Periodismo desde el centro del mundo

O LÍDER POLÍTICO DAVI KOPENAWA. FOTO: VICTOR MORIYAMA/ISA

Davi Kopenawa integrará el equipo de transición que discutirá la creación del Ministerio de los Pueblos Originarios, una promesa de campaña del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva. Gran líder de los Yanomami, que ocupan desde hace milenios la selva amazónica entre Brasil y Venezuela, Davi Kopenawa es uno de los mayores referentes de los pueblos originarios del planeta. En toda su trayectoria de enfrentamiento con los invasores de sus tierras, nunca se ha corrompido. Ni por riqueza material ni por vanidad, un mal que aqueja a algunos líderes cuando se adentran en el insidioso mundo de los blancos o napëpë, que en la lengua Yanomami también se traduce como «enemigos». Davi Kopenawa se ha mantenido íntegro, fiel a sus ancestrales, a los más viejos, a la cosmopolítica chamánica, lo que lo convierte en un árbol muy sólido en el complejo mundo que une en una sola palabra impuesta por los colonizadores —«indígenas»— a más de 300 pueblos en Brasil que tienen culturas muy diversas. De esta rectitud que no admite una «boca que dice mentiras» provienen las respuestas del intelectual de la Amazonia en esta entrevista que ha realizado en lengua Yanomam (y que ha traducido al portugués) la indigenista y antropóloga Ana María Machado, a pedido de SUMAÚMA.

Davi Kopenawa, autor, junto con el antropólogo francés Bruce Albert, de La caída del cielo, libro que representa un punto de inflexión en la antropología, sabe que se dirige a quienes él denomina «pueblo de las mercancías». El chamán Yanomami es radical en su compromiso con la palabra, que en la política que ha aprendido no puede sacrificarse en nombre de ningún interés o negociación. La verdad es innegociable. En esta entrevista, Davi Kopenawa afirma que Lula cometió errores en sus anteriores Gobiernos. Y ahora espera que, como ha envejecido, se haya vuelto más sabio. También tiene la expectativa de que «Lula haya abierto su pensamiento», pero advierte que nadie sabe «qué esconde en su corazón». Observador atento de los debates sobre el clima en los que participa por todo el mundo, Davi Kopenawa cree que Lula solo se moverá si los países monetariamente más ricos, especialmente los europeos, ejercen una fuerte presión y financian la protección de la Amazonia.

El chamán Yanomami es un eximio traductor de mundos. Consigue traducir el mundo de los blancos a los Yanomami y también nos trae los mensajes que les transmiten los xapiripë [espíritus auxiliares de los chamanes] y los pedidos de ayuda de un viejo líder Yanomami que no conoce el mundo de los blancos más allá del horror de la destrucción que provoca la minería ilegal, que devora toda la vida en su aldea. Con su territorio invadido por miles de mineros, el contexto actual es peor que cualquier otro en la historia de brutalidad que han vivido los Yanomami desde su primer contacto con los blancos en la primera mitad del siglo XX: el crimen organizado ahora tiene negocios con armas pesadas, y recluta a los indios más jóvenes.

Davi Kopenawa espera que la expulsión de los invasores de la Tierra Indígena Yanomami sea el primer acto del presidente tras su toma de posesión el 1 de enero. Para que la victoria de Lula fuera posible en una contienda tan reñida con el ultraderechista Jair Bolsonaro, Kopenawa dice que el pasado 30 de octubre, fecha de la segunda vuelta de las elecciones, fue necesario el esfuerzo conjunto de los chamanes. También les pide a los lectores que dejen de comprar oro, ese oro teñido con la sangre de los Yanomami y de otros pueblos originarios, ese oro que destruye la verdadera riqueza, la selva, para dar valor al metal, convertido en una mercancía ordinaria.

A continuación, la palabra de Davi Kopenawa.


Ana Maria Machado: Ahora que Lula ha ganado las elecciones, ¿qué espera del nuevo presidente?

Davi Kopenawa: Voy a explicar a los napëpë [napë: blanco, enemigo, extranjero + : plural] lo que nosotros, la comunidad de Watorikɨ, pensamos. Hemos sabido que quien ya fue presidente volverá al poder, y hemos dicho: «Esta vez quizás sea más sabio. Antes se equivocó, pero ahora quizás piensa correctamente. Y, por eso, quiero que sea un presidente de verdad. No quiero que nos vuelva a engañar. Volverá a ser presidente y estará atento a nuestras tierras. Nos mirará y pensará en nosotros. Si nos defiende, estaremos contentos con él».

¿Qué sucede hoy en la Tierra Yanomami que Lula tenga que resolver más urgentemente?

Hoy, las palabras de los ancianos, de los líderes Yanomami, están llenas de sufrimiento. Solo yo frecuento la ciudad, por eso puedo difundir estas palabras. Todo está muy mal en nuestras tierras, los garimpeiros [mineros ilegales] han traído el horror. Ahora que Lula será presidente, en primer lugar, tiene que expulsarlos, echarlos de verdad. Y no lo digo sin razón, sino porque estamos viviendo el caos. ¿Y por qué? Porque han sedimentado los ríos, porque contaminan las aguas y porque las aguas se han vuelto muy turbias en los lugares donde sólo fluye un río. Han estropeado las cabeceras de los ríos que nacen en nuestras montañas. Los que viven cerca del garimpo [minas ilegales] están sufriendo, pasan hambre. Los garimpeiros no paran de llegar. Nosotros [los Yanomami] hablamos entre los diferentes lugares de nuestra tierra, nos comunicamos por radio. Un compañero indígena más viejo de la región de Xitei, que me trata como a un hijo, me dijo que la situación allí es calamitosa. Me dijo que la gente mayor como él está cansada de ver que los garimpeiros no paran de llegar, siempre trabajando en las aguas, siempre ensuciando las aguas. Y no solo eso: están muy enfadados por las armas. Los Yanomami más ignorantes dijeron que los garimpeiros podían llegar allí portando armas. Pero las personas que destruyen la selva tienen armas pesadas. Sus armas no son como las flechas, los garimpeiros distribuyen revólveres. Tratan a los más jóvenes como si fueran líderes, los engañan diciéndoles: «¡Quédate con un arma! Si tienes un arma, serás nuestro amigo. Si estás contra nosotros, no te daremos ningún arma». Hablando así a los jóvenes, ha aumentado el número de armas entre los Yanomami, y los garimpeiros hacen que nos matemos entre nosotros. Mi padre de Xitei me dijo: «Si no nos estuviéramos matando, no necesitaría estar aquí explicando esto. Hijo mío, ve y dile esto al que se ha convertido en el líder [presidente]. Alejen a los garimpeiros que trabajan en nuestra tierra. Díselo. Tú conoces a los líderes de los napëpë, exígeles que expulsen a esta gente que está en nuestra tierra, que se los lleven lejos». Eso es lo que me dijo mi padre y por eso lo transmito. Por todo esto, reivindico: Lula, no empieces a trabajar en las tierras de los blancos primero. Antes, echa a los garimpeiros de nuestra tierra. Ahora te has convertido en presidente y en enero te sentarás en el Palacio del Planalto. Ese día, empieza a expulsar a los garimpeiros.

Eso es lo que quería decirles a los blancos. Y no lo digo por nada. No quiero quedarme aquí sufriendo mientras me graban, lo que reclamo es cierto, la tierra enferma se extiende por todas partes. Porque hay demasiada malaria y porque la malaria descontrolada ha llegado con la minería, porque nuestras mujeres están sufriendo demasiado, porque en las tierras altas donde ya no hay caza se ha acercado el espíritu del hambre, Ohinari. Como conozco al nuevo presidente, le exigiré, le diré: «Cuando pronunciaste tu discurso, te escuché. Todos nos guardamos tus palabras en los oídos. Los indígenas y también los napëpë, todos escuchamos tus palabras a través del celular. No queremos que nuestro pensamiento sufra en caso de que estés mintiendo. Que sea verdad lo que dijiste en una reunión, que si volvías a ser presidente protegerías a los pueblos indígenas que están sufriendo en Brasil. No quiero que sigan destruyendo la selva que ustedes los blancos llaman Amazonia. Así que, Lula, eso es lo que te pido que hagas primero».

Es verdad. Lula dijo que no aceptará que haya actividades mineras en tierras indígenas. Pero en los años 90, cuando los mayores Yanomami murieron durante la primera invasión minera [1986-1993], cuando se produjo la operación Selva Libre, que echó a 40.000 garimpeiros, no había crimen organizado ni milicias implicadas, ni habían reclutado a jóvenes Yanomami como ahora. Hoy en día el garimpo se mezcla con el tráfico de drogas y con gente que ha escapado de la cárcel. Hoy tienen armas pesadas y bombas. ¿Cree que esta vez será más difícil expulsar a los garimpeiros? ¿Cree que los jóvenes Yanomami implicados opondrán resistencia? Aunque ahora tengamos a Lula en el Gobierno, ¿será posible acabar con el garimpo?

Es cierto que hoy la situación es muy mala, hay muchas cosas mezcladas. Los napëpë han traído drogas, cachaza e incluso cocaína. Como todo esto se mezcla, los garimpeiros están alterados. Trabajan drogados. Como no están acompañados por sus mujeres, inhalan cocaína y su pensamiento se altera, se vuelven audaces y piensan así: «Como estoy drogado, no tengo miedo. Como no tengo miedo, llamo a las mujeres yanomami, me meto en sus vaginas y las embarazo». Hoy en día esta gente también tiene ametralladoras, bombas, y los garimpeiros dicen: «Si nos quieren echar, aunque sea la Policía Federal, los mataremos». Además, también está el mercurio que utilizan para separar el oro, que está en medio de todo esto. Todo esto es terrible, el presidente Lula les pedirá que se vayan, pero tal vez no lo escuchen. También pienso en eso. Me parece bien que toda la gente de Brasil y de Europa y quienes quieren que la selva amazónica se mantenga en pie y sana le digan a Lula que cuide la selva y le den dinero para sacar a los garimpeiros. Si se crea una unión mundial en la que hablemos todos juntos, las autoridades napëpë y los indígenas, podremos defendernos, porque los indígenas ya sabemos luchar. Esta tierra no es de los garimpeiros y como ellos han causado el horror en nuestras tierras y han traído mucha desgracia, como han hecho sufrir a los niños, delgados y desnutridos, como la minería mata a los Yanomami con epidemias, con hambre en los ríos Uraricoera, Mucajaí, en la cabecera del río Catrimani, y también en Homoxi, Xitei, Parafuri y Parima, tenemos que luchar.

Pero para curar la tierra-selva también hay que bajar el precio del oro, hay que reducirlo. Ustedes, napëpë, que piden oro, que compran oro, tienen que parar. Ustedes, los de las tiendas de oro, tienen que bajar el precio. Como el oro es muy caro, los garimpeiros siempre invaden mi tierra. Tú, mujer que entiendes nuestra lengua Yanomam, escribirás y traducirás [mis palabras], y aquellos que vean mi imagen, cuando yo aparezca, cuando escuchen mis palabras, tómenme en serio, concuerden conmigo y digan: «¡Sí, es verdad! Nos hemos equivocado. No sabemos respetar. Hablamos de respeto, pero engañamos, nuestras bocas no dicen la verdad». Esto es lo que quería decirles.

Cuando Lula llegó a la presidencia en 2003, cambió la regulación de las ONG, lo que acabó con Urihi Saúde. Urihi había realizado un excelente trabajo de atención sanitaria a los Yanomami y había conseguido erradicar la malaria de sus tierras. Hoy vemos que la malaria está fuera de control. ¿Qué debe hacer el Gobierno con respecto a la salud de los indígenas?

Lo que pasó es que Lula se equivocó. No sabía pensar correctamente. Y como cometió un error al principio, sucedió esto. También hizo [la central hidroeléctrica de] Belo Monte, y eso fue un gran error. Arruinó un gran río sin razón, «Bello Muerte» no fue bueno. También se equivocó con la salud de los indígenas. Se equivocó en la salud, en la cuestión de vivir bien y sano, y todo se debilitó. Los medicamentos dejaron de llegar, los empleados napëpë que trabajaban en nuestras tierras como técnicos de enfermería, médicos y dentistas empezaron a trabajar de forma precaria, ya que no enviaban material. Así que sé un poco del tema, pero escondo estas palabras. Cuando Lula se convierta realmente en presidente, quiero hablar directamente con él. «Lula: me conoces, necesitas mejorar la salud indígena. Hay que mejorar la salud indígena, hacer que los técnicos y los profesionales de la salud trabajen de verdad». En el Gobierno de Bolsonaro, los políticos son quienes eligen a los coordinadores de salud. [Con Lula,] yo y los consejeros locales [representantes Yanomami de toda la tierra indígena] nos sentaremos para recomendar a alguien que conozcamos, que sea nuestro amigo y que trabaje bien con nosotros, solo así mejorará la salud. Es lo que le quiero decir a Lula. Como la salud es una prioridad para que vivamos bien, para que nuestros hijos crezcan bien, y teniendo en cuenta que estamos en una situación lamentable, voy a reclamarle esto. El presidente Jair Bolsonaro ha destruido nuestra salud. Nos ha matado como si fuéramos pescados.

Lula ha dicho que creará el Ministerio de los Pueblos Indígenas. ¿Qué piensa al respecto?

Es verdad. Dijo que lo haría si se convertía en presidente. Y como lo dijo, ahora tenemos a jóvenes mujeres indígenas que tienen el conocimiento de los napëpë, que saben actuar como los napëpë. También hay jóvenes que saben actuar como los napëpë, que saben utilizar las máquinas, los celulares. Y ya que existen estas personas que saben trabajar así, pienso lo siguiente: «¡Awei! Presidente Lula, como lo dijiste claramente, lo he dejado fijado en mi mente». Creo que Joênia [Wapichana] ya tiene experiencia, porque trabajó como diputada federal durante 4 años, ya sabe cómo luchar. Como es abogada, ya sabe escuchar a los políticos, y por eso me gustaría que Lula la propusiera como ministra. Si Joênia dice que quiere ser ministra de los pueblos indígenas, la apoyaremos, haremos que se asiente en esa silla. Tener a una mujer indígena asentada allí nos aportará más sabiduría. Tenemos a otras, como Sônia Guajajara, pero ella ya es diputada. Célia Xakriabá también ya es diputada. Joênia no ha salido reelegida y por eso pienso en ella, porque es muy inteligente y ya sabe luchar. Es lo que han dicho mis sueños y por eso he hecho aparecer esta idea.

Nosotros, los napëpë, somos el pueblo de las mercancías y estamos acabando con las selvas y el planeta. El mundo está preocupado por la crisis climática y, para contenerla, hay que conservar las selvas. Sabemos que ustedes tienen la sabiduría para hacerlo. ¿Qué mensaje daría al respecto?

Todos los napëpë hablan de proteger las selvas. Hablan del cambio climático, la deforestación, la contaminación de los ríos, el mercurio, las enfermedades, la minería. Por eso Lula ha prestado atención a estas cuestiones. Los europeos también hablan del cambio climático, celebran reuniones. Pero nadie lo resuelve, no han resuelto nada, en realidad. Esta expresión, cambio climático, para mí es otra cosa. Yo lo llamo la «venganza de la tierra», la «venganza del mundo», así es como lo denomino. Los napëpë lo llaman «cambio climático», pero nosotros, los Yanomami, cuando hacemos chamanismo, lo llamamos «transformación del mundo, hacer que el mundo sea malo porque los napëpë hacen que la tierra se revuelva». Los napëpë prenden fuego a los árboles, la tierra-selva se enfada y se venga: está haciendo llover mucho, provoca grandes olas de calor, en algunos lugares escasea el agua y en otros llueve demasiado, y en otros hace frío. Como la gente habla de esto, Lula ha abierto su pensamiento. Mejor dicho: quizás ha abierto su pensamiento. No sabemos qué esconde en su corazón. Lo que escondemos en el corazón y en los pensamientos lo ocultamos a la gente, es un secreto. Así que tal vez Lula todavía nos está engañando. Si su pensamiento nos engaña, Lula resolverá los pequeños problemas, pero no los grandes. Pero si otros napëpë, los que viven al otro lado del océano, nos ayudan y ofrecen una gran financiación, quizá el pensamiento de Lula cambie. Es lo que pienso. Lula no ha crecido solo. El pueblo levantó las palabras de Lula, lo ha hecho sentarse en esa silla [de la presidencia]. Hoy está más viejo, quizás se ha vuelto más sabio.

Davi, usted me ha dicho que los chamanes ayudaron a que Lula saliera elegido. ¿Cómo fue?

Fuimos los chamanes que vivimos en Watorikɨ y también los chamanes de otras casas, como Maxokapi, les pedí que lo hicieran [chamanismo para apoyar a Lula]. Nosotros ayudamos a Lula, lo levantamos: yo, Carlos, los chamanes más jóvenes, Tenose, Valmir, Dinarte, Geremias, Pernaldo, Manoel. Lula recibió apoyo en la hutukara [el cielo]. Entonces los chamanes me pidieron que le dijera a Lula: «¡Awei! Casi perdiste. Si los espíritus xapiripë (xapiri: espíritu auxiliar de los chamanes; : plural) no hubieran llegado allí, no habrías vuelto a ser presidente. No los viste, estaban en Watorikɨ y el día 30 vinieron [a ti]. Como ellos conocen Brasilia, como Davi conoce esa tierra, nosotros, los xapiripë, también la conocemos, miramos el mapa y como llegamos allí, conseguimos la victoria».

Los chamanes de dos comunidades trabajamos para que ganara. Bebimos yakoana [polvo del árbol Virola sp. que utilizan los chamanes para ver los xapiripë]. Llegamos al gran xapiri, Omama, y le dijimos: «¡Awei! Tú que eres un gran xapiri, que conoces todo el mundo, conoces todas las tierras, ya que tus ojos ven estas cosas por dentro y también por la superficie, ya que tus ojos están atentos a todo lo que ocurre en el mundo, queremos elevar a Lula para que vuelva a ser presidente, apoyaremos su pensamiento. Mantengamos nuestros pensamientos primero en el cielo, en la hutukara, y así se elevará [tendrá una oportunidad de ganar las elecciones]. El otro, Bolsonaro, el que tiene la boca llena de ignorancia, si su pueblo lo apoya y lo levanta, sufriremos mucho. El presidente Jair Bolsonaro es terrible y si ganara las elecciones sufriríamos. Es partidario de la dictadura militar y, por lo tanto, no es amigo de la selva. No cuida los ríos y no siente tristeza por nosotros, los pueblos de la selva». Entonces, como hizo Omama en nuestra tierra en los primeros días, escribió en un papel la palabra «defensor de la selva» y esto es lo que elegimos los chamanes y dijimos: «Elijamos al que quiere que vivamos con salud, neguemos el papel en el que está escrito el nombre del que no quiere nuestro bien vivir».

Gracias a esto, nosotros, desde Watorikɨ, llegamos a Lula, llegamos a Brasilia. Cuando llegamos allí, los napëpë no nos vieron, pues llegamos muy suavemente. Con calma y lentamente llegamos a sus pensamientos. «¡Awei! Lula, ya que quieres volver a ser presidente, apóyate aquí donde Omama apoyó nuestro pensamiento. Si te apoyas aquí, serás presidente. Y si llega a ser presidente, queremos que piense en nosotros primero. Reduzca a los que siempre hacen cosas malas, que los haga pequeños. Cierre ese agujero de la maldad».


Traducción del portugués de Meritxell Almarza

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