El samba con el que la escuela Salgueiro desfilará en el sambódromo de Río de Janeiro hace referencia a varios términos de la cosmología Yanomami: cómo conciben el mundo y describen su origen, el territorio que habitan y su relación con la selva, los demás seres de la naturaleza y los napëpë (no indígenas). SUMAÚMA ha preparado un glosario para que nuestras lectoras y lectores puedan entender el espectáculo que se mostrará en la pasarela. Se basa en los libros La caída del cielo (Capitán Swing) y El espíritu de la floresta (Eterna Cadencia), ambos coescritos por el chamán, pensador y líder Yanomami Davi Kopenawa y el antropólogo francés Bruce Albert. La colaboración entre los autores comenzó hace casi 50 años y los libros se fundamentan en una profunda amistad, el compromiso político con la vida de los Yanomami y un trabajo honesto y riguroso de Albert para alcanzar el pensamiento de Kopenawa al traducir sus palabras a otros lenguajes-mundo.
Yanomami
Los Yanomami habitan territorios de Brasil y Venezuela y forman uno de los mayores grupos indígenas de Brasil, con una población de unas 31.000 personas en los estados de Amazonas y Roraima. Hoy viven de la caza, la pesca, la recolección, la agricultura familiar y, en algunas aldeas, de alimentos de la ciudad. Su tierra indígena, reconocida en 1992, es la mayor del país, con más de 9,6 millones de hectáreas.
El término Yanomami deriva de la simplificación de Yanomamɨ tëpë, que significa ‘seres humanos’, y lo utilizan algunos grupos que viven en la parte oeste del territorio para referirse a sí mismos. La palabra Yanomami se utiliza actualmente para definir a toda la etnia, pero la expresión ‘ser humano’ presenta variaciones entre las seis lenguas que componen la familia lingüística Yanomami: el yanomam, el yanomamɨ, el sanöma, el ninam, el ỹaroamë y el ỹanoma.
Según su cosmología, los Yanomami fueron creados por Omama después de que sus ancestros, los yaroripë, perdieran su forma original, que era tanto humana como animal. Sus imágenes vitales —utupë, parte constitutiva de todos los seres— pasaron a formar parte del elenco de entidades solo visibles para los chamanes, los xapiripë. Su piel, en cambio, se convirtió en animales de caza, los yaropë, que siguen teniendo características humanas, como la subjetividad y la sociabilidad.
Omama y Yoasi
Omama es el creador de los Yanomami, que son hijos de Omama y su esposa, Thuëyoma, «un ser pez que se dejó capturar en forma de mujer», según cuenta Kopenawa en La caída del cielo. «Omama tenía una gran sabiduría. Supo crear la selva, las montañas y los ríos, el cielo y el sol, la noche, la luna y las estrellas. Fue él quien, en los primeros tiempos, nos dio la existencia y estableció nuestras costumbres. También era muy apuesto», dice. Al comienzo del desfile de Salgueiro, Omama estará representado por una estatua de 20 metros de altura.
Al principio, solo existían Omama y su hermano Yoasi, que «llegaron a la existencia solos», sin padre ni madre. Yoasi, envidioso, se convirtió en el antagonista de Omama. Dejó en la tierra entidades malignas que traen destrucción. A Yoasi se le atribuye el origen de la muerte, la enfermedad y todos los males existentes, mientras que Omama quería que las personas fueran inmortales como el ser del sol, Mothokari. Varias veces Davi atribuye a Yoasi la aparición de los napëpë (no indígenas). En el samba de Salgueiro, Yoasi se compara con las familias o los ciudadanos «de bien», una alusión velada a la extrema derecha bolsonarista, que rinde culto a las armas y desprecia la selva y a sus gentes.
Hutukara
El título del samba es el término que utilizan los chamanes Yanomami para designar el primer cielo, que se derrumbó en la antigüedad y formó la tierra actual. El primer cielo cayó tras una serie de transgresiones que cometieron los yaroripë. De ahí el miedo a que el cielo actual vuelva a caer, un miedo que se asocia con la destrucción y la contaminación del planeta por parte de los no indígenas. Omama, el creador de los Yanomami, moldeó la nueva tierra, «más sólida». Para evitar que se derrumbara, plantó en las profundidades «inmensas placas de metal» que se encontraban en el antiguo cielo y que los napëpë no deberían extraer.
Hutukara es también el nombre de una de las diez asociaciones Yanomami. Creada en 2004, la Hutukara Asociación Yanomami está presidida por Davi Kopenawa y lucha por los derechos de los pueblos Yanomami y Ye’kwana, habitantes de la Tierra Indígena Yanomami. Su logotipo representa el mundo actual, con la selva, montañas, la tierra y ríos. A los lados de esta imagen se ven dos ornamentos hechos con plumas de guacamayo que simbolizan los chamanes, encargados de proteger la tierra-floresta (urihi a) y de sostener el cielo actual para evitar que se caiga.
Urihi a
La palabra se refiere a la selva y su suelo, o ‘tierra-floresta’. También se refiere más específicamente a la región de nacimiento o residencia de una persona. La tierra-floresta es una entidad viva y, por lo tanto, no debe tratarse como una mercancía. «Lo que ustedes llaman «naturaleza» en nuestra lengua es urihi a, la tierra-floresta, y también su imagen vista por los chamanes, Urihinari a. Los árboles están vivos porque existe esta imagen. Lo que llamamos Urihinari a es el espíritu de la floresta», dice Kopenawa.
El chamán explica que en la selva existen në ropë, el «valor de fertilidad», que sería su riqueza, y un «aliento vital» (wixia), que garantiza el poder de hacer crecer las plantas y que tengan vitalidad. La tierra-floresta siente dolor cuando sus árboles son talados o incendiados, sustituidos por una tierra seca, árida y calurosa.
En su significado más específico, urihi a se refiere a los espacios concéntricos unidos por senderos que van desde la vivienda colectiva de los Yanomami hasta los lugares de caza, recolección y cultivo, que pueden estar cerca o lejos. Como define Bruce Albert, se trata de un «territorio transportable», un modelo que se reproduce a lo largo de las migraciones de los Yanomami. Esta es otra razón por la que la invasión minera y maderera amenaza la vida de estos pueblos, ya que las actividades criminales restringen, contaminan y destruyen los espacios en los que cazan, recolectan y plantan, espacios en los que la vida se mueve de forma entrelazada.
Xapiripë
Omama creó los xapiripë a petición de su esposa, Thuëyoma, preocupada por cómo curar a los niños. Los xapiripë son invocados para curar enfermedades y regular el ritmo de la naturaleza, ya que dictan las épocas de lluvia o sequía y garantizan el equilibrio del mundo. En las curaciones chamánicas, se enfrentan a entidades malignas, «que ven a los humanos como sus presas (…) y se apoderan de su imagen vital para devorarlos», como describe Bruce Albert en El espíritu de la floresta. En palabras de Davi Kopenawa, «los xapiripë son dueños de la «naturaleza», del viento y de la lluvia. Cuando los hijos y las sobrinas de los espíritus del viento juegan en la floresta, circula la brisa y hay frescor. (…) Si los xapiripë están lejos en el cielo, sin ser llamados por los chamanes, la floresta se calienta. Las epidemias y los espíritus maléficos se acercan. Los humanos, entonces, no dejan de enfermarse».
Los xapiripë, que estarán representados en el grupo de vanguardia y en las carrozas de Salgueiro, «son tan pequeños como brillantes granos de polvo», personas en miniatura que llevan adornos relucientes y coloridos. «Los espejos sobre los que bailan son inmensos. Sus cantos son magníficos y potentes. Su pensamiento es correcto y trabajan con empeño para protegernos», dice el chamán.
Los xapiripë son muy numerosos y nunca mueren. Corresponden a las imágenes originales (utupë) de los ancestros de los Yanomami, los yaroripë, y de todos los entes. Existen xapiripë de todos los seres, de los grandes árboles como la ceiba, de los animales, de las piedras, de las hojas, del agua, de la luna, del sol, del trueno, e incluso están los xapiripë de los napëpë (no indígenas). «Los xapiripë han defendido la floresta desde que existe. Siempre han estado del lado de nuestros antepasados, que nunca la han devastado», dice Kopenawa.
Los chamanes, los que poseen los xapiripë y los ven, se llaman xapiri thëpë.
Yãkoana
Es el polvo que se elabora a partir de la resina de árboles del género Virola, que tiene propiedades alucinógenas y es uno de los que más utilizan los chamanes Yanomami para entrar en contacto con los xapiripë e invocarlos. Los xapiripë, a su vez, se alimentan de yãkoana. El polvo lo sopla un hombre en la fosa nasal del chamán con un tubo de 60 a 90 centímetros hecho con tallos de palmera o un tipo de hierba llamada cañaflecha.
Davi Kopenawa ha prometido llevar chamanes al sambódromo para realizar el ritual. En El espíritu de la floresta, dice que teme que a los jóvenes Yanomami «les importen demasiado las mercancías y las habladurías de los blancos» y no quieran iniciarse como chamanes. «Algunos tienen hasta miedo de la fuerza del polvo yãkoana y, a veces, se niegan a convertirse en chamanes. Temen a los espíritus y recelan de su hostilidad», escribe. Sin que las nuevas generaciones vean a los xapiripë y escuchen lo que dicen, las palabras de los antiguos se perderán y la selva y su pueblo quedarán desprotegidos.
«Cuando nacen las semillas de yãkoana, los tucanes y los monos araña se alimentan de ellas. Los yanomami también lo utilizamos para realizar chamanismo entre nosotros». Por Joseca Mokahesi (2018)
Napëpë
En la lengua yanomam, napë significa una persona que no es Yanomami, un enemigo, un extranjero. Con la adición del plural pë —napëpë— se refiere a los enemigos, blancos, extranjeros. Con la desaparición de casi todas las etnias vecinas de los Yanomami a principios del siglo pasado, después de que los blancos invadieran sus tierras, el término napë pasó a referirse principalmente a los no indígenas. La asociación entre no indígenas y enemigos no parece trivial. Davi Kopenawa también llama a los blancos «el pueblo de las mercancías».
Xawara
Xawara significa ‘epidemia’ y los Yanomami creen que se propaga en forma de humareda, la «humareda epidémica» (xawara wakixi). Desde el inicio de su contacto con los no indígenas en las primeras décadas del siglo pasado, que trajeron oleadas de enfermedades, esta humareda se asoció a herramientas metálicas como los machetes, que les eran entregados como objetos de intercambio, y a la quema de pólvora.
Los contactos empezaron a través de las misiones religiosas y del antiguo Servicio de Protección a los Indígenas y aumentaron durante la dictadura militar-empresarial (1964-1985). La dictadura construyó en tierra Yanomami una carretera que nunca se ha terminado, la Perimetral Norte, e inició la explotación de minerales, que continuó con la minería ilegal. Esta vivió un período dramático entre finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, cuando unos 40.000 mineros invadieron la zona. Incluso después de la homologación del territorio indígena en 1992, la invasión continuó. En 2016 volvió a estallar y empeoró gravemente durante el gobierno de Bolsonaro (2019-2022).
Como explica Davi Kopenawa, la «humareda epidémica» también brota cuando se explotan el metal y el petróleo que Omama escondió en el «mundo subterráneo», la antigua tierra bajo la Hutukara. Los Yanomami creen que fue Yoasi, el envidioso antagonista de Omama, quien reveló la existencia de estos minerales a los no indígenas. «Los blancos llegaron a ser muy numerosos y empezaron a destruir la floresta y a ensuciar los ríos. Fabricaron cantidades de mercancías. Construyeron coches y aviones para correr más rápido. Y para fabricar todo esto excavaron la tierra para sacar las cosas que han estado allí en sus profundidades desde que Omama a las escondió. Así empezaron a esparcir humos epidémicos que estropearon la tierra y enfermaron a sus habitantes», escribe Kopenawa en El espíritu de la floresta.
Ya temi xoa
Estribillo del samba de Salgueiro, la expresión significa ‘sigo vivo’ y hace referencia a un estado de buena salud física, mental y emocional. Una de las peticiones de Davi Kopenawa a los creadores de la canción fue que no retrataran a su pueblo solo como víctimas, sino como resistencia. Los Yanomami son los que sostienen el cielo y sustentan la vida de la selva y del planeta.
La letra del samba
Ya temi xoa, aê-êa
Ya temi xoa, ¡aé!, ¡eá!
Ya temi xoa, aê-êa
Ya temi xoa, ¡aé!, ¡eá!
Meu Salgueiro é a flecha pelo povo da floresta
Mi Salgueiro rompe una flecha por el pueblo de la selva
Pois a chance que nos resta é um Brasil cocar
Porque un Brasil con tocado es nuestra última oportunidad.
É Hutukara, o chão de Omama
Es Hutukara, el suelo de Omama,
O breu e a chama, deus da criação
La oscuridad y la llama, dios de la creación,
Xamã no transe de yãkoana
Chamán en trance de yãkoana
Evoca xapiri, a missão
Evoca los xapiri, la misión.
Hutukara ê, sonho e insônia
¡Hutukara, eh!, sueños e insomnio,
Grita a Amazônia antes que desabe
Grita la Amazonia antes que se desplome.
Caço de tacape, danço o ritual
Cazo con garrote, danzo el ritual,
Tenho o sangue que semeia a nação original
Tengo la sangre que siembra la nación original.
Eu aprendi o português, a língua do opressor
Aprendí portugués, la lengua del opresor,
Pra te provar que meu penar também é sua dor
Para probarte que mi sufrimiento es también tu dolor.
Falar de amor enquanto a mata chora
Hablar de amor mientras la selva llora
É luta sem flecha, da boca pra fora
Es luchar sin flechas, solo de boquilla.
Falar de amor enquanto a mata chora
Hablar de amor mientras la selva llora
É luta sem flecha, da boca pra fora
Es luchar sin flechas, solo de boquilla.
Tirania na bateia, militando por quinhão
Ejércitos en pos del oro, tiranía en la batea,
E teu povo na plateia vendo a própria extinção
Y tu pueblo viendo su propia extinción en la platea
Yoasi que se julga família de bem
Yoasi, que te consideras un ciudadano de bien,
Ouça agora a verdade que não lhe convém
Escucha ahora la verdad que no te conviene.
Yoasi que se julga família de bem
Yoasi, que te consideras un ciudadano de bien,
Ouça agora a verdade que não lhe convém
Escucha ahora la verdad que no te conviene.
Você diz lembrar do povo Yanomami
Dices que te acuerdas del pueblo Yanomami
Em 19 de abril
El 19 de abril,
Mas nem sabe o meu nome e sorriu da minha fome
Pero ni siquiera sabes mi nombre y te reíste de mi hambre
Quando o medo me partiu
Cuando el miedo me partió.
Você quer me ouvir cantar em yanomami
Quieres oírme cantar en yanomami
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Entre aspas e negrito, o meu choro, o meu grito
Entre comillas y en negrita, mi llanto, mi grito.
Nem a pau, Brasil
¡No lo permito!
Antes da sua bandeira, meu vermelho deu o tom
Antes de tu bandera, mi rojo dio el tono.
Somos parte de quem parte, feito Bruno e Dom
Somos parte de los que parten, como Bruno y Dom (1),
Kopenawas pela terra, nessa guerra sem um cesso
Somos Kopenawas por la tierra, en esta guerra sin cese,
Não queremos sua ordem, nem o seu progresso
No queremos tu orden ni tu progreso (2).
Napê, nossa luta é sobreviver
Napë, nuestra lucha es sobrevivir.
Napê, não vamos nos render
Napë, no nos vamos a rendir.
Ya temi xoa, aê-êa
Ya temi xoa, ¡aé!, ¡eá!
Ya temi xoa, aê-êa
Ya temi xoa, ¡aé!, ¡eá!
Meu Salgueiro é a flecha pelo povo da floresta
Mi Salgueiro rompe una flecha por el pueblo de la selva
Pois a chance que nos resta é um Brasil cocar
Porque un Brasil con tocado es nuestra última oportunidad.
1. Referencia al indigenista y al periodista británico asesinados en el Valle del Yavarí, en la Amazonia, en junio de 2022.
2.Una alusión al lema nacional de Brasil.
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquiria della Pozza
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Diane Whitty
Edición de fotografía: Lela Beltrão
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Dirección: Eliane Brum
Omama pesca a Thuëyoma, la hija de Tëpërësiki, el ser del fondo de las aguas. Del noviazgo entre Thuëyoma y Omama nació el primer Yanomami. Por Ehuana Yaira (2023)