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Coluna liternatura

En el libro El Arte de Coleccionar Moscas, los protagonistas son la Mosca de las flores, el escritor Fredrik Sjöberg y la Naturaleza de la remota isla sueca de Runmarö. Foto: Alvesgaspar/Wikimedia Commons

En la isla sueca de Runmarö hay un señor llamado Fredrik Sjöberg al que suele verse con una red en una mano y, en la otra, un exhaustor, un aparato para succionar moscas. Cuando este señor de 65 años localiza a un sírfido –solo atiende a esas moscas–, se pone el cilíndrico exhaustor en la boca, se acerca despacio al insecto y aspira fuerte. Si la operación sale bien, la mosca pasa al interior del tubo. Y, en el caso de que Sjöberg la crea adecuada para su estudio, poco después perecerá entre vapores de cianuro.

–Este puede ser un tema polémico.

–La mejor respuesta a la pregunta de por qué colecciono sírfidos –dice Sjöberg– es que quiero entender la letra pequeña de la única lengua que ha sido mía desde que tengo memoria.

Se refiere a la lengua “natural” que él habla con todos los elementos de su isla de quince kilómetros cuadrados. La misma que le ha permitido saber que la llamativa ausencia de la mariposa Parnassius apollo se debe a la creciente acidificación de la tierra, pese a que los azotes del cambio climático llegan amortiguados a Runmarö. Parece que, cazando moscas, Sjöberg se entera de una actualidad que no sale en las noticias.

A ojos del mundo convencional, Sjöberg es un señor raro que hace cosas raras en una isla apartada y pequeña de Suecia, donde vive con su familia. Como también le gusta mucho la literatura, ha escrito libros sobre la historia del movimiento ecologista o sobre la colección de insectos de un amigo poeta que ganó el premio Nobel.

 

En 2004, publicó su Flugfällan, que sería traducido al inglés diez años después, por Thomas Tiel, como The Fly Trap. La edición española llegó en 2023 con el título El Arte de Coleccionar Moscas, traducido por Marc Jiménez y Petronella Zetterlund. El libro detalla cómo René Malaise –otro sueco– ideó una trampa para moscas adorada en el sector. Sjöberg explora la biografía de Malaise a la vez que habla por ejemplo sobre unos universitarios que, tras enamorarse, se dedicaron a buscar moscas juntos o sobre un investigador que determina la frecuencia de aleteo de una mosca al escuchar su zumbido.

Y, sobre todo, presenta la vida en la isla desde una perspectiva insólita, además de indicar que en Suecia hay 4.424 especies de moscas, 368 de ellas sírfidos, y que, de esta familia de dípteros, 202 habitan en Runmarö. A esas 202 se dedica él.

Lea los principales extractos de la entrevista. La conversación se realizó por correo electrónico.

Fredrik Sjöberg con su trampa para cazar insectos. Coleccionar moscas, dice el autor, es una historia ‘de amor’ e ‘interminable’. Foto: Árni Torfason

LiterNatura: Su libro se ha traducido en español como El Arte de Coleccionar Moscas. Lo peor para un coleccionista es terminar la colección, pero en Runmarö halla moscas nuevas cada año. ¿Su colección es infinita?

Fredrik Sjöberg: Sí, se trata de una historia interminable. ¡Gracias a Dios!

“Lo desconocido crece al mismo ritmo que el conocimiento”, ha escrito Sjöberg, que responde a las cuestiones con brevedad de poeta o de mosca, de vida tan corta.)

¿Cuándo pensó por primera vez en escribir un libro sobre moscas? ¿Quiénes fueron sus modelos a seguir? 

La idea surgió alrededor de 2001, cuando escribí un pequeño libro sobre mi amigo Tomas Tranströmer y su colección de insectos olvidada desde hace mucho tiempo en la misma isla donde vivo. El Arte de Coleccionar Moscas es en realidad una autobiografía. Se trata de mí y de mi vida aquí en la isla.

Habla sobre lo difícil que resulta transmitir la pasión por las moscas a los lectores. ¿Por qué cree que en general cuesta tanto leer libros sobre la Naturaleza? Y sobre insectos, no digamos. 

La mayoría de los libros sobre la Naturaleza están escritos para niños e idiotas, así que sí, es un asunto complicado. Muchos lectores no esperan leer auténtica literatura. Y a casi ninguno de ellos le gustan los insectos. Pero yo me dije: si no les gusta, no me importa (aunque por supuesto me importa).

Usted afirma que todos los entomólogos debutan cuando son niños. ¿Cómo se enganchó a las moscas? ¿Cómo ha cambiado la atracción hacia ellas a lo largo de los años?

Ni siquiera mi madre de 99 años puede decir por qué empecé a coleccionar insectos. Algo genético, supongo. La atracción es idéntica ahora, que tengo 65. Hoy he estado corriendo por el jardín con mi red como un niño pequeño. Es muy divertido.

Advierte que Bruce Chatwin se interesó por los insectos a los quince años tras una estancia en Södermanland, episodio del que rara vez se habla en sus biografías. Él mismo dice que salió de Suecia sabiendo hacia dónde quería llevar su vida. Es extraño que ese momento tan importante de su historia haya sido tan poco contado. ¿A qué cree que se debe? 

Bueno, Suecia está muy lejos de Inglaterra, y los que escribieron sobre su vida no eran entomólogos. Tuve suerte de encontrar la historia.

Además de a Chatwin, cita a Kundera, D.H. Lawrence, Peter Noll… ¿Los cazamoscas leen mucho? ¿La mosca no interrumpe la lectura? 

Los días de sol se recolectan moscas. Se lee cuando está nublado. Y resulta que aquí arriba a menudo tenemos nubes. ¡Y el invierno! De modo que necesitas libros.

¿Qué sentidos físicos –oído, vista…– ha agudizado más buscando moscas? ¿Es verdad que es capaz de identificar una mosca por su zumbido?

Sí, pero yo diría que el sentido que más he desarrollado es el de la vista. Y la paciencia, pero este no es físico.

¿Qué cree que representa una mosca para la mayoría de los humanos y qué significa para usted?

Los humanos normales las ven como seres molestos. Un desperdicio total. Para mí significan aventura y evasión… por el hecho de que la vida es corta.

¿Cómo es su vida como atrapamoscas?

Es un remanso y me encanta.

Mucho se ha escrito sobre las formas de esperar a un animal: a aves; al leopardo de las nieves; a ballenas. Pero muy poco sobre esperar a moscas. ¿Cómo se espera a una mosca?

Entre flores, bajo el sol y con la cabeza vacía.

Describe a René Malaise como alguien que quería abrir nuevos caminos, dispuesto a esperar a las moscas en una época en la que eso era aún más extraño. Un pionero. Usted mismo se pregunta cómo se las arregló para no caer en la locura. ¿Cuál es la respuesta?

Vale, tal vez terminó un poco loco, pero creo que fue alguien feliz. Tenía una gran imaginación y confiaba en sí mismo.

(En el libro, Sjöberg añade que a Malaise nunca le amargaron las burlas ni los menosprecios por el trabajo que realizaba, gracias en gran parte a su buen humor.)

La trampa para moscas de Malaise ha ayudado enormemente a gente como usted. ¿Sigue usándola?

¡Oh, sí! La trampa es mi mejor amiga. Deberías probarla. Con ella, la vida nunca es aburrida.

Además de su querida Runmarö, ¿cuál es La Meca de las Moscas para un entomólogo?

Mi jardín es La Meca. Una evidencia son los aficionados a las moscas que aparecen de vez en cuando, a menudo vienen de muy lejos.

Habla sobre la salud de algunas moscas suecas pero, ¿cuál es la actualidad de las moscas en el resto del mundo? ¿Su número se multiplica, permanece igual o disminuye? ¿Por qué?

En Europa Central, muchas especies de sírfidos están disminuyendo debido al paisaje industrializado. No conozco mucho del resto del mundo.

Un raro sírfido que habita en el centro y norte de Europa. «Para mí, las moscas significan aventura y evasión por el hecho de que la vida es corta». Foto: Richard Bartz/Wikimedia Commons

Hace unos meses entrevisté a Patrik Svensson a propósito de su libro en torno a las anguilas. ¿Qué opina sobre el hecho de que Suecia proponga cada vez más historias sobre anguilas o moscas, además de muchas novelas negras?

La era de la novela negra terminará pronto. El resto son moscas… y algunas anguilas. Por supuesto que en Suecia suceden muchos crímenes, pero, en el fondo de sus almas, todos los suecos son amantes de la naturaleza.

Ha escrito que, ‘de todos los países europeos, ninguno está tan separado y es tan egocéntrico como nuestra península nórdica… El escandinavo debe valerse por sí mismo’. ¿Se sienten aislados del resto de Europa?

Estamos más cerca del resto de Europa hoy que hace 20 años, cuando escribí el libro, pero nuestro rincón sigue siendo un poco peculiar. En parte, se debe a nuestro clima y al paisaje.

También señala que muchas personas seriamente interesadas en los insectos tienen el común deseo de huir. ¿Huir de qué?

Todos estamos huyendo de nosotros mismos. Y de la vida familiar, por supuesto.

No encuentra a muchos interlocutores en su campo de investigación. ¿Cómo son los otros especialistas en moscas? ¿Y en los sírfidos en particular?

Gente rara, metida en su mundo. Pero todos honestos.

La isla también es protagonista. Dice que las islas son lugares propicios para el matriarcado.

Los hombres de las islas se hacen a la mar. Es por eso que las mujeres gobiernan.

Las limitaciones le ponen de buen humor. ¿Puede dar algún otro ejemplo de feliz limitación, aparte de vivir en una isla pequeña?

Hacer viajes cortos en barco. La poesía no modernista. Lo que me queda de vida. Etcétera.

El libro logra un tono muy seductor, irónico y sensual a la vez. A veces es gracioso. Últimamente no es habitual leer libros tan ‘alegres’ sobre la naturaleza. ¿Cómo recuerda haber escrito el libro? ¿Estaba contento, tenso por la escritura…?

Odio escribir. Nunca me gustó. Escribí El Arte de Coleccionar Moscas durante cien días sin parar, completamente desesperado en un pequeño apartamento en el centro de Estocolmo.

En el debate sobre si los libros de naturaleza deben centrarse más en la belleza o en la denuncia, parecería que opta por la belleza.

La biodiversidad no significa nada para la mayoría de las personas. La belleza es cosa de todos. Se trata de democracia.

Indica que, en su entorno, las moscas solían significar pobreza y ahora son sinónimo de amor. La idea del amor surge otras veces. ¿Podemos decir que este es un libro de amor?

Sí, es una historia de amor. Tu pregunta también.

¿Echa de menos las exploraciones geográficas? ¿El ansia de aventura ha reemplazado al deseo de conocimiento?

Sí. Ahora, la aventura es una meta en sí misma. Bastante pobre, diría yo.

Sarracenia, una planta exótica naturalizada que atrapa moscas, despierta lo que usted denomina xenofobia biológica. Y asegura que este tipo de xenofobia está muy extendida. Pero lo cierto es que el ser humano está plantando cada vez más especies exóticas en sus bosques, jardines.

Por supuesto, las especies exóticas son un problema. Lo sé. Pero el debate suele ser histérico. La globalización tiene un precio. A veces vale la pena pagarlo, a veces no. Runmarö no es Madagascar.

¿Cómo están afectando los cambios climáticos a Runmarö y a las moscas?

El cambio climático afecta a todos, en todas partes. Aquí no es un gran problema y no lo será, supongo.

(En El Arte de Coleccionar Moscas, Sjöberg también recoge episodios de noches de verano a la intemperie, aunque las moscas se esfumen cuando oscurece, porque su deseo es transmitir la grandeza del espacio que habita junto a los insectos. Las noches de verano ‘son nuestro recurso natural más desaprovechado’, afirma el entomólogo mientras deambula por el filo de los bosques y los prados que marcan la frontera entre territorios con moscas o no.

‘¿Cómo definiría el arte de capturar moscas?’, le han preguntado en más de una ocasión.  ‘Como una forma de ejercer la lentitud’, responde a veces. ‘Pero el próximo verano seguramente diga que para mí la captura de moscas es una forma de ejercer la concentración. Una focalización tan intensa que me olvido de mí mismo. Esto último no siempre es tan fácil en esta pista de baile que es nuestro tiempo.’) 

[Capturar moscas] También es su forma de hablar con la naturaleza, ha dicho…

El paisaje es una historia, las especies son las palabras. La ecología y todas estas narrativas ambientales son gramáticas. La biodiversidad es mi segundo idioma.

Coleccionar insectos requiere tanta concentración que el entomólogo se olvida de sí mismo. Mantener la concentración no es fácil ‘en esta pista de baile que es nuestro tiempo’. Foto: Árni Torfason


Gabi Martínez ha escrito sobre desiertos, ríos, mares, montañas, deltas y todo tipo de seres vivos. Vivió un año con pastores en la dehesa (La Siberia) y otro en la última casa de la isla de Buda antes del mar, la primera que se tragarán las aguas en los próximos años. Tras esas experiencias escribió Un cambio de verdad y Delta. Su obra incluye 16 libros y está traducida en diez países. Es impulsor del proyecto Liternatura, miembro fundador de las Asociaciones Caravana Negra y Lagarta Fernández; de la Fundación Ecología Urbana y Territorial; y codirector del proyecto Animales Invisibles. En SUMAÚMA escribe para el espacio LiterNatura.


Reportaje y texto: Gabi Martínez
Edición: Viviane Zandonadi
Colaboración: Meritxell Almarza (español)
Edición de fotografía: 
Lela Beltrão
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquíria Della Pozza
Traducción al portugués: Paulo Migliacci
Traducción al inglés: Charlotte Coombe
Montaje y finalización: Natália Chagas
Coordinación del flujo de edición: Viviane Zandonadi
Editora jefa: Talita Bedinelli
Directora editorial: Eliane Brum

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