Periodismo desde el centro del mundo

Las elecciones de octubre son las más importantes de la trayectoria de Brasil. Más importantes incluso que las elecciones de 1989, las primeras tras la dictadura empresarial y militar que oprimió Brasil durante 21 años. Hasta 2014 pudimos elegir a demócratas. Mejores o peores, más o menos honestos, bien o mal preparados. Pero lo que está en juego en 2022 es de otra dimensión. Ante la urna electrónica, un sistema comprobadamente eficaz y confiable, los brasileños elegirán, sí, entre la democracia y el autoritarismo representado por Jair Bolsonaro. Más que eso. Elegirán entre la vida y la muerte representada por Jair Bolsonaro.

SUMAÚMA elige la democracia, SUMAÚMA elige la vida.

En casi cuatro años con Bolsonaro en el poder, la selva amazónica se acerca peligrosamente al punto sin retorno, hay 33 millones de personas que pasan hambre en Brasil, tres de cada cinco niños están expuestos a la poliomielitis porque el plan de vacunación no se ha completado. Brasil es uno de los países más afectados por la covid-19, ha perdido a casi 700.000 brasileñas y brasileños, que es como si toda la población de una ciudad como Sevilla, en España, o Mar del Plata, en Argentina, desapareciera en menos de tres años. Esas mujeres y hombres borrados de la vida y de los sueños han dejado un vacío en el país y en el corazón de quienes los amaban, además de una legión de niños huérfanos, cuya existencia estará marcada para siempre. Algunos, como en el caso de la etnia Juma, eran el último anciano de un pueblo. Una gran parte de esas muertes, como ya se comprobó, podrían haberse evitado si Bolsonaro y su Gobierno no hubieran retrasado la vacunación y hubieran tomado medidas de prevención. Sin contar los efectos en cadena de la corrupción explícita de su Gobierno, en la que hay fuertes indicios de que varias personas de su familia están implicadas.

La política de muerte de Bolsonaro y su Gobierno puede extenderse a lo largo de muchas páginas, lo cual sucederá en los libros de historia. Aquí podemos limitarnos a la realidad que ha producido el peor presidente de la historia de Brasil en la mayor selva tropical del planeta, vital para la supervivencia de nuestra especie. La selva arde en incendios criminales, la deforestación ha batido el récord de la última década, familias enteras de campesinos tienen que buscar refugio para que no las maten, las casas de los defensores de la selva y las escuelas son incendiadas, los sicarios toman a niños pequeños como rehenes.

El caso del pueblo Yanomami, contado en un reportaje especial de la primera edición de SUMAÚMA, ilustra el horror que se vive en este preciso instante. En la tierra indígena que debería estar protegida, grupos de mineros violan a niñas Yanomami. Nueve niños han muerto en menos de tres meses por enfermedades fácilmente tratables, dos de ellos por exceso de lombrices, y la malaria se propaga. Y ahora el delito de Bolsonaro adquiere una segunda capa de horror: La cloroquina, que él mentirosamente afirmó que servía como tratamiento precoz para la covid-19, falta para su vocación real, la de tratar la malaria. Y los indígenas mueren por ello.

Si Brasil se somete a otros cuatro años de política de muerte, ¿cuántos más morirán? ¿Qué le pasará al planeta si la selva alcanza el punto sin retorno? ¿Qué futuro tendrán nuestros niños, ahora sujetos a enfermedades que ya estaban eliminadas? ¿Cuánta destrucción y cuánto odio un pueblo es capaz de soportar?

Para SUMAÚMA, la respuesta grita: no podemos soportar ni un día más después del 31 de diciembre. Hace mucho que, con instrumentos de la propia Constitución, debería haberse impedido que Bolsonaro gobernara promoviendo un golpe. Pero no se hizo. Nos cabe a nosotros derribarlo mediante el más simbólico de los instrumentos de la democracia: el voto. En la primera vuelta si es posible, porque eso nos ahorraría a todas, todos y todes algunas semanas más de horrores.

Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), lidera los sondeos. En SUMAÚMA tenemos varias divergencias con relación a cómo su Gobierno y el de su sucesora, Dilma Rousseff, trataron la Amazonia, a los pueblos-selva y otros enclaves de la naturaleza. Del mismo modo, discrepamos en cómo se han llevado a cabo otras políticas. Lamentamos la demostrada corrupción del PT en el poder, pero también reconocemos los avances que sus Gobiernos representaron en varias áreas, como la política de igualdad racial, la democratización de la enseñanza superior y el aumento del salario mínimo. Pero de eso se trata. Tenemos discrepancias y el mejor espacio para ellas es el debate democrático. Para discrepar también se necesita la democracia. SUMAÚMA elige la democracia.

En el escenario electoral del 2 de octubre, Lula es quien representa la mejor oportunidad para que venza la democracia. En contextos de normalidad, los periodistas no se posicionan sobre su voto. Pero no estamos en un contexto de normalidad. Estamos en un momento límite de la vida de Brasil, de la vida de cada familia brasileña. Cabe a cada una, a cada uno esforzarse al máximo para derrotar a Bolsonaro en las urnas que él tanto ha atacado y trabajar para hacer cambiar de opinión a quienes nos rodean. Votar nulo o en blanco es lo mismo que votar a Bolsonaro. Cualquier omisión ahora es una acción. Votar a candidatos que no tienen ninguna oportunidad de ganar la disputa presidencial es legítimo, pero en este momento crucial esta decisión tiene consecuencias que nos parecen arriesgadas. Cualquier decisión ahora es, literalmente, vital. El horror tiene que acabar. Cuanto antes mejor. Quienes vivimos en la Amazonia bajo amenaza sabemos cuánta sangre y cuánto fuego cuesta un día más.

SUMAÚMA elige la vida. SUMAÚMA vota a Lula.

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En este segundo boletín-semilla, SUMAÚMA amplifica la mejor noticia de estas elecciones, algo que es realmente nuevo: el récord de candidaturas indígenas, con la presencia de un número significativo de mujeres, hoy las principales protagonistas de la lucha por la conservación de la selva amazónica y de todos los enclaves de la naturaleza donde resisten los pueblos originarios. Con el lema de aldear la política, las candidaturas indígenas devuelven a la política brasileña la esencia de la democracia, que es representar al colectivo. Como Maial Payakan, acompañada durante semanas por la reportera Catarina Barbosa en sus andanzas por un estado de Pará cuajado de madereros, sicarios y ladrones de tierras públicas. No importa si la candidata es ella o una de sus hermanas Kayapó, porque el individuo es una exigencia del juego de los blancos. Ella, Maial, es un cuerpo colectivo. Su pueblo es quien habla por ella, si no, no la escucharán.

Con la propuesta de aldear la política, los indígenas rescatan el mejor espíritu de la tan maltratada democracia brasileña. Y de este útero nace también la candidatura de Chirley Pankará, en São Paulo, contada por Carla Jimenez, editora jefe de SUMAÚMA. Sonia Guajajara, una de las líderes indígenas más respetadas del planeta, candidata a diputada federal, es la articulista de esta edición. Sonia escribe mientras la Amazonia arde y por lo menos siete indígenas son asesinados en el mes de septiembre, en diferentes puntos de Brasil, mostrando a sangre y fuego lo que está en juego en estas elecciones.

SUMAÚMA vota a indígenas. SUMAÚMA vota a mujeres.

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Votamos el 2 de octubre en tiempos de guerra contra la naturaleza. Este es el contexto y el tamaño de la responsabilidad de cada una de nosotras, de cada uno de nosotros ante la urna.

Vota por la vida. Vota para vivir.

Eliane Brum

Traducción: Meritxell Almarza

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