La sequía extrema de 2023 ha afectado a la vida de los ríos, la selva, les más-que-humanes y los habitantes de la Amazonia brasileña. En el estado de Amazonas, unos 228 delfines rosados han muerto, la navegación se ha interrumpido y escasean los alimentos y el agua potable. Esta es la realidad que acecha al mundo. Pero el río Xingú, en el estado de Pará, se enfrenta a estas mismas condiciones extremas desde 2015, y de forma crónica. En Amazonas, la catástrofe de la sequía de 2023 se atribuye a una suma de factores: la deforestación y el encenagamiento de los márgenes de los ríos, el fenómeno de El Niño, el calentamiento anómalo del océano Atlántico Norte y el cambio climático global. En Pará, en la región conocida como Vuelta Grande del Xingú, la causa principal es el secuestro de las aguas por parte de la central hidroeléctrica de Belo Monte.
El régimen hídrico artificial que se ha impuesto a una de las regiones más biodiversas de la Amazonia interrumpe los ciclos naturales de la vida. Cuando baja el nivel de las aguas, miles de peces, la mayoría crías, quedan atrapados en charcos de agua que, con el calor, alcanzan una temperatura de casi 40 grados centígrados, y todos mueren. La escena indigna a los lugareños, indígenas y ribereños, que intentan rescatar a las crías.
Helio Bezerra da Silva, un ribereño de la región de Nova Conquista, se topó en septiembre con uno de estos charcos, lleno de pececitos agonizantes, con el agua ya verdeando. El color indica la proliferación de algas, que reduce los niveles de oxígeno, un proceso conocido científicamente como eutrofización. Con apenas un cubo, Helio recogió docenas de peces para llevarlos hasta la corriente principal del Xingú, donde podrían sobrevivir. En la misma época, Josiel Juruna, coordinador del Monitoreo Ambiental Territorial Independiente (MATI), también llevó a su familia a rescatar varias especies de peces atrapadas en charcos cercanos al pueblo de Miratu, donde vive.
El Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), organismo que fiscaliza los problemas ambientales en Brasil, declaró a SUMAÚMA que las variaciones abruptas artificiales están relacionadas con el funcionamiento de la central y que se deben a las normas de la licencia de aguas y a las resoluciones del Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS), que coordina la generación y transmisión de energía en Brasil. El organismo ambiental obliga a Norte Energia, concesionaria de la central, a rescatar a los peces atrapados en los charcos, pero es imposible salvarlos a todos. «Con la implantación de la Central Hidroeléctrica de Belo Monte, se intensificó la formación de charcos en el Tramo de Caudal Reducido debido a la variación del caudal de salida y del funcionamiento del aliviadero».
En un informe que presentó al organismo gubernamental, la empresa calcula que rescató 3.935 peces de 59 especies en septiembre de 2023. En el mismo período, los ribereños e indígenas se encontraron con otros miles de peces pereciendo en los charcos.
En una nota enviada a SUMAÚMA, el equipo técnico del Ibama informó que sigue de cerca las actividades de rescate de peces a través de informes técnicos elaborados por Norte Energia. También señalaron que se realiza el monitoreo aéreo por drone de las áreas con potencial de aprisionamiento de peces, con el fin de orientar a los equipos de rescate. «Los estanques identificados son monitoreados antes de la acción de rescate mediante la evaluación de los datos abióticos del estanque (oxígeno disuelto, temperatura del agua y pH) o el comportamiento de los peces. Cuando se identifica algún riesgo para la ictiofauna [grupo de peces], se procede al rescate», dice el comunicado del Ibama. En el periodo del 1 de agosto al 7 de noviembre de este año, se rescataron 14.883 peces vivos en el tramo de caudal reducido, según el Ibama.
La entidad ambiental afirmó que está analizando una propuesta de la empresa para mejorar el problema «cuando la UHE (hidroeléctrica) de Belo Monte funcione a plena carga». En un comunicado enviado a la prensa, Norte Energia negó que sus operaciones hayan provocado la sequía del río Xingu.
No obstante, el equipo técnico que lleva el proceso de concesión de licencias del Ibama confirmó a SUMAÚMA que el fenómeno se ha intensificado debido a las variaciones de caudal provocadas por el funcionamiento de la central y que entre 2015 y 2022 se rescataron «unos 9.500 kilos de peces vivos y unos 350 kilos de peces muertos»: el Ibama utiliza el recuento en kilos para referirse a la cantidad de seres vivos y muertos encontrados en los charcos que se forman por el funcionamiento de la central.
La muerte de miles de peces en la Vuelta Grande no es un fenómeno natural. Una parte del caudal del Xingú se embalsa en la región de la ciudad de Altamira, en Pará, y otra parte considerable se desvía desde la Vuelta Grande hacia un canal de 20 kilómetros de longitud, que toma el agua secuestrada del río para mover las turbinas de la hidroeléctrica. La situación afecta a un tramo de 130 kilómetros del río Xingú, que vive una situación que los expertos definen como «restricción hidrológica extrema». «En el mundo no hay nada parecido a lo que han hecho con el Xingú, es una situación única», afirma el geólogo André Sawakuchi, de la Universidad de São Paulo. El equilibrio entre el agua que se desvía para la central y el agua que se libera para los seres vivos del Xingú es lo que se llama, en las licencias ambientales, un hidrograma.
Casa de máquinas de la hidroeléctrica de Belo Monte, en el río Xingú: la restricción hidrológica impuesta por la central le cuesta la vida a los animales y causa daños materiales. Foto: Soll/SUMAÚMA
Según las normas del proceso de concesión de licencias de la Agencia Nacional de Aguas y Saneamiento Básico, la agencia reguladora responsable de la gestión de los recursos hídricos de Brasil, debe garantizarse un determinado volumen de agua cada mes y este caudal debe imitar al máximo el ritmo natural del río. El primer año de funcionamiento de la central, 2016, un aluvión artificial provocado por la liberación repentina y sin previo aviso de agua causó pánico en la región. Los habitantes de la Vuelta Grande perdieron barcos, aparejos de pesca, ollas y otros utensilios de cocina que se encontraban en la orilla del río. Después, la empresa se vio obligada a notificar a los residentes las variaciones del río a través de mensajes de WhatsApp. Aun así, siguen produciéndose enormes variaciones artificiales del caudal del río, que atrapan a los peces.
.embed-container { position: relative; padding-bottom: 56.25%; height: 0; overflow: hidden; max-width: 100%; } .embed-container iframe, .embed-container object, .embed-container embed { position: absolute; top: 0; left: 0; width: 100%; height: 100%; }«Son variaciones abruptas del caudal del río que no existían de forma natural», explica André. «Los peces no pueden recibir comunicados de Norte Energia, no tienen WhatsApp, así que se quedan atrapados», añade el científico. André Sawakuchi hizo una estimación del número de charcos que forma la reducción del caudal en la Vuelta Grande y llegó a la impresionante cifra de 12.500 trampas para peces.
Los peces mueren atrapados en charcos de agua sin oxígeno y altas temperaturas (unos 40 grados centígrados). Esta imagen se tomó en la Vuelta Grande del Xingú, en la Tierra Indígena Paquiçamba. Foto: Soll/SUMAÚMA
Los peces se guiaban por las señales ecológicas, que les indicaban cuándo subir y bajar por el río, acercarse o alejarse de las orillas según se llenaran y secaran las aguas. «Las especies acuáticas entienden que ha dejado de llover, que el agua se está calentando, está más quieta, se dan cuenta y se van», explica Jansen Zuanon, investigador jubilado del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (INPA) que lleva años siguiendo de cerca la situación de la Vuelta Grande del Xingú.
«Las variaciones abruptas se deben a un aumento o disminución de la demanda de energía. O sea, no tienen nada que ver con el clima local. No es un proceso natural. El agua ya no es predecible, por lo que la probabilidad de que los peces se queden atrapados ha aumentado mucho».
En diciembre de 2022, el MATI, compuesto por científicos ribereños e indígenas, presentó al Ibama una propuesta de hidrograma para que el caudal artificial se parezca al natural del Xingú y se eviten las variaciones abruptas, se reduzca la mortandad de peces y se garantice la reproducción de las especies. El material está siendo analizado por el equipo técnico del departamento de concesión de licencias del organismo ambiental. Pero no se ha fijado ningún plazo para dar una respuesta. En el momento de la publicación de este reportaje, el Ibama todavía no había comentado la decisión. Si los criterios se aceptaran en las próximas semanas, a medida que se acerca otra temporada de lluvias en la región, los daños de Belo Monte podrían empezar a revertirse y podría haber esperanzas de que la crecida del río volviera a ser una época de reproducción y abundancia para los peces y las gentes.
En una nota enviada a SUMAÚMA, Norte Energia afirmó que «opera sus caudales en estricto cumplimiento de la autorización y del control de la Agencia Nacional de Aguas (ANA), del Ibama y del ONS». «Las sequías durante el verano amazónico, entre julio y noviembre, siempre han existido en la región», alegó Norte Energia, que añadió: «Cualquier afirmación de que Belo Monte ha causado sequía en la Vuelta Grande del Xingú es falsa», rebatió la empresa, contradiciendo los análisis y estudios realizados por científicos e investigadores del MATI. Norte Energia no respondió sobre el número de peces muertos, la existencia de variaciones abruptas ni qué medidas de mitigación adoptó para hacer frente al problema. SUMAÚMA preguntó a la empresa específicamente por el número de peces muertos en los últimos tres meses, pero esta tampoco facilitó datos. En cuanto al rescate de peces, dijo que «informa al Ibama» de todos los sucesos. La empresa también comunicó que la central genera actualmente 255 megavatios al día.
Chequeo de informaciones: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Valquiria della Pozza
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Sarah J. Johnson
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Montaje de página y finalización: Érica Saboya
Editoras: Malu Delgado (responsable de reportaje y contenido), Viviane Zandonadi (flujo y estilo) y Talita Bedinelli (coordinación)
Dirección: Eliane Brum
Donde antes había agua corriente, hoy solo se ve sequía y destrucción de vidas humanas y más-que-humanas en la Vuelta Grande del Xingú. Foto: Soll/SUMAÚMA