La maraca y el copiô (pipa) acompañan a Larissa Pankararu, del pueblo Pankararu, en el estado de Pernambuco, en todos sus pasos. El instrumento indígena fue un regalo de su abuelo cuando aprobó el examen de ingreso a la universidad para estudiar ingeniería ambiental en la Universidad de Brasilia. Le dijo que necesitaría protección para poder enfrentar todas las misiones futuras que le esperaban en la capital. El viejo Pankararu fue premonitorio. El año pasado, Larissa se presentó a diputada por el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) para formar una bancada de mujeres indígenas. Este año, en abril, la ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, la invitó a asumir la Coordinación de Políticas Indígenas LGBTQIAPN+ en la Secretaría de Articulación y Promoción de los Derechos Indígenas. A sus 27 años y lesbiana declarada, Larissa ocupa el centro del poder junto a algunas de las principales líderes indígenas de Brasil.
«Siempre la agarro para hacer la bendición y pensar en la fuerza», dice. Saca la maraca de una pequeña bolsa que lleva cruzada al cuello y la levanta al aire, mostrando cómo se hace el ritual para pedir protección. «Y esto es el copiô, la pipa que utilizamos en nuestros rituales, para conectarnos con los ancestros, con nuestra espiritualidad».
De adolescente, Larissa conoció a la actual ministra Sonia Guajajara cuando la líder indígena visitó el territorio Pankararu. Más tarde, en 2018, la joven estaba en un bar con amigos en Aracaju, donde cursaba la carrera, cuando recibió un panfleto de la candidatura de Guilherme Boulos a la presidencia, con Sonia como vicepresidenta. «Fue un choque de representatividad. Pensé: “Quiero ser esa mujer en el futuro, esa mujer me representa”».
El desafío en la coordinación del ministerio es lograr mapear a la juventud LGBTQIAPN+ indígena y formular políticas públicas especialmente en las áreas de salud pública y educación, define. «Cuando hablamos de diversidad, no es solo la diversidad de biomas», dice. «Es diversidad de pueblos, de lenguas, y es también diversidad de cuerpos. Es la diversidad de amores, la diversidad de tocados y colores. Es la diversidad de cuerpo, alma y territorio».
Larissa y su compañera Amanda, indígena del pueblo Pankará, también de Pernambuco, asumen abiertamente su relación y se han convertido en referentes del movimiento entre los jóvenes indígenas, que lucha contra la discriminación dentro y fuera de las aldeas. En una conversación que tuvo lugar en dos etapas, la primera en Brasilia en abril, en el Campamento Tierra Libre, y la otra por medio de mensajes en mayo y junio, Larissa habló de la importancia de dar visibilidad a los jóvenes indígenas LGBTQIAPN+ y de los prejuicios a los que se enfrenta por ser mujer, indígena, lesbiana y del nordeste de Brasil. Un «montón de palos», como ella misma lo define. «Quiero que la gente al menos nos vea. No soy menos indígena por esta cuestión de género».
SUMAÚMA: En abril asumiste la Coordinación de Políticas Indígenas LGBTQIAPN+ en la Secretaría de Articulación y Promoción de los Derechos Indígenas, del Ministerio de los Pueblos Indígenas. ¿En qué circunstancias te invitó la ministra Sonia Guajajara?
LARISSA PANKARARU: Sí, esta coordinación es totalmente nueva. Estaba de vacaciones, con mi gente, en Pernambuco, y Sonia [Guajajara] me llamó para proponerme este desafío. Fue muy especial porque vi que ella creía en mí, creía que podía estar al frente de esta coordinación. Siempre tengo esta conexión con mi espiritualidad, de entender si es el momento, si estoy preparada, o pedirles [a los espíritus ancestrales] que me preparen. Hice esta reflexión y creí que era el momento adecuado. Porque este momento es crucial para los pueblos indígenas. Hemos construido todo esto con el proyecto de la bancada del tocado, con el proyecto de presentar más candidaturas indígenas, de dar más visibilidad a los pueblos indígenas. No se trata solo de mostrarlo en los medios de comunicación: queremos que los pueblos indígenas estén realmente presentes [en las esferas de poder].
¿Esperabas esta invitación?
La propuesta para llevar esta coordinación me agarró por sorpresa. Lo compartí con mis primas, mi hermana y mi tía, Carmem Pankararu, que es una mujer muy inspiradora para mí, y también una líder, una articuladora política del movimiento de base que siempre ha encabezado la construcción de políticas específicas para los pueblos indígenas, especialmente con relación a la salud. No hace mucho hablé con ella de mi sexualidad y fue superacogedora.
Luego me preparé para una conversación con mis padres, porque necesitaban entender qué ocurría, por qué me había llamado la ministra. Mi madre fue un poco más reservada, no se metió mucho. Mi padre me interrogó, intentando comprender cómo iba a afrontarlo. También se mostró muy preocupado, ya que se trata de una cuestión muy delicada y poco debatida. Amanda, mi compañera, también estaba muy preocupada por la exposición, pero desde el principio se puso muy contenta. Y Sonia me transmitió mucha confianza, que yo transmití al resto.
Juntos, llegamos a la conclusión de que debía aceptar la invitación y asumir el cargo. Seguiríamos todos juntos. Y no dejé de consultar a mis guías espirituales, a mi Dios, pidiéndoles siempre que me guiaran hacia la respuesta, que me mostraran un camino. Siempre he sentido que tenía una misión, como si me estuviera preparando para algo mayor que está por llegar, parte de mi misión aquí en la Tierra, como ser humano.
Ya te habías acercado a Sonia Guajajara, Célia Xakriabá y otras líderes indígenas nacionales en 2022, cuando eras una de las candidatas de la bancada del tocado. ¿Tienes algún proyecto político futuro? ¿Tienes intención de ser candidata en 2024 o 2026?
Todo ha sucedido tan rápido, ha sido tan intenso, pero increíble. Parecía como si estuviera viendo un sueño, de verdad. Fui entrando en este espacio de la Articulación Nacional de las Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad (ANMIGA), en la organización. Me vi muy representada por esta organización de mujeres guerreras de la ancestralidad, de los biomas. Mi tía Cris Pankararu fue una de las cofundadoras. La idea era fortalecer a las mujeres indígenas en la política, hablar más sobre la presencia y la importancia de las mujeres indígenas en estos espacios de poder. Esto despierta la fuerza de la ancestralidad, de la naturaleza, todo este contexto que habita en nosotras, las mujeres indígenas.
Tengo la intención de seguir la trayectoria política, pero no en 2024, ni tampoco en 2026. Quiero prepararme mejor. No entra en mis planes volver a ser candidata en 2024 o 2026, pero entiendo que puede pasar, ¿no? Como sucedió en 2022. Tengo la intención de volver a mi territorio y seguir esta trayectoria política allí, con mi gente. He estado pensando en una posible candidatura a la alcaldía en 2028, en mi municipio de Jatobá, Pernambuco. Pero también creo que podría surgir algo en 2026.
Durante el Campamento Tierra Libre de 2023, la mayor asamblea indígena de Brasil, Larissa participó activamente en los debates sobre la juventud indígena LGBTQIAPN+. Foto: Matheus Alves/SUMAÚMA
La cuestión de los jóvenes LGBTQIAPN+ ha entrado en la agenda del movimiento indígena, como quedó patente en los debates del Campamento Tierra Libre de 2023. ¿Cómo repercute en los pueblos indígenas en la actualidad? ¿Hay prejuicios?
Es un tema muy delicado, porque nuestros líderes, nuestros caciques y la propia comunidad se resisten a hablar de esto. No sé si creen que puede interferir [en la lucha del movimiento indígena]. No sé por qué entienden que puede ser perjudicial para su comunidad que los indígenas LGBTQIAPN+ se movilicen. Así que es una dinámica de diálogo constante. Y tiene que ser respetuosa, porque nunca impondremos a nuestras comunidades, a nuestros líderes, que nos acepten y nos respeten. Pero queremos que entiendan que existimos, resistimos y somos parte del territorio, parte del pueblo, de la espiritualidad, y que nuestra identidad sexual, nuestro género, nuestra sexualidad no interferirán en nada. Eso no nos hace menos indígenas que ellos.
¿Esta resistencia es especialmente frecuente entre los ancianos de las aldeas? ¿La opinión de los jóvenes indígenas sobre esta cuestión es diferente?
Es un poco de las dos cosas. Creemos que todo esto tiene que ver con la invasión [de territorios indígenas], con la colonización. Nuestro pueblo no es violento, desunido e inhumano. Pero la colonización trajo estos resultados, estas marcas. Las Iglesias católica y evangélica tuvieron y todavía tienen mucha influencia en nuestras comunidades indígenas. [Los prejuicios] parten un poco de este principio.
¿Cómo empezó a organizarse la juventud indígena LGBTQIAPN+ para sacar este debate a la palestra y qué pueblos lo aceptan mejor?
Es delicado y complejo. Somos 305 pueblos, cada uno tiene sus costumbres, cada uno tiene su visión. Depende de cada pueblo. El mío tiene un comportamiento y una visión. El de mi amigo tiene otra [conversó con SUMAÚMA junto a su amigo Fêtxawewe, del pueblo Guaraní y Funiô, también LGBTQIAPN+]. Con relación a mi pueblo, digo que puedo dialogar un poco más y hacerles comprender que no soy menos indígena por esta cuestión de género. Pero otros pueblos no aceptan a nuestros compañeros de la misma manera, se les discrimina, se les invisibiliza, se les aparta, a menudo incluso se les impide estar presentes. Así que depende de cada pueblo, de cada contexto de la comunidad.
Haces mucho hincapié en tu conexión espiritual y dices que crees que los prejuicios entre los ancianos de las aldeas sobre el género y la sexualidad están muy relacionados con los procesos de colonización religiosa. Pero ¿hay algo en las tradiciones indígenas, la cultura y la espiritualidad de los pueblos que pueda explicar, de alguna forma, que este tema les parezca extraño?
No, no lo hay. No tiene nada que ver con la espiritualidad indígena. Es del ser humano, de carne y hueso. No es del más allá. Hago mucho este contacto y siento la fuerza de la espiritualidad en mí. Siento que me preparan todos los días para esta misión de vivir como indígena, como mujer, como LGBT, como nordestina que está en este estado llamado Distrito Federal, en este universo de Brasilia que es totalmente desigual, elitista. Son un montón de palos. Pero la espiritualidad me prepara, me renueva, me fortalece y estoy segura de que lo que muestra es solo bueno, solo amor, solo afecto, solo cosas buenas.
Centrada en la espiritualidad: la joven líder indígena muestra el amuleto que la protege, además de la maraca. Fotos: Pablo Albarenga/SUMAÚMA
¿Ha habido algún acontecimiento reciente que haya contribuido a despertar este debate en la juventud indígena de forma tan organizada?
Hemos llegado a un período en el que realmente hemos entendido que no es un problema. Y que ellos [los pueblos indígenas en general] nos necesitan, como colectivo, como comunidad. Juntos, como comunidad indígena, como comunidad LGBT, somos más fuertes. Unidos somos más fuertes. Y en las escuelas, en las universidades, en la política. Entendemos que es el momento de hablar de ello, por toda la coyuntura que hemos construido y estamos construyendo. Es el momento de alzar la voz, de demostrar que existimos y resistimos. El Ministerio de los Pueblos Indígenas tiene una coordinación para abordar esta cuestión porque también siente que este es el momento.
¿Existen actualmente asociaciones, colectivos y grupos LGBTQIAPN+ dentro del movimiento indígena?
Sí, el movimiento indígena cuenta con colectivos, entre ellos Tibira, el primer colectivo fundado y creado por indígenas LGBT que hace muchos años que están al frente de esta lucha. Tenemos Tibira como referencia. Ahora se trata de fortalecernos.
Esta coordinación en el ministerio es un desafío. ¿Cómo piensas empezar a organizar estos debates sobre el tema LGBTQIAPN+ indígena?
Los desafíos son muchos. Es una coordinación nueva, en un ministerio nuevo, pero nuestro principal objetivo es dialogar, escuchar. Escuchar las demandas de nuestros compañeros, de nuestros indígenas LGBT dentro y fuera de nuestros territorios. Como he dicho, somos 305 pueblos, y cada uno tiene sus necesidades y sus peticiones. Y tenemos que escuchar estas peticiones. Y también hemos buscado apoyo. En este momento es muy importante saber quién está realmente con nosotros en la lucha y quién está ahí solo para conseguir un poco de espacio y aprovecharse. Es el momento de demostrarlo. Quiero buscar otros ministerios, secretarías municipales y estatales. La sanidad indígena también se ha mostrado abierta a debatir cuestiones LGBT. Es el momento.
Los primeros pasos entonces son mapear esta juventud indígena LGBTQIAPN+ en todo el país y luego llevar esta discusión dentro del propio movimiento indígena y, a la vez, buscar una transversalidad entre los ministerios del gobierno para poder implementar políticas públicas.
Exactamente, has resumido todo lo que intentaba explicar… Queremos hacer este mapeo y escuchar a los jóvenes. Y, junto con la juventud indígena LGBT, buscar colaboraciones con otros organismos públicos, otros ministerios, para que podamos apoyarnos, unirnos y crear alguna política pública.
El Congreso ha deforestado el Ministerio de los Pueblos Indígenas, le ha quitado la responsabilidad de demarcar las tierras, por ejemplo. Cuando asumiste el cargo, tenías muchas ideas. Frente a estas derrotas políticas, ¿has podido aplicar medidas concretas en tu coordinación? ¿Podrías anticiparnos algunas de las acciones que están en curso?
A la vez que celebramos la existencia del Ministerio de los Pueblos Indígenas, porque es una conquista tan importante e histórica, no solo para los pueblos indígenas sino para todos los brasileños, también lloramos porque la sociedad brasileña aún no comprende la importancia de que hablemos por nosotros mismos, la importancia de que estemos en el centro de estas discusiones y debates. Ha sido una batalla intensa cada día, para seguir en pie y no agachar la cabeza ante los bolsonaristas antidemocráticos. Pero hemos sufrido estos ataques, sabemos lo que es resistir para existir. Lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo.
Por desgracia, aún no puedo decir que tengo medidas concretas para la juventud LGBT. Pero puedo decir que he estudiado mucho y me he esforzado mucho, todo lo posible. Solo hace dos meses que existe la coordinación, pero la idea es esforzarse a diario para poder aplicar medidas concretas. Me he preocupado cada vez más y comprendo la importancia de la coordinación a partir de casos y denuncias que escucho, con cada joven indígena LGBT con quien me encuentro. He buscado formas de combatir la violencia contra los diversos cuerpos de los pueblos indígenas, contra el machismo, contra los prejuicios, contra la homofobia. Y que al menos la gente nos vea. Todavía hoy es muy difícil oír que la gente pregunta: «Caramba, ¿hay indígenas LGBT? ¿En serio?».
Quiero que el país vea que hay una coordinación y políticas para los indígenas LGBT dentro del Ministerio de los Pueblos Indígenas, porque somos pueblos diversos. Cuando hablamos de diversidad, no es solo la diversidad de biomas. Es diversidad de pueblos, de idiomas, y es también diversidad de cuerpos. Es la diversidad de amores, la diversidad de tocados y colores, es la diversidad de cuerpo, alma y territorio.
En su despacho del Ministerio de los Pueblos Indígenas en Brasilia, Larissa desempeña su nueva función en sintonía con la ministra Sonia Guajajara. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA
Antes de ocupar este cargo en el ministerio, ¿a qué te dedicabas?
Soy estudiante de Ingeniería ambiental, en Brasilia, en la Universidad de Brasilia, y activista de la causa ambiental, por razones territoriales e históricas. Era representante del movimiento juvenil indígena en el área del medio ambiente. Ahora sigo estudiando Ingeniería ambiental [incluso después de ocupar el puesto en el ministerio], me encanta hablar y estudiar sobre el medio ambiente. Es algo que me apasiona. En mi territorio, tenemos espacios para recuperar la caatinga, nuestros manantiales. Quiero estudiarlo. Es necesario. Sin medio ambiente, no tendremos vida. Territorio, medio ambiente, eso es la vida. Así que, antes que nada, tenemos que hablar de la crisis climática, de la pérdida de nuestros ríos, de nuestros manantiales, de nuestra naturaleza. Creo firmemente en ello.
¿Por qué elegiste esta carrera y cuáles fueron los obstáculos a los que te enfrentaste, como indígena, para llegar a la universidad?
Mi padre es gestor ambiental y también técnico ambiental. Mi madre, a pesar de no tener formación en la materia, también estaba siempre allí, aprendiendo junto con él Así que eso me influenció un poco, pero a lo largo del curso me empezó a gustar el área medioambiental y comprendí la importancia y la necesidad de tener una formación en esta área. Sobre todo, siendo indígena. Esta formación sería muy importante para mí, como mujer indígena, para mi pueblo, para los pueblos indígenas. Pero es un curso muy difícil. Me metí de lleno en el debate ambiental y, cuanto más me adentraba, más me apasionaba.
Yo ya estudiaba Ingeniería ambiental en Aracaju, Sergipe, y en 2019 hice el examen de ingreso a la universidad para indígenas, en el municipio de Tacaratu [Pernambuco]. Y aprobé para entrar en el mismo curso en la Universidad de Brasilia, pero que es millones de veces más difícil. Y esto se sumó a todas las demás dificultades. La distancia, los problemas financieros, la falta de políticas públicas específicas para los estudiantes indígenas, los prejuicios en la gran ciudad, el machismo, la violencia. Fue una acumulación de obstáculos. El sueño de graduarse era cada vez más difícil. Pero, a la vez, la Universidad de Brasilia enseña, forma y transforma. Aunque tuve estas dificultades, afortunadamente también llegó el crecimiento personal y profesional, y la maduración.
Has hablado de tu compañera, Amanda, y la historia de ambas es bien conocida en el movimiento indígena. ¿Se enfrentan y se han enfrentado a muchos prejuicios o fue fácil asumir esta relación?
Oscila mucho. Contamos con un grupo muy numeroso y fortalecido de jóvenes indígenas. Y nos apoyamos. Y dentro de este gran grupo de jóvenes indígenas está el grupo de jóvenes indígenas LGBT, que es donde nos apoyamos. La mayoría de estas personas sufren prejuicios por parte de sus familias, en los espacios donde se encuentran, en las universidades. Intentamos fortalecernos como comunidad, como colectivo. Desde el primer momento, cuando Amanda y yo nos unimos y decidimos asumir nuestra historia, nuestros amigos nos acogieron muy bien. Ella fue a mi territorio, conoció un poco mi cultura y mi tradición. Mi familia la recibió estupendamente. Pero, en ese momento, no lo habíamos hecho oficial. Quizá si lo hubiera hecho oficial, la reacción habría sido otra.
Pero ustedes han asumido la relación. ¿Tu familia sigue acogiéndote, respetando tus decisiones? ¿Tienen intención de oficializar la unión en una ceremonia?
Sí. Ellos [la familia] todavía no quieren hablar del asunto. Pero lo estoy deconstruyendo, he intentado derribar barreras. Y haber asumido esta coordinación en el ministerio me ha aportado esta perspectiva.
Amanda también es indígena, del pueblo Pankará, de Pernambuco. Conocí a parte de su familia, que me recibió muy bien, al igual que mi familia también la recibió muy bien a ella, principalmente mis hermanos, mis primos, mi abuelo, que se encariñó.
Amanda vive en São Carlos, [en el estado de] São Paulo, estudia Gerontología en la Universidad Federal de São Carlos. Y yo vivo en Brasilia. Mantenemos una relación a distancia, y es muy difícil. La extraño muchísimo, pero nos hemos adaptado. Tenemos objetivos, planes y metas que queremos cumplir.
Sí, tenemos intención de casarnos, de vivir juntas, pero ahora mismo queremos graduarnos, conseguir nuestro tan soñado título. Y a partir de ahí realizaremos nuestros planes, objetivos y proyectos. Juntas. Soñamos con oficializar nuestra unión con una ceremonia, con todo lo que se suele hacer, con nuestros amigos, nuestra familia, con todas las personas que nos quieren y quieren que seamos felices.
Y que nos respetan, que respetan la diversidad de los pueblos indígenas, que respetan nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestros ideales, nuestro amor y nuestra resistencia. Este amor de dos mujeres indígenas de Pernambuco es muy hermoso: «¡Te quiero, amor, eres increíble!». Siempre estoy muy agradecida por tenerla en mi vida. Quería hacerlo constar aquí.
Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Diane Whitty y Julia Sanches
Edición de fotografía: Marcelo Aguilar, Mariana Greif y Pablo Albarenga
Montaje de página: Érica Saboya
«Quiero que la gente nos vea», dice Larissa sobre los jóvenes indígenas LGBTQIAPN+. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA