Periodismo desde el centro del mundo

En la región de Porto Alegre, la Tekoa Yjere, del pueblo Guaraní Mbya, fue destruida por la crecida del río Guaíba. Foto: Pablo de Souza

Somos de la Tekoa [aldea en Guaraní] YjereYjere, del pueblo Guaraní Mbya. Nuestra aldea está a 30 kilómetros del centro de Porto Alegre. Vivimos aquí hace seis años. Perdimos todo en la inundación.

Desde el Río Guaíba [que la municipalidad llama lago], donde vivimos, pescamos, usamos el agua para bañarnos, para lavar la ropa y los platos. Para cocinar usábamos agua del pozo, un pocito. Pero se inundó todo. En este momento estamos sin pozo. El agua empezó a subir desde la mañana tempranito [a principios de mayo]. El día estaba lluvioso, nos despertamos con el fuerte ruido del agua que ya golpeaba la pared. Todavía estábamos en la cama. De repente el agua estaba toda adentro de las casas. Salimos apurados, dejando todo atrás. El agua se lo llevó todo.

Somos 17 personas, cinco niños pequeños. Cuando subió el agua, salimos todos de la aldea. Pudimos sacar algunas cositas, mantitas, algunos agarraron documentos, comida y ropa, y nos fuimos a un lugar más para arriba. Armamos algunas carpas de plástico para quedarnos. Y ahora estamos aquí. Desde hace más de 20 días. El agua bajó un poco, pero ya no se puede entrar en las casitas. Está todo destruido, las paredes están destruidas.

El cacique Timóteo nunca había visto una lluvia tan fuerte, pero cuenta que sus antepasados ya habían avisado que eso iba a pasar. Foto: Pablo de Souza

En nuestra aldea el agua se llevó toda la Casa de Oración. Era allí donde desde la primavera hasta el otoño hacíamos nuestros rituales. Un lugar sagrado. Allí dentro el agua alcanzó más de 1 metro y llegó hasta el tejado. Se llevó el bosquecito, cubrió los árboles de pitanga y las Higueras. Lo alcanzó todo. Se destruyó toda nuestra casa. Las seis casitas de la aldea quedaron destruidas. Mi gente dejó todo atrás.

Estamos como en una isla. Ni siquiera podemos salir hacia un costado. Está todo en medio del agua. Yy ombojere pa [cercado por las aguas, en Guaraní].

Ahora también perdimos nuestro barquito, el último domingo. Yo [Pablo] quería ir al cajero automático 24 horas del mercado para intentar sacar la cuota del programa social Bolsa Familia de mi mujer y comprar leche para mi hija que se había acabado. Ya era la tardecita y había mucho viento. El motor no arrancaba, lo intenté muchas veces. De repente, el viento empujó el barco, perdí el equilibrio y salté al río. El barco volcó, el agua lo invadió y se hundió muy rápido. Casi me ahogo, pero gracias a Dios conseguí salir nadando por el borde, por el margen del río. Hasta ahora no han encontrado nuestro barco. Ahora que nos quedamos sin barco la dificultad es mucho peor, porque ni siquiera podemos ir a la ciudad a hacer nuestras compras, a trabajar.

Teníamos acceso al Río, con nuestro barquito, por un área donde habían puesto ganado. Estamos disputando con ellos por nuestra tierra. Allí querían construir un hotel de lujo. Pero esto ya lo impidieron hace tiempo, porque cuando llegó el momento de hacer el terraplén, para poder empezar el trabajo y construir un condominio, encontraron vestigios de Indígenas, como utensilios antiguos hechos de barro.

Después de la primera inundación estuvimos sin agua durante casi una semana, recogíamos agua de la lluvia para beber. Todavía quedaba algo de comida. Los apoyadores [voluntarios] vinieron a ayudarnos poco después. Nos trajeron cinco colchones de soltero, mantas, agua y algunas lonas.

Después también trajeron comida, hay colectivos que están ayudando. Trajeron canastas básicas con frijoles, arroz, fideos, aceite, harina de trigo y de maíz. Ahora estamos cocinando como es nuestra costumbre, con el fuego en el suelo. Teníamos una cocina a gas, pero ya no la tenemos. Teníamos una máquina para lavar la ropa. No la tenemos más.

La ayuda llegó aquí en barco, únicamente. Agradecemos mucho de corazón a todas estas personas. Hasta ahora no hemos recibido ninguna ayuda del gobierno. Investigamos sobre las ayudas en caso de inundaciones y nos enteramos de que un primer lote del programa SOS Inundación [el nombre del programa es SOS Rio Grande do Sul] se pagó a las personas desalojadas y desplazadas, pero no lo vamos a cobrar. De la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas no recibimos nada. Es más, ya nos olvidamos de que la Fundación existe.

Estamos desde principios de mayo en las casitas que construimos. Pero ahora estamos tranquilos. Preferimos quedarnos antes que ir a un albergue. No podemos dejar esta tierra. Quieren que salgamos, que nos vayamos, pero nos vamos a quedar.

Pablo de Souza (a la izq.) se preparaba para ser profesor cuando la inundación paralizó la vida de sus parientes. Ahora están todos en casas improvisadas

Llevamos aquí seis años. En esta tierra vivieron nuestros ancestros. Se nos mostró, a través de la espiritualidad, de los espíritus ancestrales, que en este lugar, en esta tierra, hay que construir la aldea de los Guaraníes. No somos nosotros los que decidimos ir a un lugar. Siempre rezamos preguntándole a nuestro Dios cómo será la vida. Y esto le fue mostrado a nuestro cacique [Timóteo], que teníamos que ir a Ponta do Arado. Nuestros parientes antiguos vivían aquí en esta tierra, hace muchos años, incluso antes de que llegaran los blancos a Brasil. Por eso vinimos aquí, para vivir y hacer aldea [preservar la cultura]. Cuando llegamos, todo esto hasta acá ya era un barrio, Belém Novo. Al cacique le gusta contar esta historia. Contar sobre nuestra historia, nuestra cultura y nuestro modo de vida es muy importante para nosotros.

Todavía no se ha demarcado esta tierra, está en trámite. En 2020 mandamos un escrito a Brasilia para constituir el Grupo de Trabajo de la Fundación de los Pueblos Indígenas que producirá el informe antropológico de nuestra tierra. Fue una orden del juez federal. El juez pidió que se armara al grupo, pero hasta ahora estamos solos…

La retomada de nuestro territorio fue en 2018, en Ponta do Arado. Después de dos años se hizo un estudio sobre la tierra. Estaba todo arreglado para que enviaran gente a demarcar la tierra, pero vino el COVID y pararon todo. Después de eso, hubo una votación del marco temporal [hito temporal en español] en Brasilia. Si lo aprueban, no se demarcará ninguna área Indígena más. Dicen que quienes no estaban en el área antes de 1988 [promulgación de la Constitución] no tienen derecho a la demarcación. Si van a anular este marco temporal de nuevo no lo sabría decir [hay un cuestionamiento en la Corte Suprema sobre la constitucionalidad del proyecto aprobado en el Congreso].

Aquí ni siquiera podemos plantar todavía, porque para sembrar tenemos que tener esta tierra [quieren tener demarcada la Tierra Indígena].

Nunca habíamos visto una lluvia tan fuerte como esta. Pero nuestro tatarabuelo ya contaba que esto iba a pasar. Después de mucho tiempo de lo que dijo mi tatarabuelo, mi abuelo, veo que su palabra estaba en lo cierto.

Decían que íbamos a ver inundaciones, vendavales. Todo eso.
Dios Tupã nos protege. Nos mandó cuidar su tierra. Pero el espíritu de la Naturaleza sufre mucho y ahora habrá una inundación muy grande. Primero mataron a todos nuestros parientes, a nuestros niñitos, a nuestros tatarabuelos, a nuestros abuelos. Después destruyeron la tierra.

¿Crees que los blancos van a seguir adelante como si nada? No, van a sufrir. El blanco no lo sabe. Se cree rico y que no va a sufrir. ¿Se creen que solo los pobres, solo los indios, van a sufrir? ¡Nunca! Todos sufriremos igual. ¿El hacendado más rico del mundo, el empresario que tiene dinero, se cree que no enfrentará dificultades? No, también le va a tocar…

Cada persona tiene que recordar más quién protege este mundo. Tenemos que respetar más a la Madre Naturaleza. Y también al río. Se podrían plantar al menos 100 metros de árboles nativos alrededor del río. No se puede vivir donde llega el agua. Hay que dejar la orilla del río. Tenemos que mostrarle a nuestro Dios que estamos respetando a la Naturaleza, al agua.

Son gente rica, los más ricos del mundo, pero con su pensamiento va a ponerse todo mucho peor. Son personas que se olvidan de todo. “¡Yo soy blanco, pero rico! ¿Son pobres? ¡Deja que se mueran todos! El Indio está molestando la tierra de los demás…” ¡ES NUESTRA TIERRA! POR ESO NO VAMOS A PARAR DE MOLESTAR.

Nosotros vivíamos aquí antes de que llegara Pedro Álvares Cabral. Queremos preservar nuestro modo de vida, siempre, como vivían nuestros ancestros. Esta tierra sobre la tierra, que nosotros que sabemos cuidar. Los no Indígenas ya cometieron muchos errores, desde el principio. Hicieron desaparecer muchos árboles nativos, talaron todo, mataron Pájaros, mataron las Abejas, se acabaron las Palmeras, las frutas nativas. Desde el principio los blancos no estaban cuidando a la Naturaleza. Solo acabando con ella. Y ahora, 500 años después, ya no hay más bosques. El interés de querer nada más que ganar más dinero acaba con todo. Solo quieren ver más ciudades, apartamentos… Los blancos no quieren cuidar a la Naturaleza, al agua, nada. Nosotros, los Guaraníes respetamos y amamos a la Naturaleza porque crecemos junto con la tierra y el bosque. Las tratamos como parientes. La tierra es nuestra vida. Los blancos nunca la van a preservar. Destruirán cada vez más. Puede que entiendan mis palabras.

Nos vamos a quedar aquí, haremos de nuevo nuestra aldea, rehacer todo. Vamos a hacer plantaciones de maíz, arroz, frijoles, papas, para no pasar hambre y no depender de los no Indígenas. Ahora con la inundación hemos tenido algo de ayuda, pero no sabemos si será así siempre. No sabemos cómo será en el futuro. Quizás pasemos hambre y podemos pasar por situaciones difíciles. Queremos prevenirnos. Hacer nuestra aldea, nuestra plantación, para poder sobrevivir. No importa la situación que vivamos, siempre nos quedaremos aquí.

Los Guaraníes armaron carpas en la parte alta de la aldea para escapar del agua. Prefirieron no dejar la tierra por el miedo a perderla para siempre. Foto: Pablo de Souza

Timóteo Karay Mirim de Oliveira nació en el municipio de Viamão, en Rio Grande do Sul, en 1962. Guaraní Mbya, es el cacique de la Tekoa Yjere, donde vive desde hace seis años. Los Guaraníes intentan retomar sus tierras ancestrales en Ponta do Arado desde 2018. En la región conocida como barrio de Belém Novo, a orillas del Lago Guaíba, los Indígenas disputan el territorio donde el sector inmobiliario quiere construir un emprendimiento de lujo. La aldea de Timóteo, donde vivían 17 indígenas, fue totalmente inundada y las seis casas que había quedaron completamente sumergidas y destruidas.

Pablo Natalício de Souza, de 37 años, quiere ser profesor y educador de Indígenas. Se estaba preparando para esto cuando llegó la inundación y paralizó la vida de sus parientes. En la aldea, en una escuela improvisada, ya imparte algunas clases a niños y adultos, entre ellos Timóteo. Pablo también es vicecacique.


Reportaje y texto: Timóteo Karay Mirim de Oliveira e Pablo Natalício de Souza
Edición: Malu Delgado e Talita Bedinelli
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al español:
Traducción al inglés:
Montaje de página y finalización: Natália Chagas
Coordinación de flujo de trabajo editorial: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
Directora editorial: Eliane Brum

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