Célia Xakriabá es una conocida creadora de palabras. Y quien crea palabras pare mundos. Con esta potencia, a los 32 años, entrará en el Congreso brasileño como posiblemente la parlamentaria indígena más joven del planeta. Elegida diputada federal por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Minas Gerais con 101.000 votos, Célia es una indígena del Cerrado. Desde pequeña lucha no solo junto a los pueblos indígenas, sino también junto a otras poblaciones tradicionales del bioma que, a pesar de ser la cuna de las aguas de Brasil, ya ha sido destruido en un 50%. No hay nombres más poéticos que los de las comunidades del Cerrado: además de los quilombolas (descendientes de africanos esclavizados que se refugiaron en centros de resistencia) y los indígenas, los campesinos y los pescadores tradicionales, están las comunidades quebradeiras (rompedoras) de coco babasú, raizeiras (curanderas con raíces), de fecho de pasto (cierre de pastos), recolectoras de flores, bendiceras, vaqueras, retireiras, vazenteiras, geraizeiras, veredeiras, catingueiras, entre otras. Cada una de estas comunidades es un mundo conectado todos los demás. Y todas esas comunidades-mundo están amenazadas de extinción, tanto como el ecosistema al que pertenecen y que está siendo arrasado por la agroindustria predatoria y por grandes corporaciones transnacionales. En septiembre de 2022, el Tribunal Permanente de los Pueblos condenó al Estado brasileño por ecocidio del Cerrado y genocidio de sus pueblos.
La mujer Célia Xakriabá, que llega al Congreso brasileño para, como ella afirma, defender la Tierra, es hija de su ancestralidad y de la lucha por la vida en uno de los paisajes más fascinantes de Brasil. Por esta lucha se declaró en huelga de hambre y durmió bajo uno de los pilares modernistas de Oscar Niemeyer (1907-2012) en el Palacio del Planalto. Lanzó su campaña en el lugar exacto en que ocurrió una gran masacre en febrero de 1987, en el norte de Minas Gerais, y que marcó al pueblo Xakriabá: los líderes Rosalino Gomes de Oliveira, Manuel Fiúza da Silva y José Pereira Santana fueron asesinados mientras dormían.
El 3 de enero, la parentísima Célia Xakriabá recibió al equipo de SUMAÚMA en el Ministerio de los Pueblos Indígenas. Asistió a la investidura de Luiz Inácio Lula da Silva, de ministras y ministros que defienden las causas indígenas y climáticas, entonó su canto y poesía el primer día informal de trabajo de Joênia Wapichana en la presidencia de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (Funai) y ayudó a la ministra Sonia Guajajara a recibir a los parientes que llegaban de todo Brasil con demandas y curiosidades sobre el nuevo ministerio. Celia es consciente de la potencia del momento. Y de su delicadeza: los indígenas ocupan por fin el poder central en puestos estratégicos, y las protagonistas son mujeres. La nueva diputada federal es una de las fundadoras de la Articulación Nacional de las Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad (Anmiga), creada para hacer frente a la violencia de género, una cuestión que atraviesa la lucha por la Tierra y el equilibrio climático.
En esta entrevista, Célia Xakriabá encarna la diferencia entre la política indígena y la convencional. Su diferencia ya está en el lenguaje, y nada cambia en profundidad sin que cambie el lenguaje. La poética de Celia se convierte en borduna (cachiporra indígena). Su moda es ancestral y no anual, como explica. Su vestimenta es un gesto político.
Con la palabra, la parentísima.
Célia Xakriabá protesta contra el genocidio indígena, en Brasilia. Foto: Pablo Albarenga/SUMAÚMA
SUMAÚMA: ¿Quién es Célia Xakriabá y qué pueden esperar Brasil y el mundo de una de las diputadas indígenas más jovens del planeta?
CÉLIA XAKRIABÁ: Soy Célia Xakriabá, del pueblo indígena Xakriabá, del bioma del Cerrado, esa fuerza que proviene de una raíz profunda. En el territorio del Cerrado, en este bioma, viven más de 70 pueblos indígenas. Linda con más de 11 estados brasileños y tiene como referencia el pueblo Xakriabá, que vive en el norte de Minas Gerais y tiene la mayor población indígena del estado. También soy confundadora de la Articulación Nacional de las Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad, y ahora soy la primera diputada federal indígena por el estado de Minas Gerais, luchando contra el racismo de la ausencia. Como diputada indígena más joven del planeta, tengo un compromiso con la mujer más vieja de la humanidad, la Tierra.
¿Cómo ver a Raoni subir con Lula la rampa del Palacio del Planalto?
Para mí fue muy emocionante ver la investidura de Lula, porque la primera y última vez que había estado en el Palacio fue en el penúltimo encuentro nacional de los pueblos del Cerrado, y me pasé todo el día y toda la noche allí, dormí en el pilar que hay debajo del Palacio, haciendo huelga de hambre para conseguir que se creara la Reserva de Desarrollo Sostenible Manantiales de Gerais.
Para mí fue muy emocionante volver a los territorios durante la campaña y que la gente viniera a decirme: «Recuerdo que estabas en aquella huelga de hambre, donde mucha gente se fue porque hacía mucho frío, nunca pasé tanto frío en Brasilia, mucha gente se fue, pero tú no. Y no era solo tu pueblo, era una movilización para las comunidades de Minas Gerais, y tú fuiste la única chica, la única mujer que se quedó».
¿Cómo te preparas para enfrentar un congreso mayoritariamente masculino y blanco?
La gente me preguntaba, cuando Sonia [Guajajara] estaba en el Congreso: «¿Qué creen que van a poder hacer, si ustedes solo son 2 mujeres indígenas en un Congreso Nacional que tiene 513 diputados?». Y yo respondía: «Somos menos del 1% de la población brasileña, somos 5% de la población mundial y protegemos más del 80% de la biodiversidad. No es siempre la mayoría quien hace las cosas bien. Nosotros somos una minoría, pero estamos mejorando el país, el planeta. Estaremos en el Planalto luchando por el planeta».
Y cuando me dicen: «Pero ustedes hace poco tiempo que están en el Congreso Nacional. Los de aquí son una manada de leones». Yo respondo: «Y nosotros somos jaguares». Conocemos bien el territorio. Puede que haga poco tiempo que estemos en el Congreso Nacional, puede que haga poco tiempo que estemos en el ministerio, puede que haga poco tiempo que estemos en la Secretaría de Salud [Indígena], puede que haga poco tiempo que estemos en la presidencia de la Funai [Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas], pero hace mucho tiempo que estamos en Brasil. Se lo dijimos al presidente Lula en la COP27: Brasil solo no ha perdido protagonismo internacional en las cuestiones ambientales porque nosotras fuimos ministras de Medio Ambiente.
El Congreso Nacional tiene un salón verde, pero es un salón verde deforestado. Nosotras hemos llegado para reforestarlo con nuestras ideas, con nuestras posiciones. Somos pocas, pero no estamos solas. Entendemos que es un momento de cambios para Brasil. Es un momento de cambios para la humanidad. Y la humanidad tiene que entender nuestra responsabilidad.
Cuando se demarca un territorio indígena, se crea una oportunidad de tener agua para beber. Cuando se demarca un territorio indígena, se crea una oportunidad de poder respirar. Nosotros somos neumólogos. Cuidamos del pulmón del mundo y de las personas. Tenemos que caminar juntos. Este ministerio es de articulación, mi mandato es un mandato de articulación. Queremos que nuestros líderes, nuestros niños, nuestras mujeres sigan viviendo.
El 2 de enero los indígenas recuperaron la Funai, y tú hablaste de la «política del misterio». ¿Cómo es esa dimensión espiritual de la política?
Cuando entré en el Congreso Nacional para que me dieran la credencial de diputada federal, recordé que, la última vez que estuvimos allí, depositamos más de 200 ataúdes que representaban los líderes indígenas asesinados y los proyectos de ley que son un retroceso. Nos recibieron con espray de pimienta, balas de goma, incluso me hirieron en la oreja delante de aquel Congreso.
Y entonces la oración de fuego de las mujeres Guaraní hizo que lloviera solo en ese lugar. En ese momento, en 2015, cuando pensábamos que no conseguiríamos impedir la aprobación de la PEC 215 [propuesta de enmienda constitucional que transfiere del Ejecutivo al Congreso el poder de demarcar tierras indígenas, territorios quilombolas y unidades de conservación], el canto y las maracas hicieron que se fuera la luz del Congreso Nacional. Empezó a llover y hasta hoy no se ha votado la PEC. Ahora estaré en un lugar donde existe el poder de legislar, de hacer leyes, de poder hablar. Pero cabe destacar que, más allá de las leyes judiciales, nuestras leyes son ancestrales. Es importante llevar al Congreso la fuerza de las leyes ancestrales.
Estamos aquí, en el Ministerio de los Pueblos Indígenas, por primera vez en la historia, caminando junto con el misterio de los pueblos indígenas. El misterio de la Tierra, el misterio de la selva, el misterio del Cerrado, de la mata atlántica, de la pampa, de la caatinga y del Pantanal.
Eres una creadora de palabras, como «parentísima». Me gustaría que hablaras de quién es Manuelzão Xakriabá, qué son las tonadas, y qué tienen que ver Manuelzão y las tonadas con tu manera de hablar.
Manuelzão es mi bisabuelo. Fue uno de los primeros lectores de cartas reconocido en el territorio Xakriabá en los años 40, cuando no circulaba la escritura, cuando no circulaba la lectura. Y leer cartas en aquellos tiempos no era leer para poder ser profesor. Tenía relación con el poder. Como en los documentos donde decían que ponía: «Aquí ha habido una reintegración de la posesión. Tienen que desocupar esta área». Aunque aquello fuera una mentira, si la leía un no indígena, perduraba 10, 20 años, porque no teníamos autonomía para leer el papel.
Aunque las personas no reconozcan, no entiendan las más de 274 lenguas indígenas, los más de 305 pueblos, nosotros tenemos una manera de hablar diferente. No se trata de entender nuestro canto, se trata de sentir nuestro canto. Mi bisabuelo era esa referencia, después mi abuelo fue esa referencia, la de la fuerza de la oralidad. Y mi abuelo no hablaba, meditaba. Por lo que nosotros solo hablamos después de meditar mucho, porque meditar también es una escuela.
Mi abuelo fue el primer libro que leí. Después aprendí a leer otros libros, pero sin perder la capacidad de leer a las personas. ¿Cómo seguir leyendo un libro y no perder la capacidad de leer el tiempo? ¿De leer la Tierra? Más de 522 años después [de la invasión europea], un Brasil tan diverso no puede considerar que la fuerza del pueblo, lo que no es visible, la fuerza de la oralidad, es un lugar menor. Nosotros nos comprometemos con lo que decimos. Me enorgullezco también porque, después de [Mário] Juruna, soy la segunda diputada que proviene del Cerrado. Él ya utilizaba una grabadora, utilizaba la oralidad, pero las personas no lo tomaban en serio, porque aquí el papel es la verdad.
¿Y las tonadas?
Las tonadas son la entonación de la palabra Xakriabá, que tiene una melodía en la manera de hablar. Últimamente, la gente me dice: «Celinha, has ganado estas elecciones porque hablas de una manera diferente. Eres más poética». Muchas veces, la gente verá que en el Congreso la poesía se transforma en borduna, porque la poesía es algo que afecta, no a la velocidad o tono de voz con que hablamos, sino a la sensibilidad. Estamos llegando aquí también con esta melodía de la palabra, esta manera de hablar diferente, ocupando varios espacios con la presencia indígena. Esto también es reforestar. Reforestar es hacer renacer la esperanza también en las personas que estaban adormecidas. Brasil no estaba muerto, estaba adormecido, y con nuestra presencia, nuestra manera de llegar diferente, la fuerza de nuestra pintura, la fuerza de nuestra voz, de nuestra oralidad, de nuestro canto, seguiremos haciendo leyes sin perder la melodía de la palabra. Seguiremos haciendo leyes sin perder la tonada de nuestro cantar.
Célia, en enero de 2021, entrevisté al geraizeiro [habitante tradicional del Cerrado del norte de Minas Gerais] Braulino Caetano y le pregunté quién denominó la Articulación Rosalino. Él me respondió: «Mira, en realidad, creamos esta articulación para unir a todos los pueblos en la lucha. Había una hija Xakriabá, una chica, que se llamaba Célia. Ella propuso el nombre de Rosalino. Nuestro movimiento se llama Articulación Rosalino Gomes justamente por esta chica. Ella estudió, se graduó, hizo una maestría, y espero que sea una gran fuerza para Brasil. Que el día de mañana pueda ser una diputada federal». ¿Qué tiene que ver la historia de Rosalino con tu historia política?
Rosalino fue un gran líder Xakriabá que fue asesinado en 1987, junto a 2 compañeros. Solo entonces se reconoció el territorio Xakriabá. Por desgracia, los territorios indígenas que conozco en Brasil solo se demarcaron después de que algún líder indígena fuera asesinado. Es como si alguien de tu familia tuviera que morir para que puedas tener una casa, un apartamento. Nadie piensa: «¿Acaso cada vez que piense en el derecho a una vivienda, a tener un lugar donde vivir, tiene que morir alguien de mi familia?».
La lucha Xakriabá está marcada por esa masacre, pero, a la vez, a través del dolor conseguimos liberar nuestro territorio. Y Rosalino decía: «Prefiero convertirme en abono, pero de aquí no salgo». Rosalino fue asesinado el 12 de febrero de 1987, en una masacre que marcó la historia del pueblo Xakriabá, que marcó la historia de Brasil. Fue el primer delito juzgado como genocidio indígena en Brasil. Rosalino fue asesinado y su compañera, doña Anísia, estaba embarazada y también le dispararon. Cuando estaba haciendo mi investigación para la maestría, volvía al territorio y preguntaba a las mujeres Xakriabá cuál había sido su contribución a la lucha, y me respondían: «Ah, hija mía, yo no pude contribuir mucho. Mi marido era líder, iba a Brasilia a pie, se pasaba 3 meses haciendo autostop, y yo tenía que trabajar la tierra para mantener a mis hijos». Le pregunté a doña Elisa, le pregunté a doña Nena, cuyo compañero también murió en la masacre. Y me frustré mucho, porque las mujeres decían que el protagonismo de la lucha no estaba precisamente en las mujeres. Sus contribuciones parecen invisibles. Actualmente, en el territorio Xakriabá los 4 caciques son hombres, pero, a la vez, me construyeron también con otra referencia. Y 33 años después de la masacre que mató a Rosalino, lanzamos nuestra precampaña, en febrero de 2022, en el lugar donde murió, en 1987. Ese día, el hijo de Rosalino me decía: «Esta tierra se demarcó con sangre y tú tendrás la oportunidad de sostener la pluma que impedirá que la masacre de los pueblos indígenas siga siendo la causa del exterminio de los pueblos indígenas en Brasil».
Este es el motivo por el que defiendo el nombre de Articulación Rosalino de Pueblos y Comunidades Tradicionales desde hace 10 años. Cuando conocí a Braulino, yo tenía 13 años y ya me decía: «Hija mía, un día serás nuestra representante política». Pero yo era solo una niña y me reí. Luego me dijo: «No te rías de tu padre, haz caso de lo que te digo». La Articulación Rosalino es de las pocas que conozco en Brasil y en el mundo que reúne a 8 pueblos: los indígenas Xakriabá y Tuxás y las comunidades quilombolas, geraizeiras, vazanteiras, veredeiras, catingueiras y recolectoras de flores [pueblos tradicionales del norte de Minas Gerais]. Es una articulación donde el dolor está unificado, pero la fuerza también. Varias veces hemos participado en la recuperación de tierras quilombolas, varias veces el quilombo ha sido solidario con nuestras recuperaciones.
¿Quién es Sonia Guajajara y qué representa para ti actualmente?
Sonia para mí es una referencia, una inspiración, una hermana, una parentísima, una guerrerísima ministra que también proviene de esta unión de las mujeres. Somos cofundadoras de la Articulación Nacional de las Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad. Conocí a Sonia cuando tenía 14 años. Y después, en 2018, cuando estaba terminando la maestría, Sonia me dijo: «Celinha, me gustaría que me ayudaras en la campaña, seré copresidenta de la República, junto con Guilherme Boulos». Y le contesté: «Hermana, estoy muy cansada, estoy terminando la maestría, no puedo». Y me dijo: «Ven solo una semana». Y me quedé 3 meses, ayudando a Sonia en la campaña de 2018. Cuando la gente me preguntaba si estaba preparada, ella decía: «Estamos preparadas. Nos hemos preparado para la lucha». Y cuando la gente nos preguntaba en estas elecciones: «Pero ¿ustedes están preparadas? ¿Sus candidaturas son viables?». Yo respondía: «Nuestras candidaturas no solo son viables, sino que ya se han enviado. Porque la Tierra nos llama. Ya que las personas no escuchan a la Tierra, no entienden que la Tierra es la mayor autoridad, nos vamos a presentar junto con la Tierra». Y cuando las personas me decían: «Pero ¿seguro que es el momento adecuado? No se ha producido ningún hecho político que os ayude a ganar». Entonces respondía: «¿Violar a niñas Yanomami no es un hecho político? ¿Violar a niñas Guarani-Kaiowá no es un hecho político? ¿Matar mujeres no es un hecho político? ¿El ecocidio no es un hecho político? ¿El genocidio no es un hecho político? ¿Qué es un hecho político?».
¿Sonia te invitó a presentarte para diputada? ¿Cómo sucedió?
La construcción fue conjunta, por la bancada del tocado. Dijimos: «Si hay una bancada ruralista, vamos a crear la bancada del tocado». ¿Quién puede enfrentar mejor a la bancada ruralista que la bancada del tocado, que trae la fuerza de la Tierra? Y entonces ella me dijo: «Celinha, ¡vamos a hacerlo!». Nosotras solo lo conseguimos porque otras personas nos abrieron camino. Aunque no consiguieran llegar. Y el año pasado, los líderes nos dijeron: «Tienen que ir». Fue entonces cuando decidimos ir.
¿Cuándo fue?
En el Campamento Tierra Libre, en la Marcha de las Mujeres Indígenas, algunos parientes Krenak nos preguntaron. Y nos dijeron: «¡Ha llegado el momento de ir! ¿Los Xakriabá todavía no se han decidido?». En noviembre de 2021 los líderes Xakriabá decidieron ir y en marzo de 2022 lanzamos la precampaña justo en el lugar de la masacre de Rosalino. Sonia tardó un poco más a decidirse, porque tenía que decidir si se presentaba por Maranhão o por São Paulo y si iba a cambiar de partido o no. Entendí que, al igual que pasaron 33 años, desde Juruna Xavante, hasta que Joenia Wapichana fue elegida la segunda indígena en el Congreso Nacional, la primera mujer indígena, si no nos presentábamos estábamos corriendo el riesgo de que pasaran otros 10 o 20 años sin que se eligiera a ningún indígena. Es una lucha de contexto, porque el Gobierno de Bolsonaro puso la cuestión indígena en estado de emergencia existencial humana y no humana.
Mucha gente decía: «Si no resultan elegidas, no se entristezcan. Lo vuelven a intentar. En algún momento lo consiguen». Y yo respondía: «Si quieren personas revolucionarias, que pueden defender con el cuerpo la cuestión territorial, ambiental, voten ahora. Ya no se puede aplazar». Y entonces decían: «Ah, pero no tengo 2 votos. Me gustaría mucho votarlas». Me pasaba a mí, le pasaba a Sonia. «Es que yo ya tengo un candidato…».
La última semana, decía: «No tienes 2 votos, pero nosotros tampoco tenemos 2 planetas. Ahora es el momento». Y entonces fue cuando lanzamos el Llamamiento por la Tierra [eslogan de campaña que utilizaron las mujeres indígenas candidatas]. Aunque Sonia estuviera en São Paulo y yo en Minas Gerais, hicimos muchas cosas juntas. Con el «ahora es el momento» y el Llamamiento por la Tierra movilizamos también otras candidaturas indígenas. Fueron más de 180 candidaturas indígenas en todo Brasil, fortaleciéndonos. Aún tenemos que avanzar, fortalecernos, porque tenemos que avanzar en los diferentes estados. No conseguimos que saliera elegido ningún candidato estatal.
Ahora estamos aquí, en la sede del Ministerio de los Pueblos Indígenas, y antes que el presidente Lula anunciara el nombramiento, parecía que había una cierta disputa. Unos apoyaban a Joenia Wapichana, otros a Sonia Guajajara y otros a Weibe Tapeba. La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) envió una lista con tres nombres y el presidente Lula acabó adjudicando cargos a todos ellos. ¿Qué opinas de este proceso?
El pueblo habla mucho de las embajadas, del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde impera la diplomacia. Pero yo no conozco otro pueblo más diplomático que nosotros, los pueblos indígenas, que lo construimos todo a base de diálogo. Tendremos nuestras diferencias, porque somos más de 305 pueblos diferentes, 274 lenguas diferentes. Ayer [2 de enero] fue un momento histórico para mí también: pude estar con la ministra Sonia, la presidenta de la Funai Joenia, nosotras estábamos en el Parlamento, Weibe tomó posesión de la importante Secretaría de la Salud Indígena. La gente decía que nos íbamos a dividir, pero nuestra lista fue el nombramiento más democrático que hubo. Ningún otro ministro fue nombrado a partir de una lista con tres propuestas. Todos los demás son nombrados directamente. Aunque hubiera 3 nombres, estos salieron de una consulta de los movimientos y de la propia Apib. Eso demuestra que hacemos las cosas de forma diferente. Y no nos dividió, al contrario: Sonia será ministra, Weibe será secretario de Salud [Indígena] y Joenia será presidenta de la Funai.
Estamos mostrando la importancia de tener parientes indígenas en todas partes. Acabamos de tener una reunión ahora con Joenia Wapichana, para definir un plan de trabajo, que estamos trazando colectivamente. No estamos en compartimentos separados. La presidenta de la Funai acaba de salir de aquí, del ministerio, el secretario de Salud Indígena está en la sala al lado, la parlamentaria indígena está aquí, porque sabemos trabajar juntos. Aunque tengamos maneras de hacer diferentes, aunque tomemos algunas decisiones a partir de las recomendaciones de la base, a la hora de buscar el mejor camino estamos juntos.
Estamos aquí, en el ministerio presidido por una mujer indígena, la parentísima ministra Sonia Guajajara, [con] la parentísima presidenta de la Funai Joenia Wapichana y el parentísimo secretario de la Salud Indígena Weibe Tapeba. Estamos también en el Congreso Nacional y la bancada del tocado no ha renunciado. La bancada del tocado está semillada por varios puestos. Nuestra toma de posesión, el día 1 de febrero, será un momento histórico. No estaré sola en el Congreso Nacional, porque vamos a ocupar aquellas rampas con varios parientes indígenas, con mujeres indígenas. La bancada del tocado es el pueblo.
¿Qué es la Anmiga? ¿La ves como una corriente de política indígena?
Anmiga, la Articulación Nacional de las Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad, es una articulación que trae la fuerza de las mujeres de todos los biomas. Mujeres-tierra, mujeres-semilla, mujeres-agua, mujeres-raíz. Siempre digo que no somos mujeres-solamente, somos mujeres-simiente. El siglo XXI es de las mujeres indígenas.
En 2018, decía: «Sonia, creo que, para consolidar este movimiento político y para que los líderes hagan realmente este realdeamiento de la política, tenemos que visitar los territorios». Ya teníamos el deseo de crear las caravanas de la Anmiga. En 2019, empezamos a construir el proyecto aquí, en Brasilia, pero 3 días después se decretó la pandemia en Brasil y en el mundo y no pudimos hacer la caravana.
En 2019, Sonia creó la campaña «Sangre Indígena: Ni Una Gota Más», que recorrió 12 países y 20 ciudades en 35 días, denunciando lo que ocurría en Brasil. Protocolamos en el Tribunal de la Haya, en los Países Bajos, la denuncia contra Bolsonaro por el delito de ecocidio, y la gente decía: «¿Por qué van a Europa? ¿No saben que ellos son gran parte del problema?». Y nosotras contestábamos: «Esa gran parte del problema tiene que sumarse a la mayor parte de la solución».
Cuestionamos también la ratificación del acuerdo del Mercosur, que premiaba al Gobierno de Bolsonaro, y hablamos de la importancia del Parlamento Europeo y de todos los países, al igual que el Reino Unido, para que se creen leyes de rastreabilidad para garantizar que los productos [importados] no provengan de territorios indígenas ni de trabajo esclavo. Como resultado de esta presión, ahora, en la COP27, el Parlamento Europeo ya tenía la ley antideforestación.
También cuestionamos que en esa ley solo se consideraba la Amazonia, no se consideraban otros biomas, como la mata atlántica, el Cerrado, la pampa o el Pantanal. Cuando no existen leyes de protección ambiental para todos los biomas, hay que crear leyes, hacer todavía más presión contra la expansión agrícola en estos biomas. Y cuando se hace, también se acaba poniendo la Amazonia en más conflictos territoriales y más presión en los productores y los deforestadores.
Desconocemos la existencia de algún proyecto que haya visitado todas las regiones de Brasil, todos los biomas brasileños, en esta escucha sensible de entender que, si no podemos escuchar a todas las mujeres indígenas, nuestro micrófono será la maraca, nos desplazaremos hasta los territorios. Es lo que hicimos con el proyecto de la caravana, entendiendo que el micrófono más amplio que tenemos es el hecho de escuchar a las mujeres indígenas a partir de la bioeconomía. La Anmiga tiene como proyecto central el combate a la violencia contra las mujeres indígenas en los territorios. En el Ministerio de los Pueblos Indígenas, tenemos ese desafío: el de tener ese núcleo relacionado con la violencia y la violación de las mujeres indígenas.
En la Marcha Mundial de las Mujeres, que organizaron a través de Anmiga, hicieron un gran desfile. ¿Qué tiene que ver la vestimenta con la política?
Hemos hablado de descolonizar la moda, porque para nosotras no es exactamente moda. Suelo decir que, tanto en la música como en la moda, la tendencia anual no es lo que se lleva; para nosotras, lo que se lleva es una tendencia más ancestral. Es decir, cuanto más viejo, más bonito. Nuestra moda no es anual, nuestra moda es ancestral. Para mí, la vestimenta es ropa que viste, reviste y subvierte.
Todo el diseño de mi campaña en Minas Gerais fue inspirado en mi vestimenta. Es una manera de traer encanto, hermosura, porque la política no tiene que ser un lugar truculento. La política es el lugar que hacemos con cultura. Donde no podía hacer campaña, hacía poesía, llevaba la lucha y la emergencia de los pueblos indígenas. Y lo hice en escenarios importantes, con algunos artistas, como Nando Reis, Gilberto Gil. Es un lugar que hacemos afloramos, entendiendo que esta manera de hacer es una política que trae las voces del territorio, los colores del territorio, los colores de nuestro bioma.
Siempre he mantenido mi autonomía indumentaria. Tengo vestidos pintados durante la sentencia del Supremo Tribunal Federal. Mientras estábamos allí, en la vigilia, yo paraba y me pintaba la ropa. Lo hago no porque tenga tiempo, sino porque necesitamos tener autonomía de nuestro tiempo, solo tienen tiempo aquellos que retoman el tiempo. Suelo decir que la lucha por la libertad, por la verdadera autonomía, no es para tener más dinero, sino para tener la libertad del tiempo.
¿Cómo ser parlamentaria, cómo ser ministra, cómo ser presidenta de la Funai, cómo ser profesora, abogada, sin perder nuestra autonomía indumentaria, sin perder nuestra autonomía alimentaria? Porque nosotras podemos ser muchas cosas, pero el primer libro que leí fue mi abuelo, la primera pluma que agarré no fue precisamente para firmar con una «x», sino para mojarla en tintura de jagua y escribir en mi cuerpo. Y aunque esté en el Congreso Nacional, sigo teniendo esta autonomía de vestirme con jagua. Es la fuerza del tocado la que orienta nuestro pensamiento, nuestras decisiones. El tocado, para nosotras, es como si fuera la casa de la cabeza. Ayuda a orientar ese lugar. Juntas, vamos a pintar el Congreso Nacional de jagua y de bija. El Congreso ya no será gris, el Congreso tendrá nuestros colores.
Traducción de Meritxell Almarza