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Afroindígena, mestiza y ribereña, Edel Moraes reforesta su despacho en la Secretaría Nacional de Pueblos y Comunidades Tradicionales de Brasilia. Foto: Fernando Martinho/SUMAÚMA

«No será uno de ellos, solo se la prestaremos». Es lo que le dijo una pescadora artesanal a la entonces recién nombrada secretaria nacional de Pueblos y Comunidades Tradicionales y Desarrollo Rural Sostenible, quien, a partir de los primeros meses de 2023, tendría la tarea de remitir las demandas de las 28 categorías que conforman los pueblos y comunidades tradicionales de Brasil.

Cuando juró el cargo de ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva invitó a una mujer negra y de la selva, como ella, a componer la mesa ceremonial. Era Edel Nazaré Santiago de Moraes. En aquella ocasión, cuando la presentaron, la invitada se levantó de la silla y sostuvo a la altura de los ojos la bandera del Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas.

Nueve días después, Marina Silva la puso al frente de la Secretaría Nacional de Pueblos y Comunidades Tradicionales y Desarrollo Rural Sostenible, recreada por decreto presidencial el 1 de enero. «La ministra es de esas mujeres negras que llegó donde llegó y arrastra a las demás», puntúa Edel, de 44 años.

La hija del señor Dudu y doña Miracélia nació en un asentamiento agroextractivista del municipio de Curralinho, en el archipiélago de Marajó, en Pará. Cuando tenía 9 años, la familia se trasladó a la capital del estado. Trabajó como niñera y empleada del hogar, pero hoy entiende que fue una «esclava del hogar», ya que trabajaba a cambio de que le pagaran los estudios. «Renuncié a ser hija y hermana para ser empleada en una casa, lejos de la mía».

Tras una larga jornada en la capital para escolarizarse, Edel regresó a Curralinho en 2000 y comenzó a implicarse en el movimiento social en defensa de la regularización de las tierras y del acceso a la educación de los pueblos tradicionales. En 2012, Edel entró a formar parte de la coordinación del Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas, una organización que se creó en 1985 en Xapuri, en el estado de Acre, en el marco del movimiento liderado por el cauchero y líder político Chico Mendes, asesinado en 1988. Edel fue la primera mujer que formó parte de la directiva y en 2015 fue reelegida para otro mandato.

Una de sus primeras acciones como secretaria del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva fue solicitar medidas de protección para los compañeros que fueron violentamente agredidos en la oficina regional del consejo extractivista en Belém, en abril. Unos hombres armados irrumpieron en el lugar, golpearon y torturaron a los miembros de la institución, se llevaron documentos y material de la oficina. Los delincuentes también amenazaron de muerte a los miembros de la organización y les ordenaron que dejaran de denunciar robos de tierras públicas. La Policía Federal está investigando el crimen.

El primer logro de la Secretaría fue reanudar el programa Bolsa Verde, una noticia que dio Lula el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio. Es la primera semilla que brota en la reforestación que está haciendo Edel en el ministerio. El programa concede 600 reales (130 dólares) cada tres meses a familias de comunidades tradicionales que viven en situación de fragilidad social y habitan áreas donde la conservación ambiental es prioritaria. La propuesta fomenta las prácticas de protección de la naturaleza y se espera que beneficie a entre 30.000 y 40.000 familias. Edel dice que tiene prisa y quiere que las políticas de salud pública y educación lleguen a las Unidades de Conservación y Reservas Extractivistas y a todos los territorios donde haya comunidades tradicionales.

«Reforestar también significa regar, arreglar», explica. Nada más tomar posesión de su cargo, volvió a colgar la foto de Chico Mendes sobre la silla del despacho, de donde había sido retirada hacía cuatro años. Por orden del anterior ministro del gobierno de Bolsonaro, Ricardo Salles, la imagen del cauchero fue vetada en todos los espacios del ministerio. Ahora, los cuadros han vuelto a las paredes y por los pasillos vuelven a resonar las palabras «comunidad tradicional», «indígena», «agroecología», «género», palabras que la anterior administración había prohibido pronunciar.

La secretaria Edel Moraes volvió a colgar en la pared el retrato de Chico Mendes, que había sido vetado por el exministro bolsonarista Ricardo Salles. Foto: Fernando Martinho/SUMAÚMA

En otra pared del despacho, Edel clavó un panel de tela en el que se lee: «Los pueblos de las selvas, los campos y las aguas toman posesión». A todos los que entran por la puerta les ofrece si quieren firmarlo. El cuadro fue un regalo de unos colegas de la Universidad de Brasilia. La primera en firmarlo fue la diputada federal Célia Xakriabá, con quien cursó la maestría y compartió comida y apartamento en Brasilia. Para escribir la tesis de la maestría, ambas buscaron el conocimiento de la lucha por la tierra entre las mujeres de los territorios donde nacieron. Ambas escucharon los saberes ancestrales de sus pueblos.

La secretaria pide confianza y paciencia a las comunidades tradicionales, ya que la devastación del gobierno de Bolsonaro ha sido intensa e inmensa, y reconoce las ambigüedades del gobierno de Lula. «No creo que el gobierno tenga una fórmula mágica para hacer todo lo que le gustaría hacer en tan poco tiempo», afirma.

En agosto de 2023, después de la entrevista con SUMAÚMA, Edel se vio sorprendida por la noticia del brutal asesinato, en Bahía, de la líder quilombola y de los pueblos tradicionales de origen africano Maria Bernadete Pacífico Moreira dentro de su casa. En un mensaje, la secretaria afirmó a SUMAÚMA que el asesinato «pone de manifiesto la violencia contra las mujeres negras y líderes que luchan para implementar políticas para que el país sea más justo y democrático». La secretaria hizo hincapié en la necesidad de que «se investiguen rápidamente las causas» de la muerte de esta líder.

El fortalecimiento de las comunidades tradicionales depende de la gestión territorial y ambiental y de la regularización de los territorios, afirma Edel. A finales de julio de este año, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) comenzó a divulgar los datos del censo demográfico de 2022, según los cuales Brasil tiene 1.327.802 quilombolas (descendientes de africanos esclavizados que se refugiaron en centros de resistencia) repartidos en 1.696 municipios. Más del 87% vive fuera de áreas formalmente delimitadas y reconocidas y solo el 4,3% vive en territorios cuyo título de propiedad es de la comunidad quilombola.

En esta entrevista, concedida en exclusiva a SUMAÚMA en el despacho de la secretaria en Brasilia, Edel afirma que el éxito de la ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, es también el éxito de los pueblos y las comunidades tradicionales: un espejo inmenso para soñar con un Brasil que también tenga un ministerio de las comunidades tradicionales. «Solo soy una, pero no estoy sola». Lea a continuación los principales fragmentos de la entrevista:

SUMAÚMA: ¿Qué significa para usted este instrumento de investidura colectiva, con varias firmas?

EDEL MORAES: Vengo de un lugar donde la lucha no es solitaria. Es colectiva. Soy fruto de una historia de lucha por derechos colectivos. Parafraseando a otros que lo han dicho antes que yo: solo soy una, pero no estoy sola. Es como dice la canción: soy poblada. Solía decir que, antes, era una poblada soledad. Hoy no. Vuelvo a casa. Tengo un marido cariñoso, que me cuida. Pero antes era un poco esa poblada soledad.

Hoy soy una voz que está aquí, en Brasilia, dentro de la secretaría, pero soy la responsabilidad de todas las voces que pueden estar aquí representadas [los nombres que figuran en el instrumento de investidura], de aquellos, y especialmente de aquellas, que no pueden llegar hasta aquí. Considero que yo soy esa voz: porque soy uno de ellos, soy la hija del señor Dudu y doña Miracélia, que están allí, en la Amazonia, en la comunidad, en el territorio. Procedo de una lucha colectiva, que en su origen es el Consejo Nacional de Caucheros. Vengo de las Comunidades Eclesiales de Base [de la Iglesia Católica, que surgieron con el movimiento de la Teología de la Liberación en los años 70], vengo de un territorio donde siempre hemos vivido como comunidad, como colectivo, como parientes, como vecinos, como un esfuerzo conjunto en esta experiencia de vida. Vengo de un lugar donde la solidaridad se daba en el esfuerzo común, en el barrio, con compadres y comadres. Este instrumento de investidura me lo trajeron mis compañeros de la maestría que hice. Ese colectivo vino a decir que no estaría sola.

Uno de los primeros mensajes que recibí, cuando me invitaron a ocupar este espacio y lo anuncié, fue de una pescadora. Decía: «Una de los nuestros ha sido convocada y tiene nuestra autorización para seguir. No será uno de ellos, solo se la prestaremos». Esta Secretaría de Pueblos y Comunidades Tradicionales es un espacio de resistencia, un espacio de conquista para los pueblos y comunidades tradicionales. Hemos esperado más de 500 años de historia para tener el Ministerio de los Pueblos Indígenas. Ellos lo celebran y nosotros lo celebramos con ellos. Nosotros, las otras comunidades tradicionales, también querríamos un espacio. Y durante la transición se construyó este espacio [la Secretaría]. Para mi sorpresa, más tarde nuestra ministra Marina Silva me invitó a estar aquí, lo cual me honra mucho. Pero no lo recibí como una invitación, sino como un llamamiento. Hay cosas a las que no se puede decir que no, conociendo mi lugar como mujer negra de la selva, afroindígena, chola, ribereña y tantas otras identidades. Toda mi vida se ha basado en luchar por la política. Antes solo estaba en la puerta, esperando poder entrar para proponer. Estar aquí, recibiendo demandas de los míos y de los nuestros, y ser un instrumento para ayudar en esta formulación junto con otra mujer, que tiene una historia muy parecida a la mía, eso es un llamamiento.

La Secretaría de Comunidades Tradicionales, los ministerios de Medio Ambiente y Cambio Climático y de los Pueblos Indígenas han dado protagonismo a estas personas y esperanza a estas comunidades, especialmente después de la violencia del gobierno de Bolsonaro. ¿Qué considera prioritario en este escenario posterior a la devastación de la vida y los biomas?

En primer lugar, tenemos que ser conscientes de que en este momento no somos la solución a todos los problemas. Yo lo considero la gran lucha del momento. La destrucción tenía lugar aquí dentro. En este momento, estamos reforestando el ministerio, en todos los sentidos. Esto fue totalmente destruido y desmovilizado con la agenda socioambiental [del gobierno anterior]. En este departamento se prohibieron las palabras «comunidad tradicional», «indígena», «agroecología», «género». Hubo violencia de todo tipo al negarnos nuestros derechos como comunidades tradicionales. Hubo violencia contra los funcionarios que fueron silenciados aquí. Hubo un intento de borrar esta historia. Así que la prioridad es reforestar el ministerio, la reforestación de la esperanza, con trabajo y acción. Tenemos que reconstruir. Reforestar reorganizando todo esto. Las prioridades son muchas. El ministerio y el gobierno se han comprometido a no deforestar la Amazonia. Asumir la deforestación cero es una gran responsabilidad. Tener el nombre de «Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático» en su nuevo formato es un desafío muy grande, porque ahora ya no es una amenaza: el cambio climático ya está aquí, ya está sucediendo. La deforestación estaba desenfrenada. No podemos no priorizar los territorios ya demarcados y los no demarcados: tenemos que garantizar la continuidad y la sostenibilidad de lo que ya hemos logrado y de lo que fue el principal foco de desmantelamiento y amenaza [en el gobierno de Bolsonaro].

Sin territorio no hay vida para los pueblos y las comunidades. La lucha por el territorio forma parte de la lucha por los derechos humanos, medioambientales y sociales de quienes lo habitan.

Edel puso en un lugar destacado de su despacho un instrumento de investidura colectiva firmado por representantes de varias comunidades tradicionales. Foto: Fernando Martinho/SUMAÚMA

Cuando Marina Silva volvió al Ministerio de Medio Ambiente, ¿qué había sido totalmente deforestado en estos espacios institucionales después del gobierno de Bolsonaro?

Aquí la deforestación fue total, la agenda se destruyó por completo. Primero se aseguraron de que no se demarcara ni un solo centímetro de tierra. En segundo lugar, los propios funcionarios no trabajaban en favor de la agenda. Dentro del ministerio, antes había una secretaría de extractivismo, existía la PNGATI [Política Nacional de Gestión Territorial y Ambiental de Tierras Indígenas] y varias otras acciones y departamentos. Todos estos departamentos se transfirieron a otros ministerios, con otras configuraciones. Lo que quedó aquí, se quedó sin nada. Un ejemplo: el programa Bolsa Verde. En los últimos cinco años no se ha hecho ningún pago. Esta es la primera semilla que empezamos a regar, el regreso de Bolsa Verde en una nueva configuración. Es la primera semilla que brota en esta reforestación. La perspectiva es realizar diversas acciones en los territorios, utilizando a la juventud para este proceso, abordando tecnologías sociales para abastecer agua, sanear la Amazonia y hacer la organización productiva y social de las comunidades. Queremos la promoción y la inclusión social de esas familias, y no mantener eternamente la idea de que los que conservan [la naturaleza] son pobres, o están pobres, o en la extrema pobreza. Con el Bolsa Verde queremos cubrir tantas Unidades de Conservación como podamos en este primer momento, hasta llegar a 66. También son elegibles los asentamientos agroextractivistas, los territorios quilombolas y los pueblos indígenas en zonas de conservación. Queremos que puedan beneficiarse 30.000, 40.000 familias.

Brasil y el mundo reconocen ahora los derechos de los pueblos originarios y la deuda histórica [con las comunidades tradicionales]. Pero Brasil también debe conocer a los pueblos y comunidades tradicionales de una forma mucho más amplia, teniendo en cuenta esta gran pluridiversidad. Debemos reconocer los derechos de los pueblos y comunidades en los territorios que ya están demarcados y hacer que estos lugares se estructuren y se lleven a efecto.

La novedad que propongo desde nuestra secretaría: muchas comunidades tradicionales aún no tienen territorios. Como los retireiros del Araguaia. O encontramos una solución para garantizarles su territorio o perderemos esta identidad en nuestro país. Nuestras identidades colectivas están relacionadas con territorialidades colectivas.

Bebiendo de la fuente de los territorios de los pueblos indígenas, Chico Mendes inició una revolución en el mundo, que son los territorios colectivos, los asentamientos, las reservas extractivistas y todas las demás modalidades que vienen aparejadas. Hoy tenemos un desafío inmenso con los asentamientos agroextractivistas en Brasil, para que sean reconocidos como zonas de importancia medioambiental en el mundo. El asentamiento en mi comunidad no es diferente de la reserva extractivista que está al lado. En este territorio todos estamos relacionados. Por lo tanto, no se puede proteger a una comunidad y que la otra no esté en ese marco de protección.

Luchar contra el robo de tierras públicas será luchar para garantizar que se lleven a efecto los territorios ya creados, que se creen los que no están creados y que se expulse a los intrusos. Tenemos que resolver problemas en las reservas extractivistas y encontrar una solución, junto con el Estado, para garantizar el derecho de estas comunidades. Tenemos las Resex [reservas extractivistas] en Marajó, Mapuá y Terra Grande Pracuúba. Encima está el Registro Ambiental Rural [una autodeclaración de propiedad de la tierra], hay que sacarlo de encima de la Resex, porque es una reserva extractivista. Nuestra responsabilidad es apoyar estas acciones y los derechos de los pueblos y comunidades.

Nuestra secretaría tiene que formular acciones concretas. Ya no tenemos tiempo, como comunidad, para pensar en diagnósticos, dictámenes, fotos bonitas. Necesitamos políticas públicas que lleguen, de conectividad, internet, tecnologías sociales, agua para consumir. Necesitamos una escuela contextualizada. Nuestra misión es ser provocadores y hacer propuestas con otra visión para estos territorios.

Nos meten en un mismo saco, pensando que solo hay un tipo de comunidad en la Amazonia. Somos diversos, somos plurales. Yo tengo una identidad política. Soy una mujer negra de la selva, pero soy una mujer extractivista. Es una identidad política construida sobre el derecho a tener derechos. Soy afrodescendiente, soy el resultado de la ascendencia negra, indígena y de otras diásporas. No me han quitado el derecho, en este proceso de epistemicidio, a decir quién soy. Hemos reasumido nuestras identidades. Siempre desafío a quienes crean estereotipos a que conozcan nuestras comunidades.

Edel Moraes en sus tiempos en el Consejo Nacional de Poblaciones Extractivas. A la derecha, detalle de la bolsa del secretaria. Foto: Fernando Martinho/SUMAÚMA

¿Cómo hacer más didáctico este proceso de conocer las comunidades tradicionales dentro de Brasil, para reducir estereotipos y prejuicios?

Primero tenemos que conseguir que más gente las conozca y las entienda. Creo mucho en la educación. Del mismo modo que hemos avanzado para garantizar la inclusión de los pueblos indígenas y quilombolas, tenemos que garantizar también la participación de otras comunidades. Soy fruto de un programa de maestría que se diseñó para pueblos y comunidades tradicionales, y también soy fruto de un proceso de formación de resistencia universitaria. Un desgobierno fue elegido usando las redes sociales. ¿Por qué no utilizamos las redes sociales para el bien, para dar visibilidad [a las comunidades y pueblos tradicionales]? Parte de la visibilidad que tenemos hoy de los pueblos indígenas se debe a que también han sabido utilizar las redes sociales, empoderar a la juventud [indígena]. Veo una gran acción ligada a la educación, que podemos llamar institucionalmente Educación Ambiental.

Nos honra escuchar la historia de Chico Mendes, pero en la Amazonia y en Brasil no existe solo Chico Mendes. ¿Dónde están las historias de todos los héroes y heroínas que lucharon por la creación de las 66 reservas extractivistas? ¿Dónde se registran y trabajan estas historias dentro del currículo escolar, de forma transversal? Me ocupo de ello en un proyecto sobre etnodesarrollo, pueblos y comunidades tradicionales y territorios colectivos. Hoy tenemos municipios donde casi la mitad del terreno es asentamiento, una parte es reserva extractivista y otra parte es quilombola, y no saben que son un gran territorio verde. Y entonces los de arriba crean programas que toman municipios totalmente deforestados como si fueran municipios verdes. Tenemos que darle la vuelta a la situación.

Antes de aceptar formar parte del gobierno, invitó a comer a su casa a Célia Xakriabá (hoy diputada) y a Sonia Guajajara (hoy ministra). ¿Hicieron planes ese día para trabajar de forma integrada, en los misterios y en el Congreso?

Ese día fue un encuentro de chicas y mujeres, yo quería hacer un almuerzo para mis amigas de la vida, porque nosotras, como ya he dicho, no tenemos un minuto de silencio de paz. Ese día ni siquiera nos dejaron hacer planes. Una de las cosas que el mundo tiene que saber es que somos personas, mujeres. Ese día, incluso, tejí un collar para Sonia.

Por supuesto, Sonia y Célia no estaban allí ni por mi cara bonita ni porque les gusta mi comida. Siempre estamos organizando algo. Nuestras historias se entrecruzan, incluso porque surgió el movimiento Alianza de los Pueblos de la Selva. Yo y Sonia volvimos a firmar la carta de la Alianza de los Pueblos de la Selva en 2017 [creada en 1987, la alianza se retomó en 2020 gracias a un movimiento liderado por Angela Mendes y el cacique Raoni, y contó con el apoyo de líderes como Sonia Guajajara].

El éxito del Ministerio de los Pueblos Indígenas es un paso gigantesco y un rescate de la deuda histórica que Brasil tiene con sus pueblos originarios. Nos sirve como un espejo inmenso para soñar con tener algún día nuestro propio ministerio de comunidades tradicionales. Es una esperanza en la práctica. Célia y yo hicimos juntas la maestría, compartimos comida y vivienda. Nos perdimos juntas, porque no conocíamos la ciudad. Descubrimos Brasilia juntas. Conectamos a través de la lucha.

Hay un artículo titulado Amazônidas em defesa da vida (Amazónicas en defensa de la vida), que firmamos Sonia Guajajara, Claudelice Santos, Angela Mendes y yo. Fue una respuesta al exministro Ricardo Sales, que preguntó quién era Chico Mendes, cuál era la historia de Chico Mendes, y dijo que nadie lo sabía. Ahora vamos a mostrar quién es Sonia Guajajara, la ministra, y Edel, la secretaria de las comunidades tradicionales. ¿Has visto que ha vuelto la foto de Chico Mendes? También estaba prohibida. Nuestra conexión es de responsabilidad institucional y gubernamental. Nuestra responsabilidad es fortalecernos. El éxito de la ministra Sonia es nuestro éxito como comunidades tradicionales.

Me alegro de no ser la primera en ocupar ese espacio. La primera fue la ministra Marina Silva, ella es la pionera. Es de esas mujeres negras que llegó donde llegó y arrastra a las demás. Quiere que tengamos visibilidad, que podamos trabajar. Y nos lo exige.

Ha mencionado la importancia del Ministerio de los Pueblos Indígenas. El presidente Lula no ha demarcado todas las tierras indígenas que esperaba el movimiento indígena. ¿Cómo ve las ambigüedades en este Gobierno?

Volver y reforestar lleva tiempo, porque la destrucción fue muy rápida, considerando un período de seis años [cuatro años de gobierno de Bolsonaro y dos de gobierno de Temer]. La destrucción viene de lejos, pero ha sido intensa en estos seis años. Reforestar también significa regar, arreglar. No creo que el gobierno tenga una fórmula mágica para hacer todo lo que le gustaría hacer en tan poco tiempo. El gobierno necesita tiempo para hacer las cosas.

El Ministerio de los Pueblos Indígenas se está construyendo ahora. Es humanamente imposible, en tan poco tiempo, construir y responder a todas las demandas. El Ministerio de Medio Ambiente se está reconstituyendo y reformulando, y la agenda es amplia. Ni siquiera hemos encontrado o nos han pasado los documentos [de la gestión anterior].

Pero creo que la recuperación ha empezado muy bien. Aquí todo el mundo tiene la misma energía y la misma fuerza para hacer cosas. Tengo 44 años. Mis padres nacieron y se criaron en mi comunidad. A día de hoy no ha llegado mucho. Pero mi padre, con 9 hijos, tiene a una haciendo el doctorado ahora. Eso solo empezó con el primer mandato de Lula, cuando conseguí entrar en una universidad. Mis antepasados no tuvieron esa oportunidad. Aquí la que tiene prisa soy yo, porque todavía no han llegado políticas que garanticen sanidad y una atención de calidad para mi padre y mi madre, que solo tiene el 30% de la vista a causa de un glaucoma y de una fiebre palúdica en la que no recibió la atención adecuada. Aquí la que tiene prisa soy yo, que no he visto crecer a mi hijo y que hoy estoy aquí al frente de una secretaría. Por tanto, está la prisa que tenemos por todo lo que nos han quitado y negado, pero está el desafío de vencer la burocracia. Tenemos prisa para todo. Pero en los primeros meses de gobierno no se puede dar respuesta a todo. Hemos avanzado mucho y tenemos que tenerlo en cuenta.

Es legítimo y creo que el movimiento no debe contentarse, para que el gobierno no se acomode. Yo no lo haré y espero que me exijan. Se están reanudando las acciones, el trabajo, las energías, las fuerzas. Estoy dialogando con mis colegas secretarios de bioeconomía, que están construyendo la agenda de bioeconomía y sociobiodiversidad. Estoy dialogando con colegas que están construyendo la agenda del cambio climático, en todos los ámbitos. Más de 15 ministerios, gracias a los esfuerzos de la ministra Marina Silva, han asumido esta agenda. No es poco. Es la primera vez en la historia que vemos que todos los ministros quieren la agenda del medio ambiente. De la frustración no podremos escapar. Pero hay mucho compromiso.

*Texto actualizado a las 13:00 (hora de Brasilia): por un error de edición, en el título de este reportaje nos referimos a Edel Moraes como «cauchera». El término correcto es «extractivista», que ya se ha corregido.


Verificación: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Sarah J. Johnson
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Montaje de página: Érica Saboya

Los colores verde y amarillo, que la extrema derecha brasileña había secuestrado, han adquirido un nuevo simbolismo con la creación de la Secretaría Nacional de Pueblos y Comunidades Tradicionales. Foto: Fernando Martinho/SUMAÚMA

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