son especialistas. Pero siempre tengo la última palabra.

Y quiero abrir la ONG con su nombre. La gente me pregunta mucho: «¿Qué será de la ONG?». Y les digo: «Está madurando, necesita tiempo». Porque no quiero cometer ningún error grave con su nombre. Y aguantar esa presión externa… Lo he oído muchas veces: «Si no lo haces, dejarás pasar el momento propicio». ¿El momento propicio? ¡No hay momento propicio! Murió en una tragedia horrible, una brutalidad. No me interesa el momento propicio. Es un proyecto que va mucho más allá del tiempo. Más allá de ellos, más allá de la tragedia. Es por la protección del territorio, de los pueblos originarios, que están siendo amenazados. Es muy angustiante. Murieron por eso y nada ha cambiado, y parece que será una muerte en vano. Solo el juicio no hará justicia. Tiene que haber un cambio con respecto a la protección del territorio, especialmente del Valle del Yavarí, pero también otros territorios. Tiene que haber un cambio, tiene que ocurrir de verdad.

Bia: E incluso el juicio, ¿no? ¿Viste ese reportaje [el 8 de mayo, en el telediario Jornal Nacional], con los asesinos diciendo mentiras?

Alê: [Diciendo que fue] legítima defensa. Criminalizando a Bruno.

Bia: En red nacional. Y nadie los contradijo. Un reportaje que duró quién sabe cuántos minutos, para decir mentiras, en red nacional. Fue grave.

Alê: Es cruel con nosotros, no pude verlo.

Y esas ganas de desacreditar. De hablar de la violencia de Bruno, de decir que Dom también era un aventurero, que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado, con la persona equivocada. Han aparecido muchas de estas insinuaciones. Dom sabía exactamente dónde estaba, y Bruno también.

Bia: Bruno estaba allí para contribuir al reportaje de Dom. Bruno solo estaba allí, en ese momento, por Dom. Y Dom solo estaba allí, en ese momento, por Bruno.

Alê: Exacto. No hay ni víctima ni culpable. Quieren crear esa narrativa…

Bia: Como si uno fuera un irresponsable y el otro un aventurero.

Alê: Exacto.

Bia: Uno insensato y el otro irresponsable. Como dijo ese tipo [el asesino, en el reportaje]. Como si Bruno hubiera sido violento. ¡Es absurdo! Le dispararon por la espalda. Es una mentira tras otra. Y creo que lo hacen para debilitarnos. Es una táctica muy bien estructurada.

Alê: Sucia, baja.

Bia: Y muy bien financiada. Ya se ha hecho en otras ocasiones, siempre.

Alê: Con Chico Mendes, la hermana Dorothy [Stang], lo mismo. Desacreditar.

Bia: O culpar. Como hicieron con Marielle [Franco], diciendo que estaba involucrada…

Alê: Con un traficante, que salía con un traficante.

Bia: Dijeron eso de Bruno y Dom en su momento. Dijeron tantos improperios que ni me acuerdo. El gobierno [de Jair Bolsonaro] dijo cosas horribles. No confiaba en las autoridades, no les daba confianza.

Alê: Lo que me indigna todavía más es que los están matando por segunda vez. Intentan matar la dignidad de Dom y Bruno, que murieron defendiendo el lado correcto, ¿sabes? Intentando defender algo que es para todos, la Amazonia. Cada vez entiendo más la Amazonia como un patrimonio de todos los brasileños. Y quien roba madera, oro, mata a los protectores de la selva, nos está robando a nosotros, a mí, a ti, a tus hijos, a todos los que estamos aquí. Es absurdo. Criminalizarlos me parece el colmo de la bajeza.

«Intentan matar la dignidad de Dom y Bruno, que murieron defendiendo el lado correcto, ¿sabes? Intentando defender algo que es para todos, la Amazonia.»

(Alessandra Sampaio)

Bia: Una canallada. Recuerdo a los que rompieron la placa de Marielle.

Alê: Sí, exacto.

Bia: Siempre lo recuerdo. Entiendo lo que debe de ser para su familia. ¿Has perdido a alguien de esta manera y encima insultan su memoria, su dignidad? Tenemos derecho a la memoria. Mis hijos tienen derecho. Me preocupo. ¿Te imaginas cuando sean adolescentes? ¿Cuándo busquen [en Internet]?

Alê: Qué información verán, ¿no?

Bia: Lo verán todo. Y verán todas estas locuras.

Alê: Es muy injusto.

Bia: Es muy injusto. Y tampoco quiero que idealicen a su padre.

Alê: Sí, porque también está ese otro lado: «¡eran héroes!». [Hay que rescatar] la dimensión humana. De la persona que comete errores, que convive con nosotros, que se pelea, hace las paces, una persona normal.

Los hijos

Como parte de la selva, Bruno y Dom ahora son seres «encantados». Alê y Bia siguen luchando para que la naturaleza y sus pueblos sigan existiendo. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA

Bia: Quiero que mis hijos sepan quién fue su padre. Entonces siempre me asalta la duda: ¿me los llevo en algún momento? En el funeral no pude llevarlos, era demasiado pronto, era demasiado. Ahora todos estos actos por el aniversario de un año [de los asesinatos]… Todavía dudo si los llevo, si se lo explico para que entiendan que a su padre la gente lo quería mucho. Saben que lo asesinaron. Saben que murió violentamente. Lo saben, y ni siquiera tuve que decírselo bien. Lo supieron. Es de locos, porque lo entendieron en el acto.

El otro día [mi hijo de 4 años] estaba en un club y fue a por un helado. Le dije: «¡Ve! Puedes ir solo». Luego volvió, y la chica de los helados me dijo: «Quería [venir aquí para] conocer a los padres de este niño, porque me ha dicho algo muy extraño. Le he preguntado: “¿Dónde está tu madre?”. Y él: “Está allí”. “¿Dónde está tu padre?”. Y me ha dicho: “Murió en la guerra”». Ella creyó que se lo estaba inventando. Y le dije que decía la verdad. Es una guerra. Es como lo está procesando, y es verdad. Su padre no desapareció, no lo abandonó. No es eso.

Alê: Tengo un sobrino de 4 años que también me pregunta. Nadie le dijo nada, apagaron la televisión, pero él lo sabía. Un día me preguntó: «¿Por qué el tío Dom no se tiró al río? Sabía nadar. ¿Por qué el tío Dom no agarró la pistola del malo y le disparó?».

Bia: ¡Anda!

Alê: Porque no era violento. Y tienes que explicárselo. «¿Por qué no se escondió en la selva?». Es como: ¿por qué no hizo nada para estar hoy aquí con nosotros? Le dije: «Amor, hizo lo que pudo, pero no fue posible… Les tendieron una emboscada, los engañaron, los agarraron por sorpresa».

Bia: Mi hijo, sobre todo el de 4 años, también me pregunta estas cosas, y tengo que explicárselas. [Tiene que saber que] no fue una elección de Bruno.

Alê: Exacto. La pregunta de mi sobrino era esa, ¿por qué no se zambulló? ¿Por qué no lo intentó? No se conforma: «Pero sabía nadar tan bien bajo el agua. ¿Acaso tuvo miedo de los caimanes?».

Bia (riéndose): Y encima eso, ¿no? Precisamente, no eran superhéroes, de luchar contra caimanes y saltar, volar, esconderse en la selva [se ríe]. Mi hijo, cuando habla de la guerra, habla de esto mismo.

«El otro día [mi hijo de 4 años] estaba en un club y fue a por un helado. Le dije: «¡Ve! Puedes ir solo». Luego volvió, y la chica de los helados me dijo: «Quería [venir aquí para] conocer a los padres de este niño, porque me ha dicho algo muy extraño. Le he preguntado: «¿Dónde está tu madre?». Y él: «Está allí». «¿Dónde está tu padre?». Y me ha dicho: «Murió en la guerra». Ella creyó que se lo estaba inventando.»

(Beatriz Matos)

Alê: De la lucha, ¿no? Que es tan normal para los chicos de esa edad.

Bia: ¡Exacto!

Pero creo que para todo el mundo. Está su dimensión humana, pero a la vez también eran personas extraordinarias. Que hicieron muchas cosas. Voy descubriendo cosas en las que Bruno había participado. Ahora que trabajo aquí, me encuentro con gente de la Funai [Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas] que me dice: «Mira, yo hice tal cosa con Bruno en tal época».

Alê: Que ni sabías.

Bia: ¡No! No lo sabía. Y voy recopilando estas historias.

Alê: Ahora que mencionas esto de Bruno, me recuerda a Dom. No tenía vanidad, no exponía mucho su trabajo. Luego oí que era uno de los mejores periodistas del mundo. Y dije: «¡Uau!». Puede que exageraran un poco, pero me dijeron que había hecho muchas cosas interesantes.

Bia: Marina [Silva] dijo que le hizo una entrevista. De hecho, eran personas muy especiales. En mi caso, también estoy descubriendo cosas ahora. Incluso había cosas por las que me enfadaba un poco, como que estuviera todo el rato con el celular, que ahora entiendo mejor. Era insoportable, todo el rato hablando de trabajo, porque era algo urgente, porque no sé qué…

Alê: Pero, sabes, era algo que Dom siempre me decía. Dom, cuando hizo esa expedición con Bruno en 2018, volvió enamorado de Bruno. Me dijo: «Nunca había conocido a una persona tan comprometida. ¡Nunca! Nunca había encontrado a nadie como Bruno. El nivel de compromiso y disponibilidad de Bruno con los indígenas del Valle del Yavarí es impresionante. Habla como un indígena, entiende el humor de los indígenas, habla la lengua, hace chistes, canta… ¡Anda por la selva como un indígena! Para mí, Bruno, no sé, no hay explicación. Tiene una personalidad indígena tan fuerte… Y los indígenas lo reconocen, que es lo más hermoso».

Bia: Varias personas me han dicho que creía en el alma. Y eso que también dicen, que se han convertido en seres encantados.

Alê: Eso es muy hermoso.

Bia: Muy hermoso. He oído esto de muchas personas, que se han convertido en seres encantados, que están en la selva.

Alê: Que siguen protegiendo.

Bia: Me parece muy coherente, porque sé lo comprometido que estaba, incluso a costa de su propia familia. Le encantaba la selva. También le gustaba esa parte, de las almas, ¿sabes?

Alê: Dom decía que veía a Dios en la naturaleza. No era nada religioso, pero decía: «Alê, encuentro a Dios en la naturaleza».

Bia: Tenían un compromiso espiritual, ¿verdad? Sí, pienso lo mismo. Y luego a Bruno también le gustaba plantar. Me mudé aquí [a Brasilia] y tuve que dejar sus plantas en Belém. Aún no tengo plantas en casa, porque él era el que las cuidaba, el que enseñaba a los chicos a plantar. Conocía el nombre de todas las plantas de la selva, de los árboles. Conocía los ciclos. Le gustaba aprender con los indígenas, a cazar, a pescar.

El legado

Bruno con indígenas del Valle del Yavarí (izquierda). Foto: Funai / A la derecha, Dom Phillips toma notas mientras habla con indígenas en la Tierra Indígena Yanomami. Foto: João Laet/AFP

Alê: Creo que este legado es un desafío, ¿no? ¿Cómo llevas tu vida, con tus hijos? Porque está la cuestión financiera, que es muy preocupante. Madre de dos hijos, ¿cómo te las arreglas?

Bia: Me preocupa, pero he tenido mucho apoyo. Aquella colecta me salvó.

Alê: ¡Sí! Los amigos nos salvaron promoviendo aquella colecta virtual. Tanto aquí, en Brasil, como en el extranjero.

Bia: Al principio fue muy difícil. Teníamos unos ingresos que se redujeron a la mitad. Con dos hijos en el colegio, el alquiler, las facturas… ¿Qué hago? «¿Perdona, este mes no voy a pagar el alquiler porque ha muerto mi marido?». Eso no se puede hacer. Tienes que pagar el alquiler. La pensión de la Funai no llega ni para pagar la escuela de los niños.

Alê: Y en un momento tan crítico, ¿cómo puedes sacar al niño de la escuela para que se adapte [en otra escuela]?

Bia: ¡Exacto! Yo estaba desesperada. Voy a tener que cambiar de departamento, cambiar a los chicos de colegio. Pero cómo les quitas la seguridad que ya tienen allí, de estar con su profesor, sus compañeros, en el departamento… De repente, todo cambia. Además de haber perdido a su padre. Era desesperante. La pensión de la Funai es muy baja. Como Bruno, muchos funcionarios de la Funai, muy dedicados y comprometidos, tienen unas condiciones de trabajo precarias. Ahora están luchando para implantar un plan de carrera… Eso es muy, muy importante. Todas estas acciones que el gobierno de Lula promete llevar a cabo. La propia creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas es muy potente.

Alê: Es un indicador.

Bia: Es un indicador muy potente en la dirección de ese compromiso. Pero, para que todo esto se pueda realizar, tiene que haber unas condiciones concretas, que son: buenos funcionarios trabajando en las comunidades indígenas, bien pagados, con condiciones laborales dignas. Las personas que se ocupan, por ejemplo, de los frentes de protección etnoambiental, que se ocupan del seguimiento de los pueblos aislados, que era el programa de Bruno, tienen unas condiciones de trabajo muy difíciles, muy precarias, y están muy mal pagadas. Estamos estudiando cómo cambiar eso, cómo mejorarlo. Digo «estamos», porque ahora estoy en este puesto, en un departamento que se ocupa de la cuestión de los indígenas aislados en este ministerio que acaba de constituirse. Y solo estoy allí por ese grupo de gente que Bruno juntó. La gente de la OPI [Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas Aislados y de Reciente Contacto], que hizo un trabajo maravilloso durante la pandemia. Y reverberó en el momento en que se formaba el grupo de transición del gobierno. También están dando continuidad al trabajo de Bruno, a varios niveles. Hay gente en este colectivo en la que confío mucho, recurro a ellos.

Alê: ¿Y has oído alguna vez…? Por ejemplo, me dijeron: «Ah, no vas a pedir indemnización al Estado, ¿no?».

Bia: Por supuesto, ¡ya he pensado en pedirla! Creo que tienen que darla, pero lo primero que pensé fue: «La pediré y llegará a mi departamento para que yo responda. No, gracias» [las dos se ríen]. Ya tengo tantas cosas que responder, no voy a demandarme a mí misma, ¡no! O demandar a la Funai. Creo que tenemos que estudiarlo, tenemos que hacerlo, y tenemos que hacerlo pensando desde la perspectiva del Estado, porque hubo una negligencia de la Funai en aquella época, una negligencia del gobierno brasileño, del Ejecutivo. Lo sabemos.

Por cierto, el anterior presidente de la Funai [Marcelo Xavier] fue imputado [en mayo], ¿no? Por omisión en el asesinato de los dos.

Pero creo que la cuestión es de aquí en adelante. Estoy en esta posición gracias al trabajo colectivo que Bruno llevó a cabo con estas personas. Siento que continuarán su trabajo, y yo lo estoy haciendo en este frente, componiendo este gobierno, este ministerio. Es un frente de lucha importante dentro del gobierno. Y eso es a lo que nos enfrentamos ahora, en el sentido de llevar a cabo un debate político, de mostrar a la sociedad brasileña y al propio Estado la importancia del trabajo que estamos haciendo.

Estamos luchando dentro del propio gobierno para conseguir estos recursos. Veo que tenemos espacio político, pero que también tenemos que luchar por él.

Alê: Al menos ha habido este cambio. Porque en el gobierno anterior el abandono era intencionado. Lo hemos vivido, por ejemplo, en el caso de las búsquedas. La policía… Me enteré de lo que había ocurrido a través de un periodista.

Bia: El día que aparecieron los cuerpos, Bolsonaro estaba en una manifestación de motos en Belém. Estaba junto a una ventana de mi casa escuchando la fiesta de la manifestación abajo. El primer ministro británico [Boris Johnson] dijo: «Lo lamento». Rindió homenaje. No es de izquierdas, progresista, pero se comportó como una persona decente. Mientras, aquí en Brasil, solo recibimos insultos [del gobierno]. Cosas vulgares, horribles.

Alê: La Policía Federal decía algo de vez en cuando. Las búsquedas me han dejado una profunda huella. Estoy muy agradecida a los indígenas. Porque ese abandono por parte del Estado creo que fue un mensaje muy claro.

Bia: Ahora estamos intentando revertir todo el daño causado, pero lleva tiempo. Se podría hacer más, sin duda. Pero estando aquí, en el gobierno, ves la cantidad de problemas que hay. No es solo en el Valle del Yavarí, ni solo los Yanomami, que son los que aparecen más en los medios de comunicación. Hay varias tierras indígenas, varios líderes amenazados. Varias infiltraciones del narcotráfico en diversos territorios. Varios lugares donde la invasión se ha intensificado en los últimos tres, cuatro años. Recibimos varias delegaciones indígenas en el ministerio durante el Campamento Tierra Libre. Pero las noticias eran todas así, de problemas que ya han empezado o se han agravado mucho en los últimos años. Es una montaña así [hace un gesto amplio con las manos] de cosas por resolver.

Alê: Y sabemos que hay un movimiento muy fuerte en contra, ¿verdad?

Bia: ¡Sí! Vemos que el Congreso vota cosas con prisa para perjudicar al Ministerio [de los Pueblos Indígenas]. Para perjudicar al Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático. El ataque llega por todas partes, muy bien orquestado. Mientras unos atacan la base, los territorios indígenas, otros atacan en el Congreso. Tenemos que entender que nuestros enemigos están muy bien organizados y van a por todas.

Alê: Creo que esto nos angustia mucho.

Bia: Sí… pero también es importante que no nos quedemos quietos y luchemos.

Alê: Sí. Esto le da un sentido total a mi vida ahora.

Bia: No dejar que mueran.

Alê: No.


Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Diane Whitty
Edición de fotografía: Marcelo Aguilar, Mariana Greif y Pablo Albarenga
Montaje de página: Érica Saboya e Viviane Zandonadi

El dolor sigue ahí, pero para Alê y Bia la mejor respuesta a la violencia es vivir. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA

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