Periodismo desde el centro del mundo

El diseñador de moda Sioduhi, fundador de la marca Sioduhi Studio, luciendo una relectura del collar del baiá, músico ancestral. Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

Diciembre de 2022 ya había llegado a su ecuador cuando Sioduhi metía en las maletas, en su casa-taller, en el Parque Savoy City, zona este de São Paulo, sus últimas creaciones, estudios y telas. El diseñador de moda del pueblo Pira-tapuya se preparaba para un viaje de reconexión con sus orígenes indígenas. El ligero equipaje que lo acompañaría a Rio Branco, en el estado de Acre, contrastaba con la densidad de los últimos 4 años, cuando se volvió estilista de moda profesional, logrando el sueño de infancia que lo llevó a la periferia de la metrópoli, la capital sudamericana del circuito de las famosas Fashion Week. Sioduhi partía para «desemburbujarse».

La decisión de volver a vivir en la Amazonia parecía un contrasentido en un momento en el que, por fin, empezaba a consolidarse como diseñador, a hacer desfiles y a trazar con su marca, Sioduhi Studio, un camino en el disputado mundo de la moda de São Paulo, circulando en eventos, firmando contratos e involucrando a cada vez más personas en sus proyectos.

Se dio cuenta de ello en octubre. Hacía 12 años que Sioduhi no volvía a la Amazonia y fue 25 días a su territorio en Alto Río Negro, región de São Gabriel da Cachoeira, estado de Amazonas. Nacido en Mariwá, en la cuenca media del río Vaupés, creció en Iauareté. En la visita a sus orígenes, sintió que en São Paulo se estaba «emburbujando», palabra que inventó para explicar el proceso en el que siente que se está desarraigando y olvidándose de su propia realidad. «Fue una lucha muy dura, casi borré mis raíces. Me marcho [de São Paulo] en el momento justo», indica.

El niño Pira-tapuya que hablaba tukano, sembraba yuca y otras plantas en la huerta con su madre; el que pescaba piraíba y surubí con su padre, sintió a los 27 años el peso de haber «traspasado mundos». El chaval que veraneaba en la playa junto al río, pescaba camarones de agua dulce con sus hermanos, jugaba con el barro con sus primos y navegaba en canoa se había mudado a una montaña de hormigón, lejos del centro y de las pasarelas, donde tuvo que nacer de nuevo.

«Todo esto es una vivencia muy fuerte. Uno se marcha a otro lugar donde nadie come lo mismo que tú, nadie habla el mismo idioma que tú, nadie es como tú, y encima te reprimen precisamente por eso. Tuve que aprender a hablar portugués a la fuerza, aprender algunos comportamientos a la fuerza, tuve que ir a una logopeda. Traspasar estos dos mundos es algo muy complejo y muy delicado también, porque ese mundo occidental nos tortura», asegura.

Taller de Sioduhi en Rio Branco, Acre. Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

Es un trayecto violento para alguien que ha sufrido prejuicios desde pequeño, cuando dejó el territorio a los 12 años para estudiar en São Gabriel da Cachoeira. «No creía que fueran prejuicios. Creía que era normal que la gente me tratara mal. No sabía quién era y no sabía cómo defenderme», dice el diseñador, que entendió parte de esos procesos en la terapia a la que acudió en un servicio de atención de salud mental para pueblos indígenas de la Universidad de São Paulo. Sioduhi perdió la cuenta de las veces que fue humillado por ser indígena. En São Paulo, notó que no entendían sus creaciones y fue a hacer seis meses de fonoaudiología. Fue cuando descubrió que su voz no tenía ondulación, porque el tukano era horizontal y el portugués es ovalado.

También descubrió que solo le aceptaban cuando se «emburbujaba». «Hoy estás más guapo porque vas vestido como un blanco», fue uno de los supuestos piropos que recibió en un tóxico ambiente de la moda. De pronto, Sioduhi sintió que se estaba diluyendo para satisfacer las expectativas estereotipadas. «A menudo esperan que cree algo muy tradicional, algo muy caricaturesco, algo muy obvio, y a mí no me gustan las cosas obvias, porque, en esencia, quiero crear algo que vaya más allá».

Fue la percepción del prejuicio lo que le hizo renunciar a utilizar un nombre de integración —el que se ponen los indígenas para que sean fáciles de entender en las ciudades— y mantener el suyo original. Sioduhi significa «nieto de aquel que canta sentado», aquel que lleva consigo el espíritu ancestral del baiá, el músico de las milenarias ceremonias de Alto Río Negro. No es casualidad que el estilista luzca en el cuello una relectura del collar que llevaba el baiá, un artista como él. Su pueblo, Pira-tapuya, es gente pez, y está representado en el logo de su marca, así como otras referencias a la selva que aparecen de diversas formas en sus creaciones y en las tintas extraídas de la tierra, de la yuca.

Desenhar roupas era um sonho de infância. Foto Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

En el corto período que pasó en São Paulo, Sioduhi se sintió constantemente desafiado y aprendió todo lo que necesitaba para emprender su camino de regreso. Estudió modelado de vestuario en la Escuela Técnica del Estado (Etec Tiquatira) y cursó un MBA en Gestión de Proyectos en la Fundação Getúlio Vargas (FGV). En Sioduhi Studio se ha convertido en un empresario organizado y versátil, donde hace desde las delicadas costuras imperceptibles de la sastrería hasta la moderna y sofisticada web de la empresa, que él mismo desarrolló.

«Conseguí dominar la lengua portuguesa, las tecnologías de la información no indígenas. Eso quiere decir que nosotros somos indígenas, somos potentes e inteligentes también. Cuando lo vemos desde el otro lado, el no indígena difícilmente entenderá nuestro mundo, difícilmente logrará conectarse y amoldarse a nuestro mundo, así que tenemos una ventaja muy grande. Es una inteligencia y una libertad que mucha gente no quiere ver», reflexiona el artista sobre el prejuicio que sufre, también, como intelectual. «Nosotros conocemos su mundo, pero ellos no conocen el nuestro y tampoco se esfuerzan para conocerlo». Según Sioduhi, esa también es una realidad presente en el mundo de las pasarelas, que no ve más allá del sur y sureste de Brasil.

«Muchos de los artistas indígenas somos autodidactas. Difícilmente alguno de nosotros ha ido a alguna escuela de prestigio. [Y para los que van] Las clases de arte son sobre Van Gogh, Picasso, Tarsila [do Amaral], y no sobre [el ilustrador indígena] Feliciano Lana (1937-2020), uno de los referentes que me inspira mucho, con su visión y la habilidad que tenía para contar historias. ¿Cuándo llegará ese trabajo [de Lana] y se enseñará en las escuelas? Esa es mi preocupación indígena», cuestiona sobre ese mundo de los blancos que no quiere ver el suyo.

Sioduhi quiere llevar consigo lo que aprendió para ayudar a crear espacios para la moda indígena y amazónica. «¿Qué conocimiento tienen Elle, Vogue o Glamour para hablar de nosotros? Para ellos, todos somos Tupí. Hablar del asunto indígena es difícil, y nunca aceptarán que no saben. La gente quiere hablar de la Amazonia, pero no quiere venir», dice, pensando en formas de pinchar «emburbujamientos» para escapar de la eliminación silenciosa y fatal de su cultura.

«Hablemos correctamente de la Amazonia, seamos protagonistas. Si las revistas de moda no nos aceptan, hagamos una. Si las escuelas de moda no nos aceptan, creemos las nuestras. Una cosa es lamentarse y otra salir de ahí y pasar a la acción, aunque sea experimental», dice Sioduhi. Él es uno de los fundadores de Abya Yala Criativa, una plataforma para los indígenas que trabajan en la moda, en colaboración con Jeremias, del pueblo Akroá-Gamella de Maranhão, y Nath, travesti de Mato Grosso do Sul, estudiantes de Arquitectura de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp).

Pensar fuera de la burbuja

Sioduhi creó un tinte natural a base de yuca, al que llamó Maniocolor. Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

Escuchar y seguir el raciocinio de Sioduhi es un regalo. Sobre las mesas de trabajo hay máquinas de coser, tijeras, hilos, telas, tintas y, junto a ellas, libros, muchos libros. Enseña con orgullo el Curso Prático Designer de Moda, un manual clásico de tapa dura donde tuvo sus primeros contactos con el modelaje, los acabados y la sastrería. Pero, por los rincones del taller, que desde hace 4 años también ha sido su casa, hay lecturas de filosofía, de cosmovisión indígena, de historia, de agricultura tradicional y de manejo ambiental. Dos volúmenes que me enseña entre muchos son Tybyra, uma Tragédia Indígena Brasileira, —del artista de Rio Grande do Norte, Juão Nin—, la historia del primer LGBT+ asesinado por el Estado brasileño, en el siglo XVII, e Historia del Tahuantinsuyu, de la arqueóloga peruana María Rostworowski. Los Incas y el Tahuantinsuyu están en su lista de conexiones de territorialidades ancestrales con el futuro, en el caso de Abya Yala, que define a los pueblos originarios latinoamericanos. «La gente no espera que los indígenas investiguemos», afirma. «Yo estudio mucho.»

Entre las lecturas y referencias que cita con frecuencia se encuentra el «futurismo indígena», concepto elaborado por la académica estadounidense y anishinaabe Grace L. Dillon en 2003 para describir la forma en que los pueblos indígenas transmiten sus enseñanzas científicas, honrando el pasado, viviendo el presente y representando el futuro para las futuras generaciones. Sioduhi conoce las ideas de Dillon, que entrelaza con las de otros estudiosos, como el escritor Jaime Diakara, del pueblo Desana, de quien recoge el concepto de pensamiento circular y en espiral de los pueblos indígenas de Alto Río Negro, donde el pasado, el presente y el futuro tienen lugar simultáneamente.

«De esta circularidad surgen diversas formas de pensar, la economía circular, la economía afectiva, el ASG, la preocupación por la sostenibilidad, la preocupación por las cadenas circulares. Todo eso es el resultado de un conocimiento también antiguo que muchas veces no fue reconocido», asegura.

El tinte Maniocolor se elabora a partir de yuca raspada. Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

ManioQueen es una combinación de las palabras manio (yuca, en tupí) y queen (reina, en inglés). Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA

Además de lecturas hay investigación. Sioduhi se pasó un año estudiando un tinte natural hecho de yuca raspada, al que llamó Maniocolor. El proyecto, desarrollado con su socio Adeilson Lopes, estuvo listo a principios de diciembre y fue resultado de una subvención del programa de aceleración «Inova Amazônia», promovido por Sebrae Nacional (servicio brasileño de apoyo a las micro y pequeñas empresas), que también realizó con la ayuda del Sistema Agrícola Tradicional de Río Negro (SAT-RN).

En sus reflexiones entre un mundo y otro, Sioduhi crea más que ropa y tinturas, recurre a palabras y conceptos, busca caminos para expresarse, para entenderse y entendernos. Emburbujarse y experienciar son verbos que explican «traspasar mundos» y «futurismo indígena», pero también cosas que Occidente tardó siglos en comprender y que son cotidianas en su territorio, como la sostenibilidad y el buen vivir, la diversidad y el acogimiento.

A diferencia de la falta de interés que él percibe en la industria de la moda por quien trabaja entre bastidores, Sioduhi trabaja en red, con muchas mentes indígenas. «En Alto Río Negro viven 23 pueblos indígenas que hablan 18 idiomas. Vivimos la tolerancia, la diversidad, la diplomacia», cuenta. Tres características que considera muy importantes en su proceso creativo.

«Pero lo que ocurre es que cada vez que me traspaso a ese mundo [occidental], necesito reconectarme más con mis raíces, escuchando a mis padres, que ya son ancianos», dice el artista, que ahora regresa a la selva para contar, por medio de la moda, historias invisibilizadas que no salen en los libros. Sioduhi quiere dejar el conocimiento de sus investigaciones a las generaciones venideras.

Solo volverá a São Paulo para buscar los libros que no pudo traer y, ocasionalmente, hacer negocios y algún encargo esporádico. Pero su vida ahora gira nuevamente en torno a la selva, entre Rio Branco y São Gabriel da Cachoeira, donde volvió a moverse como gente pez. Sioduhi ya no se «emburbujará» otra vez.

Piezas de la colección ManioQueen en Sioduhi Studio, en Rio Branco. Foto: Alexandre Cruz-Noronha/SUMAÚMA


La moda de Sioduhi

El diseñador de moda amazónico Sioduhi eligió con orgullo la ropa y los complementos de su última colección, ManioQueen, para vestir a medida al periodista ribereño Maickson Serrão, durante su paso por el Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, entre el 16 y el 20 de enero.

«Para mí es de suma importancia contribuir con alguien que está llevando cuestiones importantes desde dentro de la Amazonia», dice el artista. «Es la primera vez que hago styling [composición visual completa, escogiendo ropa y complementos]. Sabemos cuánto necesitamos nuestras voces fuera del país», dice Sioduhi, que asegura haberse divertido en esta nueva experiencia de trabajo con el podcaster de los programas Pavulagem y Radio Sumaúma.

La paleta de colores de Sioduhi, aspecto destacado de su proceso creativo, plasma sentimientos y momentos y tiene como punto de partida sus investigaciones con tintes naturales. En la colección Pamiri 23, de 2021, era «más seria» y había muchos tonos de negro y rojo para hablar de la transformación y resistencia de los 23 pueblos indígenas de Alto Río Negro.

En la colección ManioQueen, que viaja con Maickson Serrão a Davos, predominan los colores pastel y la ligereza. «Es una forma de hablar de la lucha indígena dentro de los territorios, donde mucha gente necesita estar de buen humor para enfrentar las dificultades, porque nuestros derechos están constantemente amenazados y las políticas públicas no llegan a los territorios como deberían», explica.

ManioQueen es una combinación de las palabras manio (yuca, en tupí) y queen (reina, en inglés). Es una mezcla de lo femenino, del cuidado y de la importancia de la alimentación indígena, de la raíz que fue descubierta e incorporada a la alimentación de los pueblos hace miles de años, y también está en la mesa de los brasileños. «Es una forma de verlo de una manera más ligera, medio divertida y muy futurista también», dice, sobre el trabajo de investigación que hizo para desarrollar el tinte Maniocolor, pero también sobre la biotecnología indígena milenaria, que hizo de la yuca una referencia cultural muy importante.

En esta construcción de su estilo también se destacan la transparencia, la precisión en el corte y la costura y sus procesos en su cadena productiva. La marca emplea hasta 30 personas en épocas de colección, y trabaja en red y colectivamente. Sioduhi conoce a sus costureros, sabe quién está entre bastidores en los desfiles, en la planificación, en el desarrollo de la campaña y en la producción de audiovisuales. Lo registra todo. «Tengo una excelente conexión con ellos. La marca, por mucho que lleve mi nombre, es un lugar muy colectivo».

En el proceso de creación de Sioduhi todo suma, la combinación de diferentes pueblos, conocimientos, tecnologías, todo lleva su esencia, que pronto se verá y conocerá en Davos.

Desfile de Sioduhi Studio en la 6ª Brasil Eco Fashion Week en São Paulo, en diciembre de 2022. Foto: Marcelo Soubhia


DÓNDE ENCONTRAR ROPA Y COMPLEMENTOS SIODUHI STUDIO

ONLINE

Tienda oficial sioduhi.com (envíos solo a Brasil)

TIENDAS FÍSICAS

MANAOS
GALERIA AMAZÔNICA
Rua Costa Azevedo, 272, Centro, Manaus (AM)
CEP: 69010-230, Brasil
WhatsApp: +55 92 99221-9928

SÃO GABRIEL DA CACHOEIRA
INSTITUTO SOCIAMBIENTAL RIO NEGRO (TELECENTRO)
Rua Projetada, 70, Centro, São Gabriel da Cachoeira , AM
Teléfono: +55 97 3471-1156

CUSCO (PERÚ)
EL PANAL — ETHICAL DESIGN
Plazoleta Santo Domingo, 285 – Cusco. PERÚ
Teléfono: +51 969 704 506


Traducción de José Luis Sansáns

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