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Un derrame de petróleo en la región del bloque 59 pone en peligro sistemas naturales como los arrecifes amazónicos y los manglares de la Guayana Francesa. Foto: Elsa Palito/Greenpeace

El presidente del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), Rodrigo Agostinho, siguió el parecer de los técnicos de la entidad, anticipado en exclusiva por SUMAÚMA, y negó en la noche del miércoles la licencia a Petrobras para prospectar petróleo en la cuenca de foz do Amazonas, a unos 160 kilómetros de la costa de Oiapoque, en el estado de Amapá. El dictamen, concluido el 20 de abril, afirmaba que el emprendimiento era inviable desde el punto de vista ambiental y estaba rodeado de inseguridad técnica y jurídica porque no se había hecho una evaluación más amplia de la compatibilidad entre la industria petrolera y el contexto social y ambiental de la región. «No hay duda de que a Petrobras se le ofrecieron todas las oportunidades para subsanar puntos críticos de su proyecto, pero que éste sigue presentando inconsistencias preocupantes para una operación segura en una nueva frontera exploratoria de alta vulnerabilidad socioambiental», afirmó Agostinho en el fallo en el que negó la licencia ambiental.

La apertura de un nuevo frente para las prospecciones de petróleo en la Amazonia es uno de los grandes escollos del actual gobierno. La posición firme del Ibama respeta las promesas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de proteger la mayor selva tropical del planeta, esencial para regular el clima, y combatir el colapso climático. La decisión del órgano ambiental tendrá una gran repercusión internacional, y también dentro de Brasil, un país que aún ve en el petróleo un símbolo de progreso. Al dejar que el proceso de licencia siga su curso, sin interferir, Lula fortaleció a la ministra Marina Silva, de Medio Ambiente y Cambio Climático, y mostró haber entendido su papel en la escena internacional, en un momento en que los combustibles fósiles se volvieron los villanos de un planeta en colapso climático.

Como mostró un reportaje publicado por SUMAÚMA en febrero, la perforación del pozo en el llamado bloque 59 tendría el potencial de abrir una nueva frontera de exploración petrolífera en el margen ecuatorial de Brasil, que se extiende desde el estado de Rio Grande do Norte hasta Amapá. La región alberga el 80% de los manglares del país y un sistema de arrecifes todavía poco estudiado, considerado fundamental para la actividad pesquera. Además, los escasos conocimientos sobre la dinámica de las corrientes marinas locales hacían difícil predecir lo que ocurriría en el caso de un derrame de petróleo y cómo actuar para contener sus efectos.

El proceso de licencia llevaba nueve años en marcha, desde que la empresa británica BP asumió la titularidad del bloque 59, pero fue asumido como prioritario por el actual presidente de Petrobras, Jean Paul Prates. La posición lo colocó en ruta de colisión con la ministra Marina Silva, para quien el proyecto era incoherente con el compromiso brasileño con la transición verde y contra el calentamiento del planeta. En una entrevista exclusiva con SUMAÚMA en febrero, Marina declaró: «En mi opinión personal, Petrobras no puede seguir como empresa de exploración de petróleo. Este es un desafío para el gobierno y un desafío para sus accionistas. Tiene que ser una empresa de energía que inclusive use el dinero del petróleo para hacer esta transición [energética], para abandonar esta fuente altamente impactante en el equilibrio del planeta.»

Al negar la licencia, el presidente del Ibama citó como uno de los principales obstáculos la ausencia de estudios más amplios sobre el posible impacto de la industria petrolera en la región. «La ausencia de AAAS (Evaluación Ambiental del Área Sedimentaria) dificulta expresamente la manifestación sobre la viabilidad ambiental de la actividad, considerando que no se realizaron estudios para evaluar la adecuación de la región, de notoria sensibilidad socioambiental, para la instalación de la cadena productiva del petróleo», afirmó. «La cuenca de la desembocadura del Amazonas es considerada una región de extrema sensibilidad socioambiental por albergar Unidades de Conservación (UCs), Tierras Indígenas (TIs), manglares, formaciones biogénicas de organismos como corales y esponjas, además de una gran biodiversidad marina con especies en peligro de extinción como el delfín gris, el delfín rojo, el cachalote, la ballena de aleta, el manatí, el manatí amazónico y el tracajá», completó.

El presidente del Ibama sugirió que se realice una AAAS, instrumento establecido en una resolución de 2012 de los ministerios de Medio Ambiente y Minas y Energía, antes de que se tome cualquier decisión sobre otros pedidos de licencia para prospección de petróleo en la margen ecuatorial. Existen otros ocho pozos en proceso de licencia en la región, además de 47 bloques en «oferta permanente» por parte de la Agencia Nacional de Petróleo (ANP) y 157 en estudio para ser subastados.

El Observatorio del Clima, que reúne a organizaciones y centros de estudio sobre el cambio climático y el medio ambiente, declaró en un comunicado que, con la decisión, el presidente de Ibama «protege un ecosistema prácticamente desconocido y mantiene la coherencia del gobierno de Lula, que ha prometido en su discurso guiarse por la lucha contra la crisis climática». Suely Araújo, especialista senior en políticas públicas del Observatorio, afirmó que la decisión plantea un debate más amplio sobre el papel del petróleo en el futuro del país. «El momento es establecer un calendario para la eliminación de los combustibles fósiles y acelerar la transición justa para los países exportadores de crudo, como Brasil, y de no abrir una nueva frontera de exploración. Quien duerme hoy soñando con la riqueza petrolera tiende a despertar mañana con un activo varado, o un desastre ecológico, o ambas cosas», declaró.


Traducción: Verónica Goyzueta

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