Periodismo desde el centro del mundo

Las plantas, los pájaros, los mamíferos, los reptiles, los anfibios, los peces, los hongos, los insectos y todos los seres no humanos que clasificamos en categorías biológicas nunca son escuchados. No porque no tengan voz, sino porque no la entendemos. La conversación en la selva amazónica es intensa, al igual que en otros enclaves de naturaleza. Pero no somos capaces de comprenderla. Del mismo modo, la hegemonía del pensamiento occidental, que sitúa al humano en el centro, jerárquicamente superior a todos los demás habitantes del planeta-casa, hace que se les considere y trate como especies inferiores, a disposición de las necesidades y circunstancias humanas. Y estas necesidades y circunstancias, a su vez, están determinadas por la misma minoría mundial dominante que ha causado y sigue causando la crisis climática. Este fenómeno brutal se llama especismo, el racismo cometido contra otras especies. En el mundo contemporáneo, el especismo permite el holocausto diario de vacunos, pollos, cerdos y otros animales, vidas producidas a gran escala para la esclavitud y la muerte, y alimentadas en gran medida por la soja que devasta la selva. En la tercera parte de la serie Naturaleza en el Palacio del Planalto, SUMAÚMA trae la voz de algunos de los seres no humanos de la selva.

«¿Cómo?», puede preguntarse el lector.

Del mismo modo que sostenemos que, en el siglo XXI, una democracia solo puede ser completa si abarca los derechos de la naturaleza y de los pueblos-naturaleza. La nueva democracia, para que sea considerada democracia, debe incluir también a los seres no humanos, lo cual puede y debe hacerse con representantes previstos para representarlas en todas las instancias, desde el parlamento hasta el poder judicial.

Eso es lo que hace SUMAÚMA aquí.

Como no podemos entender estas voces, invitamos a algunos científicos reconocidos en sus áreas de actuación a representar sus especies de estudio ante el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva. Mujeres y hombres de ciencia hablan aquí en nombre de no humanes. La elección de «humanes» en lugar de «humanos» también es una de las premisas de SUMAÚMA. Con delicadeza y cuidado, queremos presentar a nuestros lectores el lenguaje inclusivo, aquel que también acoge a quienes no se identifican con los géneros determinados. No tiene sentido imponer el género masculino o femenino a otras especies. Sobre todo en un momento en que la nuestra, la humana, trata de avanzar en la legítima lucha de las minorías.

El periodismo de SUMAÚMA es un periodismo de transformación, que busca intervenir en el lenguaje como forma de crear una comunidad impulsada por los principios de igualdad y respeto a las diferencias. Este reportaje es el resultado de este esfuerzo. Contiene premisas fundamentales del manifiesto de creación de SUMAÚMA.

Por lo tanto, presidente electo Lula, en nombre de los seres no humanos de la Amazonia, lo invitamos a escucharlos y a acoger la voz de estas comunidades en su Gobierno. Al fin y al cabo, son los más afectados por los proyectos gubernamentales. Forman parte de la selva, algunas de estas especies ayudaron a plantar lo que hoy llamamos Amazonia y todas tienen una función que, en intercambio con otros seres, mantiene vivo el ecosistema y regula —todavía— el clima del planeta.


El Tití de Alta Floresta. Foto: Francielly Reis

El tití de Alta Floresta
Este pequeño primate apenas ha sido descubierto y ya está en peligro de extinción

Me llamo Jean Boubli, soy primatólogo y profesor de la Universidad de Salford, en el Reino Unido. Represento a una especie de mono que he descubierto recientemente en la zona del bioma amazónico del estado de Mato Grosso. Y que ha sido bautizado como el tití de Alta Floresta.

Este pequeño primate, de unos 2 kilos de peso, cola negra, lomo marrón y vientre muy rojo, apenas ha sido descubierto y ya está en peligro de extinción. El entorno en el que vive está bastante fragmentado por la deforestación. Presidente electo Lula, exijo en su nombre que se detenga inmediatamente la destrucción de la selva. Y que se creen más zonas de conservación en regiones presionadas por la agroindustria, como la región donde él vive.

Alta Floresta es un municipio del norte de Mato Grosso, justo en la frontera con el estado de Pará. Si miramos los mapas por satélite de Google, la ciudad parece un tablero de ajedrez: los cuadraditos de selva y los cuadraditos de pasto están perfectamente delineados. Y ese pequeño mono estaba allí. Lo encontró durante una expedición mi colega Rogério Rossi, de la Universidad Federal de Mato Grosso, que estaba haciendo un inventario de las especies de la región. Como no es primatólogo, me mostró el nuevo ser que había descubierto. Enseguida vi que era un tití diferente a los que conocíamos. Su especie hermana es el tití de Pará, pero nuestros análisis genéticos demostraron que se separaron hace más de un millón de años. Vive en una zona de endemismo, como llamamos a las regiones que tienen especies que solo existen en ese lugar, que está entre dos ríos, el Teles Pires y el Juruena, que son las fuentes del Tapajós. El hecho de que estuviera en una zona de endemismo era otra prueba de que se trataba de una especie única.

Todavía no sabemos cuántos monos de estos hay. Voy ahora a Mato Grosso a hacer la primera expedición de reconocimiento de la zona y a proponer cómo será el régimen de monitoreo. Vamos a intentar descubrir cuántos titís hay, mapear los fragmentos de selva que aún resisten allí y empezar a seguir a esta población. Pero lo que ya sabemos es que el 42% de la superficie forestal de la región endémica ya ha sido destruida y convertida en pastos. Y una de las formas de certificar el estado de conservación de una especie es precisamente analizando su hábitat. Porque si la casa desaparece, obviamente la población que estaba allí desaparece con ella.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), que ha creado el mayor catálogo de conservación de especies del mundo, la Lista Roja de Especies Amenazadas, tiene un criterio que ayuda a predecir el futuro de cada una. Hay que ver cómo estará el hábitat dentro de tres generaciones. En el caso del tití de Alta Floresta, estimamos que será en 2042. Basándonos en el ritmo actual de deforestación, hemos calculado que el 86% de su hábitat se perderá en estos 20 años si no cambia nada. Casi todo habrá desaparecido. Esto significa que está en peligro crítico de extinción.

El Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMBIO) todavía no ha aceptado que el tití de Alta Floresta esté en peligro crítico. Pero lo que hemos sufrido en los cuatro años de Gobierno de Bolsonaro demuestra que el riesgo existe. Y estamos hablando de una sola especie. Imagínese todos los demás seres no humanos que existen en esa misma zona de endemismo, especies que desaparecerán antes de que las conozcamos.

Esperamos, presidente electo Lula, que reconozca el riesgo inminente y haga algo para evitar la muerte de toda una especie. En primer lugar, el tití tiene que dejar de perder su hábitat, porque no queda casi nada. Después, hay que crear un programa para conectar mejor los fragmentos de selva que aún existen, porque no pueden vivir en islas forestales aisladas. Y también hay que crear nuevas áreas de conservación, como parques nacionales, reservas ecológicas, destinadas a la protección de la especie.

Esta zona de Mato Grosso está muy olvidada con respecto al medio ambiente. Las áreas protegidas que crearon los Gobiernos del Partido de los Trabajadores se concentran en otras regiones. En esta zona de Mato Grosso, dominada por la agroindustria, la protección de la selva y de sus habitantes, tanto humanos como no humanos, ha brillado por su ausencia. Cuantas más áreas de conservación haya, mejor, pero hace falta valor para crearlas también donde hay poderosos intereses económicos, como en esta región ganadera situada en el arco de la deforestación.


Hongos Mycena cristinae. Foto: Julia Simons

Hongos desconocidos de la Amazonia
La destrucción puede estar exterminando seres que ni siquiera sabemos que existen

Me llamo Noemia Ishikawa, trabajo como micóloga en el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) y presto mi voz a las especies de hongos de la Amazonia que todavía son desconocidas. Se estima que la ciencia conoce, actualmente, solo el 10% de los tipos de hongos que existen en el planeta. Y se cree que una gran parte de ese 90% que todavía no está catalogado se encuentra en la Amazonia. En su nombre, le pido al presidente Lula que acabe con la destrucción de la selva, que puede estar exterminando seres que ni siquiera sabemos que existen. Y que invierta en ciencia para que podamos avanzar en el descubrimiento de estas especies.

Los hongos han evolucionado a lo largo de más de mil millones de años, son organismos de extrema importancia, producen centenas de miles de compuestos que pueden ser la solución para muchas enfermedades. Solo un único compuesto, la penicilina, ha aumentado la sobrevida de la humanidad en 23 años. Los hongos son esenciales para la selva, forman parte del ciclo de nutrientes, son el alimento de muchos insectos, artrópodos, humanos y otros organismos. Dentro de cada árbol hay hongos que hacen un trabajo de defensa, manteniendo las plantas sanas. También son esenciales para su nutrición y comunicación en el suelo amazónico, pobre en nutrientes. Sin el trabajo silencioso y discreto de los hongos no tendríamos esta selva exuberante. Tienen diversos colores, tamaños, formas y estrategias de reproducción. Presidente electo Lula, los hongos son obras de arte de la naturaleza.

Cuando vemos imágenes de incendios en la Amazonia, siempre lamentamos la pérdida de árboles y animales, pero a nadie le conmueve que una especie de hongos pueda desaparecer. En un único incendio en la selva, perdemos una cantidad incalculable de ellos. Los estudios estiman que hoy existen 3,8 millones de especies de hongos en el mundo. Y solo conocemos una parte muy pequeña. Aquí, en la Amazonia, es donde tenemos más probabilidades de encontrar estas nuevas especies. En pequeños trozos de selva, encontramos decenas de especies de hongos. Solo en los últimos diez años, nuestro equipo ha publicado 30 especies nuevas y, actualmente, investigamos otras 20. Pero eso es muy poco comparado con los millones que podemos descubrir. Al destruir la selva, perdemos lo que ni siquiera sabemos que existe. Es un crimen inconmensurable, este de extinguir vidas que han evolucionado durante miles de años antes de conocerlas.

Además de acabar con la destrucción de la vegetación, el nuevo Gobierno tiene que poner a más investigadores en la Amazonia, para estudiar y conocer mejor la biodiversidad que existe. Necesitamos que se contrate a más micólogos, genetistas, ecólogos y muchos otros profesionales que se han formado en Brasil y que se van porque no consiguen trabajo. También necesitamos más inversiones en los estudios de posgrado para formar a más magísteres y doctores en hongos. Necesitamos más dinero para proyectos de expedición, para investigación y para mantener las colecciones de nuestros institutos. Hoy, tecnológicamente, dependemos mucho de países extranjeros para, por ejemplo, hacer secuenciación molecular y genómica. Presidente electo Lula, en nombre de los hongos desconocidos y también de los conocidos, pido que su Gobierno tenga como meta garantizar la autonomía de los científicos brasileños para hacer investigación sobre la Amazonia en la Amazonia.


 

‘Acari-amarelo’. Foto: Leandro Sousa

‘Acari-amarelo’ y ‘acari-zebra’
Afectados por Belo Monte, los peces están muriendo en las márgenes del río Xingu

Soy Jansen Zuanon, biólogo especialista en ecología de peces amazónicos y aquí represento al acari-amarelo. Cuando es joven, este pez llama la atención por sus aletas con el borde amarillo brillante y unas pequeñas manchas que tiene distribuidas por todo el cuerpo. Desde que se construyó la central hidroeléctrica de Belo Monte, ha sufrido un verdadero exterminio en su hábitat, la región de la Vuelta Grande del río Xingú, en el estado de Pará. Hablo también en nombre del acari-zebra, un pez con rayas negras y blancas, que solo existe en esta misma región y ahora está en peligro de extinción. En su nombre y en el de otros peces afectados por Belo Monte, le pido al presidente Lula que escuche a los científicos y a las poblaciones indígenas y ribereñas para que el hábitat adecuado para estas especies no humanas siga existiendo y para que los proyectos destructores como Belo Monte no vuelvan a repetirse nunca más en la Amazonia.

Con la construcción de la hidroeléctrica, el embalse inundó de forma permanente gran parte de los rápidos del río, donde viven estos peces. En esta área, las corrientes se ralentizaron, con lo que los sedimentos más finos, que antes se llevaban las aguas, ahora se acumulan en las piedras, sofocando las algas y los pequeños animales que sirven de alimento a los peces, y entierran sus madrigueras, que les sirven de hogar y lugar de desove.

Como la velocidad de las corrientes es menor, la temperatura ha aumentado y el oxígeno ha disminuido, lo que ha perjudicado enormemente a los peces amarillos, que están acostumbrados al agua corriente y con bastante oxígeno. Sin ella, mueren. En una inspección reciente a la Vuelta Grande del Xingú, me encontré con un escenario terrible. Los acaris-amarelos están muriendo por montones en las márgenes del río, tienen los ojos y la barriga hundidos, están llenos de parásitos, pierden los dientes y se les pudren las aletas.

Es una muerte por agonía y tortura. En otra parte del río, donde el agua se desvía a las turbinas de Belo Monte, la variación imprevisible del nivel del agua les está ocasionando un daño extremo. La cantidad de agua que llega al río la determinan las prioridades de la central, no las de los humanos y no humanos que habitan la Vuelta Grande del Xingú. Cuando la demanda de electricidad disminuye, la central suelta, de repente, un montón de agua.

Cuando necesita más energía, hace lo contrario, traga una cantidad enorme de agua del río. No hay ritmo, no hay temporalidad, y los peces dependen de estas «pistas» de la naturaleza, ya que durante milenios han evolucionado en un sistema previsible.

El inicio de la crecida del río les indica a los peces que ha llegado el momento de reproducirse y, a continuación, inunda las regiones donde se alimentan y crecen. Pero ahora el río se inunda y se seca a todas horas y los peces se vuelven locos. El señor Sebastião Bezerra Lima, que vive en Ilha do Amor y participa como investigador en el Monitoreo Ambiental Territorial Independiente de la Vuelta Grande del Xingú, me dijo que los peces se han vuelto analfabetos de río, ya no saben cómo reaccionar. Viven en una situación de estrés permanente.

La sequía repentina también hace que el acari-zebra, muy buscado en el mercado ilegal de peces ornamentales, se convierta en una presa fácil. No tiene adonde huir y acaba capturado. Lo llevan del Xingú a la frontera con Colombia y, después, lo contrabandean a otros países. Los boquichicos y los pacúes, especies muy importantes en la región, también están sufriendo mucho. La cantidad de peces ha disminuido y las poblaciones humanas tradicionales de la Vuelta Grande pueden sufrir inseguridad alimentaria. Falta pescado en el plato y en los mercados de los pueblos de la región.

El río tiene que volver a latir como antes. Actualmente no se pueden revertir por completo los impactos del desvío de agua a la central, porque significaría dejar de desviar agua a las turbinas y dejar de generar energía. Pero se pueden reducir los impactos asegurando que la distribución del agua entre la Vuelta Grande del Xingú y la hidroeléctrica permita que los ciclos naturales de crecida y sequía se produzcan en el momento adecuado, durante el tiempo necesario, y que la cantidad de agua sea suficiente para inundar las zonas de desove de los peces y las regiones donde se alimentan. Así se aumentarían las probabilidades de que los peces siguieran existiendo, reproduciéndose, viviendo. Tenemos una propuesta clara sobre cómo hacerlo, solo hace falta que el Gobierno la escuche. ¡Lula, habla con los científicos y con las poblaciones tradicionales de la Vuelta Grande!


Trompetero alioscuro. Foto: Pilar Louisy Maia Braga

Trompetero alioscuro
Una ave que depende de la buena salud de la selva y vive en el arco de la deforestación

Me llamo Camila Ribas, soy investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) y estudio la biogeografía de las aves amazónicas. Aquí represento a la Psophia obscura, jacamim en la selva brasileña, o trompetero alioscuro, como se conoce popularmente esta ave que vive en una única región de la Amazonia, entre los estados de Pará y Marañón. Su casa está ubicada justamente en el arco de la deforestación, el lugar más afectado por la destrucción de la selva. En poco tiempo, presidente Lula, ya no tendrá dónde vivir. En su nombre, pido que se detengan inmediatamente los incendios y la deforestación en esta región. No se puede destruir ni un centímetro más de selva, o se extinguirá.

Los trompeteros son un género de aves grandes que caminan por el suelo. Son unos animales muy característicos de la Amazonia, solo los podemos encontrar aquí. Cada especie de trompetero habita un área de endemismo, como denominamos la región geográfica que tiene especies que solo existen en aquel lugar y en ningún otro del mundo. Viven en áreas atravesadas por ríos, y en cada región de tierra firme entre ríos (interfluvio) vive una especie de trompetero diferente. Son aves que solo habitan la selva cerrada, no van al campo raso. Por eso no existen dos especies de trompeteros en el mismo interfluvio, cada uno tiene su propia región. Es como si fueran ciudades delimitadas por los ríos. Cada trompetero vive en una ciudad y solo en ella. Es su área endémica.

El trompetero alioscuro vive en el llamado Centro de Endemismo de Belém, el más perjudicado por la destrucción de la selva. Un estudio reciente indicó que ya se ha deforestado el 76% de la zona. Esta ave depende mucho de la buena salud de la selva. Cuando se talan los árboles y la selva se convierte en un amplio campo abierto, estos seres no humanos se convierten en presas fáciles, incapaces de protegerse de los depredadores. También sufren la falta de comida, porque se alimentan de la fruta que cae de los árboles más grandes. Necesitan amplios territorios para buscar comida durante las diferentes estaciones del año. Si la selva está demasiado fragmentada, toda recortada por la deforestación, no salen de su región porque no pueden caminar por campo abierto. Por lo tanto, se quedan confinados, sin poder acceder a los alimentos. Anidan en los huecos de los árboles y, como son grandes, necesitan árboles grandes. Cuando todo esto falta, los trompeteros también empiezan a faltar.

Mucha gente, cuando piensa en la Amazonia, se la imagina como una gran bola verde. Existe el discurso de que la Amazonia es muy grande, que el 80% está conservada y que, por lo tanto, se supone que la estamos cuidando bien, como afirman estos terribles ministros de Medio Ambiente del Gobierno de Bolsonaro. Pero los trompeteros nos muestran que esto no es cierto, que las diferentes regiones de la Amazonia están evolucionando de manera diferente e independiente. El 20% que está destruido se concentra en zonas donde hay especies únicas que pueden perderse para siempre. La Psophia obscura es un animal grande, que conocemos relativamente bien, pero representa a varios otros seres que también pueden ser exclusivos de esa zona y que están siendo destruidos con ella, pero ni siquiera somos capaces de verlos.

Presidente Lula, hay que detener inmediatamente la deforestación en esta región del Centro de Endemismo de Belém. No se puede deforestar ni un solo centímetro más, porque apenas queda selva. La Psophia obscura es muy sensible, ya se encuentra extremamente amenazada, necesita que el entorno que queda se mantenga y que se creen corredores para dividirlo. El trompetero alioscuro no solo necesita que deje de deforestarse la selva, sino también que se restaure, para que vuelva a ser un buen hogar en el que vivir.


‘Prepona narcissus’. Foto: Raymê Carvalho

‘Prepona narcissus’, la mariposa de colores
Cuando destruimos la región donde viven las mariposas, no tienen dónde refugiarse

Me llamo Ricardo Spaniol, soy biólogo, investigador y autor del estudio Descolorindo a Amazônia: como o desmatamento está afetando a coloração das borboletas (Decolorando la Amazonia: cómo la deforestación afecta a la coloración de las mariposas). Aquí represento a la Prepona narcissus, una especie majestuosa de mariposas de la Amazonia. La parte exterior de sus alas es de color azul metálico y rojo y la parte interior está marcada por un increíble naranja tropical. Habitante de la copa de los árboles más altos de la selva, corre el riesgo de desaparecer, al igual que una enorme variedad de mariposas de colores de la Amazonia.

Nuestro estudio, publicado en 2020, constató que la deforestación está acabando con la diversidad, está acabando con los colores y está generando una tierra devastada en la que predominan mariposas marrones y grises. Son las únicas que consiguen camuflarse en la selva degradada o destruida. Ser llamativa se convierte en una desventaja. Los colores pueden hacer que las mariposas sean presas fáciles, por lo que mueren o migran rápidamente a otros lugares.

Muchas de estas mariposas son endémicas, es decir, viven solo en una determinada región geográfica y en ningún otro lugar del mundo. Cuando destruimos cada vez más metros de la región donde viven, no tienen dónde refugiarse y pueden extinguirse para siempre. Si eso llega a suceder, esta población no podrá rescatarse nunca más.

La bella Prepona narcissus integra el Libro rojo de la fauna brasileña amenazada de extinción de 2018. Por eso, en su nombre y en el de otras mariposas de colores de la Amazonia, reivindico al Gobierno de Lula que fortalezca inmediatamente los organismos ambientales para que sea posible revertir el aumento de la deforestación y de los incendios en la selva.

En nuestro estudio percibimos que, a medida que la selva se va regenerando, las mariposas de colores van volviendo gradualmente. La selva se restablece a un nivel muy cercano al de la selva conservada. Son especies de mariposas que consiguieron abrigarse en remanentes forestales cercanos que no se vieron afectados por la deforestación o por los incendios y vuelven y repueblan los espacios que se están recuperando. Por eso, el nuevo Gobierno tiene que trabajar en proyectos de recuperación forestal para que podamos rescatar la diversidad de las mariposas en los espacios devastados. Tenemos las herramientas y la tecnología para recuperar grandes áreas de selva. Pero es fundamental aumentar la inversión en ciencia y tecnología.

Por último, el Gobierno tiene que empeñarse en hacer que la gente conozca la Amazonia y sepa que existen vidas magníficas, como la de la Prepona narcissus. Es difícil que alguien cuide y conserve algo que no conoce o por lo que no siente afecto ni curiosidad. A través de la educación hay que hacer que el mayor número de brasileños sepa lo que sucede realmente en la selva.


Jabillo, el árbol de los ribereños. Foto: ddavilareyes

Jabillo, el árbol de los ribereños
En su cuerpo funciona todo un ecosistema. La pérdida de cada jabillo es una catástrofe

Soy Marta Regina Pereira, especialista en botánica y profesora de la Universidad del Estado de Amazonas (UEA). Aquí presto mi voz al jabillo, o Hura crepitans, un árbol de la familia de las euforbiáceas típico de la región amazónica. Como es muy ligero y flota, sirve de boya, por lo que se utiliza para construir casas flotantes. En cualquier comunidad ribereña del interior de la Amazonia las construcciones se hacen con su madera. También se utiliza en barcos turísticos y hoteles flotantes, que se han puesto de moda en los últimos años. Su extracción descontrolada, asociada a los altos índices de deforestación, ha hecho que prácticamente haya desaparecido de la selva. Para salvarlo, presidente electo Lula, es necesario invertir en educación ambiental y tomar medidas urgentes para contener la deforestación.

El jabillo fue la primera planta que me llamó la atención cuando llegué a trabajar en la Amazonia, en 2012. Fui a almorzar con un colega y vi un barco que levantaba un tronco enorme. Él me contó qué árbol era y que su uso era típico entre las comunidades de aquí. Desde entonces empecé a fijarme en los jabillos cuando iba al interior, adonde viajo mucho para dar clases para la universidad. Empecé a sentir un cariño especial por este árbol. Pero en los últimos años, mis alumnos me cuentan que ya no consiguen encontrarlo para hacer sus casas. Cuando encuentran a un ejemplar adulto, es una fiesta.

Cuando hay que buscar mucho para encontrar algo que debería ser abundante, tenemos que preocuparnos de verdad. El jabillo no solo lo utilizan los ribereños, sino también los propietarios de barcos y los grandes empresarios. Por ley, este árbol ya no se puede talar, pero esto no se respeta. No hay ningún control, no es una planta que se cultive y crece lentamente. Como resultado, el jabillo no está consiguiendo regenerarse, convertirse en adulto. Se mata cuando aún es muy joven. Y, por tanto, su especie se está extinguiendo.

El jabillo, además de habitar la tierra seca, también vive en las charcas de los ríos de aguas negras y en las llanuras de inundación de los ríos fangosos. Debido a la catástrofe climática, hay años en los que tenemos largas sequías y otros, inundaciones mayores. Y estos árboles, aunque están adaptados a estas áreas de inundación, no lo aguantan. Están adaptados a pasar un período de inundación de 4 o 5 meses, pero ahora permanecen 8 o 9 meses bajo el agua, lo que les provoca daños nutricionales y acaban muriendo. En la existencia cada vez más difícil del jabillo, el impacto de la crisis climática se suma a la deforestación, en la que se arranca toda la biomasa autóctona que está sobre el suelo. O sea, toda la selva. Y el jabillo, que ya se ha vuelto raro en muchas zonas, también se arranca.
Este árbol, que tiene una altura de entre 30 y 50 metros y una copa majestuosa, sirve de alimento a millones de hongos, bacterias, aves e incluso mamíferos como los murciélagos. En su cuerpo funciona todo un ecosistema. La pérdida de cada jabillo es una catástrofe y puede conllevar la desaparición de otras especies que ni siquiera sabemos que existen y que puede que dependan de él. En la naturaleza, todo está interconectado.

Para salvar el jabillo, presidente electo Lula, necesitamos que se hagan más estudios sobre este árbol, para entender mejor su interacción con el medio ambiente y con otros seres vivos. También hay que realizar un mayor trabajo de educación ambiental en el interior y con los empresarios, para que podamos encontrar un sustituto a su madera en la construcción de casas flotantes. Además, la deforestación en la Amazonia debe detenerse inmediatamente. Estamos tan cerca del punto sin retorno de la selva y de tantas especies que componen la Amazonia que tenemos que empezar a reforestar.


Terecay. Foto: Josiel Juruna

Terecays, las tortugas amazónicas
Una especie de quelonio que sufre por la construcción de presas en los ríos 

Soy Cristiane Costa Carneiro, bióloga, investigadora en ecología acuática y pesca, y formo parte de la red de investigadores del Observatorio de la Vuelta Grande del Xingú, una región en peligro por la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte. Aquí hablo en nombre del terecay, una especie de quelonio que sufre por la construcción de presas en los ríos de la Amazonia. En su nombre, quiero hacer una reivindicación al presidente electo Lula: ha llegado el momento de que el país reconsidere su matriz energética. También pido que se revise el hidrograma de Belo Monte, que determina que el 80% del agua del río Xingú, en la región conocida como Vuelta Grande, se desvíe a las turbinas de la central. Algunos estudios de los científicos de mayor renombre ya han demostrado que, así, la vida no puede sostenerse.

Las grandes hidroeléctricas en la Amazonia son un problema para la fauna acuática. Los quelonios, como el terecay, se encuentran entre los grupos más afectados. Trabajo en la región de Belo Monte desde 2007. Pero los problemas que hay allí se reproducen también en las centrales hidroeléctricas de São Manoel y Teles Pires, en el río Teles Pires, en las de Jirau y Santo Antônio, en el río Madeira, y también en la de Tucuruí, en el río Tocantins.

La creación de embalses supone la eliminación de muchas de las áreas de alimentación y cría de los quelonios. En el caso de Belo Monte, el agua que se desvía para producir energía procede de la Vuelta Grande del Xingú, un tramo de más de 100 kilómetros de río. Este desvío perjudica la inundación de las selvas aluviales (zonas que se llenan de agua durante las lluvias del invierno amazónico). Los quelonios se pasaban todo el invierno en estas zonas, que se han secado desde que empezó a funcionar la central. Las selvas aluviales eran un área de alimentación, con muchos frutos, semillas y hojas, para que los terecays pudieran engordar y acumular energía para mantenerse en verano, el período seco, cuando están confinados en el canal principal del río con poco alimento disponible. Hoy, en la Vuelta Grande del Xingú se extrae tanta agua para las turbinas que las selvas aluviales ya no se inundan. Los terecays no consiguen alimentarse de forma adecuada para mantenerse en verano. Y cuanto menos comen, menos huevos ponen.

La selva aluvial también protege a estos animales de la pesca a gran escala. Los terecays se consumen mucho en las ciudades de la región, aunque su pesca es ilegal. Sin la inundación, ya no pueden refugiarse en esta zona forestal y quedan confinados en el cauce principal del río, donde se convierten en presas fáciles. Esto solía ocurrir solo en la segunda mitad del año, durante la estación seca. Pero ahora están siendo perseguidos durante todo el año, lo que conlleva la sobrepesca de la especie.

El Tabuleiro do Embaubal, una de las mayores zonas de desove de quelonios en el río Xingú, también está amenazado. Hay un estudio que demuestra que el embalse de la central eléctrica retiene la arena que antes el río arrastraba y con la que se formaban las playas donde los quelonios ponían sus huevos. Esto podría conllevar la pérdida de una de las zonas de reproducción más importantes para estas especies.

En todas las hidroeléctricas de la Amazonia se repiten estos impactos. En las centrales del río Teles Pires ni siquiera se ha realizado un estudio detallado sobre la población de quelonios de la región. Tampoco existen programas de control específicos. En Belo Monte el monitoreo es un poco mejor, ya que los organismos ambientales pactaron varias condiciones para mitigar los impactos de la construcción de la central. Pero algunas no se han cumplido.

El Gobierno de Lula debe hacer que se respeten los estudios universitarios y los dictámenes técnicos del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama). Y que Belo Monte cumpla todas las condiciones, ya que, siete años después de la entrada en funcionamiento, lo que era una condición para que la planta funcionara aún está lejos de cumplirse en su totalidad. Es necesario estructurar la supervisión en esa región para que las instituciones puedan desempeñar su papel.

Brasil también necesita reconsiderar su matriz energética. Los embalses producen gas metano, que contribuye al efecto invernadero y a la emergencia climática. Los quelonios se ven muy afectados por este cambio de clima, porque el sexo los especímenes lo determina la temperatura a la que se incuban los huevos. Un estudio científico que realizamos en Tabuleiro do Embaubal demostró que en años muy calurosos solo nacen hembras. A veces la temperatura del nido es tan alta que resulta letal para el embrión, que ni siquiera llega a desarrollarse. En años de fuertes inundaciones, también causadas por el cambio climático, los nidos acaban anegados. Presidente Lula, estamos llegando a un momento irreversible.


Apuração e depoimentos: Talita Bedinelli
Traducción de Meritxell Almarza

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