Periodismo desde el centro del mundo

Lula ganó la elección presidencial de 2022 anclado en una agenda ambiental que, ahora, no podrá cumplir. Al concordar con el proceso de deshidratación de los ministerios de Medio Ambiente y Cambio Climático y de los Pueblos Indígenas, la credibilidad de su gobierno ha sufrido un fuerte golpe, especialmente a nivel internacional. Foto: Tuane Fernandes/Greenpeace

La decisión del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) de negar la licencia para abrir un nuevo frente de exploración petrolera en la Amazonia ha sido una victoria. No es una victoria de Rodrigo Agostinho, presidente del Ibama, que firmó el documento el 17 de mayo. No es una victoria de Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático. No es una victoria de los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales, que sufrirían el impacto del proyecto si siguiera adelante. No es una victoria de la población de las ciudades y regiones que podrían verse afectadas en caso de que se produjera un derrame. No. Ha sido una victoria de la mejor ciencia y la mejor política. Ha sido una victoria de la inteligencia. Ha sido una victoria de la vida.

Si esta victoria se borra con el ataque del Congreso a Marina Silva y al Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático, al quitarle a la cartera áreas vitales, se acabó. No para Marina ni para el ministerio. Sino para el gobierno de Lula, que se convertirá en una reedición del gobierno fascista de Jair Bolsonaro. «El pueblo brasileño eligió al presidente Lula, pero parece que el Congreso quiere reeditar el gobierno de Bolsonaro», dijo la ministra.

Las ministras Marina Silva (Medio Ambiente) y Sonia Guajajara (Pueblos Indígenas) corren el riesgo de ver vaciadas las carteras que dirigen por la presión del Congreso, actualmente dominado por una élite política conservadora y ruralista. Foto: Julia Prado/MS

Si el ataque del Congreso contra el futuro de los niños tiene éxito, se acabó para todos, porque la Amazonia, el Cerrado, el Pantanal, la Mata Atlántica, la Caatinga, la Pampa no sobrevivirán a un segundo gobierno depredador. Y si estos enclaves de naturaleza no sobreviven, se acabó para todos. Y se acabó incluso para los grandes operadores de la agroindustria, porque sin lluvia no hay producción, ni exportaciones, ni lucros. No exagero. Es lo que muestra la mejor ciencia. Entiéndanlo: estamos al límite y no podemos estirarlo.

La decisión sobre el petróleo ayuda a explicar lo que está ocurriendo en otros ámbitos. En un reportaje especial de la periodista Claudia Antunes, SUMAÚMA mostró en febrero que, a pesar del cambio de gobierno, Petrobras seguía adelante con el proyecto de exploración petrolífera en la desembocadura del Amazonas. Desde entonces, nuestra plataforma periodística ha documentado cada paso de este proceso crucial para el medio ambiente. Uno de los reportajes que publicamos con exclusividad fue que el área técnica del Ibama había negado la licencia.

Es tan obvio que da vergüenza repetirlo, pero la obviedad se ha borrado junto con la verdad en las fake news que circulan por Brasil. Aquí va la obviedad: los combustibles fósiles son —comprobadamente, con un 100% de acierto— la principal causa del calentamiento global, que, a su vez, provoca el cambio climático y altera la morfología del planeta y, en consecuencia, compromete el presente y el futuro próximo de la nuestra y de otras especies. La crisis climática se manifiesta en varias regiones del planeta, ya sea por inundaciones o sequías, y ya está provocando migraciones masivas. Incluso en Brasil ya convivimos con fenómenos extremos cada vez más frecuentes, como han mostrado las catástrofes en el litoral norte de São Paulo y en el estado de Acre este año.

La segunda obviedad demostrada con un 100% de seguridad: la selva amazónica, la gran reguladora del clima y el bioma con mayor biodiversidad del planeta, es esencial para enfrentar al calentamiento global, pero la selva ya está muy cerca del punto sin retorno, cuando perderá su capacidad de actuar como selva. Sumemos estas dos obviedades y tendremos la tercera: abrir un nuevo frente para explotar el gran villano del clima en la Amazonia es la peor idea que podría tener un gobierno, sea de izquierda o de derecha, porque el colapso climático no afectará menos a los de derecha que a los de izquierda, y viceversa. Es una idea tan absurda que cuesta creer que el lucro inmediato —o las próximas elecciones— mueva a las personas a destruir el futuro de sus propios hijos.

Y ahí tenemos la cuarta obviedad: el gobierno de Lula solo tendrá respeto y, por lo tanto, inversiones internacionales, si protege la Amazonia. Si el programa social Bolsa Familia y el ascenso social de millones de brasileños le dieron reconocimiento internacional a Lula durante su segundo mandato (2007-2010), ahora las preocupaciones del mundo han cambiado. Y la principal es el clima, que ya es uno de los principales factores del hambre en el planeta. La relevancia de Brasil —un país con una democracia llena de baches y una élite política y económica tan siniestra en sus acciones como intelectualmente pobre— es que tiene en su territorio el 60% de la mayor selva tropical del planeta, de la que depende el control del calentamiento global. Vale la pena repetir lo que SUMAÚMA: Periodismo desde el Centro del Mundo contiene en su propio nombre: Brasil es hoy la periferia de la Amazonia. «El problema de Brasil es la falta de élite. Élite es quien tiene pensamiento estratégico. Chico Mendes era la élite de este país. El cacique Raoni es la élite de este país. Guilherme Leal [fundador de Natura, una empresa brasileña de cosméticos], como empresario, es la élite de este país», espetó Marina Silva el miércoles, en una audiencia pública en la Cámara de Diputados, en medio del huracán ruralista que, según ella, hace que el Ministerio de Medio Ambiente esté «siendo amputado».

Cuando el Ibama tomó la decisión de negarle la licencia a Petrobras, quienes siguen la política en Brasilia lo celebraron, pero con preocupación: ¿qué pedirán a cambio? Porque, por desgracia, son raros los políticos que piensan en el bien del país —y solo en el bien del país—. Y más aún en uno de los peores parlamentos de la historia de Brasil, el actual, dominado por predadores profesionales. La reacción no se hizo esperar. Esta semana, parlamentarios de varios partidos han unido sus fuerzas para desmantelar el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático y, en consecuencia, neutralizar a Marina Silva, considerada el principal obstáculo que existe entre los predadores y sus objetos de depredación, especialmente la Amazonia.

El diputado Isnaldo Bulhões, del partido Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que integró el frente amplio que llevó a Lula al poder, fue el relator de la medida provisional que «reorganizó» la Explanada de los Ministerios. Según el texto, la Agencia Nacional de Aguas se transferiría al Ministerio de Integración y Desarrollo Regional, actualmente dirigido por el Partido Democrático Laborista. La cartera también asumiría el control de la política nacional sobre recursos hídricos. El Registro Ambiental Rural se incorporaría al Ministerio de Gestión, dirigido por Esther Dweck, del Partido de los Trabajadores (PT). La gestión de residuos sólidos quedaría en manos del Ministerio de Ciudades, también dirigido por el MDB. Y el golpe más violento: al Ministerio de los Pueblos Indígenas se le quitaría la función de demarcar las tierras de los pueblos originarios.

El gobierno de Lula, debilitado en el Congreso, no tiene la mayoría para aprobar sus proyectos. Debilitado, está sujeto a los peores chantajes y, al parecer, sometiéndose a ellos con menos de cinco meses de gobierno. Solo así se explica que el ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha (PT), haya podido calificar de «positivo» y «equilibrado» un informe que destruye el Ministerio de Medio Ambiente en un planeta en colapso climático y con la Amazonia alcanzando el punto sin retorno. Sobre la desembocadura del Amazonas, Padilha dijo que «la discusión continúa» y que «el Congreso puede contribuir». En resumen: el gobierno de Lula no respeta la decisión del Ibama, una repetición de lo que Brasil presenció en Belo Monte, y el mundo sabe lo que pasó.

Como demuestra la historia, la izquierda brasileña es a menudo su peor enemigo. Es lo que ocurrió la semana pasada, cuando el senador Randolfe Rodrigues anunció que abandonaba el partido Red Sostenibilidad por discrepar de la decisión del Ibama de negar la licencia para abrir un nuevo frente de exploración petrolera en la Amazonia. Antiguo adversario de Marina Silva dentro de la Red, Randolfe aprovechó la ocasión para debilitar a la ministra en un momento crucial, cuando ella y el ministerio necesitaban todo el apoyo posible. En el cálculo de la decisión está la intención del senador de presentarse a las elecciones para gobernador de Amapá, principal impactado por el proyecto de Petrobras. Randolfe se alineó así con el senador Davi Alcolumbre (Unión Brasil) y con quienes predican el discurso de que el petróleo le traerá «prosperidad» al estado.

El senador Randolfe Rodrigues, líder del gobierno en el Congreso, dejó el partido Rede Sustentabilidade, el mismo de Marina Silva, y defiende abiertamente la exploración de petróleo en la desembocadura del Amazonas. Foto: Geraldo Magela/Agencia Senado

Se esperaba que, derrotado el «mal mayor» que representaba Jair Bolsonaro, los gatos se volvieran menos pardos y las diferencias se hicieran más evidentes. Pero la acción de Randolfe fue tan abyecta que sorprendió incluso a quienes esperaban muy poco de él. Líder del gobierno de Lula, Randolfe no se contentó con aumentar la crisis de gobernabilidad. Se convirtió en una ametralladora giratoria de noticias falsas. Dijo, por ejemplo: «No existe ninguna amenaza ambiental. El mismo riesgo ambiental que existe en ese lugar existe en la explotación de la costa de Río de Janeiro, en la costa de Sergipe o en la costa de Río Grande del Norte».

Es increíble que alguien que una vez defendió el medio ambiente diga semejante mentira. Descarada y peligrosa. Cabe recordar que el senador tiene una responsabilidad pública. El riesgo de que ocurra algún accidente en la región, y el desafío de contener un eventual vertido de petróleo, sería mayor que en el litoral de la región Sureste, por ejemplo, porque las corrientes marinas son tres veces más fuertes y su dinámica está poco estudiada. En 2011, un buque perforador de Petrobras que intentaba perforar un pozo a 110 kilómetros de Oiapoque fue arrastrado y la empresa desistió del proyecto. Además, el riesgo no sería solo para la costa. La cuenca de la desembocadura del Amazonas es una región muy rica en peces debido a la combinación de sedimentos fluviales y el llamado «gran sistema de arrecifes amazónicos», que se encuentra a 200 kilómetros de la costa. La biodiversidad marina incluye especies en peligro de extinción, delfín gris, el delfín rojo, el cachalote, la ballena de aleta, el manatí, el manatí amazónico y la taricaya. Sobre el impacto en la atmósfera, los científicos disponen de estudios que muestran que este ecosistema captura el carbono, el principal gas causante del efecto invernadero. Por eso la contradicción de explotar un combustible que hoy es el mayor responsable del calentamiento global.

Randolfe también dijo que el Ibama debería haber consultado a la bancada del estado de Amapá. Pero eso no forma parte del proceso de concesión de licencias, porque la decisión del organismo ambiental debe ser fundamentalmente técnica, basada en la mejor ciencia. Esa es la atribución del Ibama en el proceso de concesión de licencias y no puede haber interferencias políticas en las decisiones técnicas que toma el personal especializado. Randolfe Rodrigues sabe todo esto, pero prefirió mentir. Y es el líder del gobierno, a quien el PT ha invitado a alojarse en el partido ahora que ha abandonado la Red de Marina Silva. «Es difícil defender el medio ambiente en nuestro propio ambiente. Y eso es lo que he hecho siempre. Hubo una época en que no podía andar por mi estado, para no ser linchada. Mi ética no es de conveniencia, de circunstancia. [Refiriéndose a Randolfe:] “Aquí defiendo la sostenibilidad, en mi estado no la defiendo”. Yo no tengo esta mancha en mi currículum», disparó Marina el miércoles durante su discurso en la Cámara de los Diputados.

En el festival de fake news que promovieron los políticos de Amapá, se cuestionó incluso la existencia del arrecife de coral en la región. Ante este ataque a la opinión pública, que inunda de mentiras un debate crucial, preguntamos en Instagram a los lectores qué querían saber sobre el tema. Entre las principales dudas están los impactos de la perforación, si realmente generará riqueza para el pueblo de Amapá y cuál es el papel de Randolfe en esta historia. De hecho, nuestra publicación en las redes sobre el senador recibió 259 comentarios, muchos de ciudadanos de Amapá decepcionados con su postura. Con relación a las preguntas de los lectores, SUMAÚMA buscará las respuestas en la mejor ciencia y en el mejor análisis político.

Como SUMAÚMA repite insistentemente, estamos en una guerra que se libra contra la naturaleza, cuyas consecuencias son el colapso climático y la extinción masiva de especies. En Brasil, la primera línea es la Amazonia, el Cerrado y los demás biomas. El país tiene uno de los peores congresos de la historia, que se guía por decisiones que se toman para beneficio personal o privado inmediato, y no por el bien común. El gobierno de Lula está debilitado y puede desentenderse del medio ambiente, aunque eso signifique perder el prestigio internacional. Hay que hacer toda la presión posible para detener este ataque contra el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático. No solo porque es lo correcto, sino porque es nuestra principal oportunidad de mantener la naturaleza en pie y garantizar un mañana que ya es hoy. Luchar no es una opción, sino el único gesto ético posible.

*Con la colaboración de Claudia Antunes y Rafael Moro Martins


Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza

Traducción al inglés: Diane Whitty y Mark Murray

Edición de fotografía: Marcelo Aguilar, Mariana Greif y Pablo Albarenga
Montaje de página: Érica Saboya

El Congreso Nacional propuso la organización de la estructura de gobierno de Lula en el área ambiental, fortaleciendo los poderes de los sectores vinculados al agronegocio y debilitando a Marina Silva. Los pueblos indígenas, que celebraron su representatividad en el actual ministerio y le pidieron a Lula que cumpliera las promesas sobre demarcaciones de tierras indígenas para detener el colapso climático, ahora asisten al retroceso dentro del gobierno. En abril, los indígenas participaron en marchas en la Explanada de los Ministerios y declararon la emergencia climática. Foto: Tuane Fernandes/Greenpeace

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