SUMAÚMA — Periodismo desde el centro del mundo cumple un año.
Nosotros, quienes la sembramos y regamos — y somos sembrados y regados por ella— lo repetimos sin parar y nos sigue pareciendo irreal. No ha sido un año, ha sido una jornada de vértigo. Y en este viaje les incluyo a todos y cada uno de ustedes, porque este pequeño árbol no existiría sin su apoyo. Y no crecerá sin su apoyo. No es una frase de efecto. Es una de las verdades que nos sostienen en el día a día. SUMAÚMA solo existe porque sus lectores creen que SUMAÚMA necesita existir. Y, en este momento, ampliar este apoyo es lo que determinará la continuidad de nuestra lucha en el campo del periodismo. O SUMAÚMA tiene una comunidad de lectores que la apoya o nos convertiremos en un recuerdo, un sollozo en medio de la guerra.
Lanzamos nuestra plataforma trilingüe desde la Amazonia casi dos meses antes de la segunda vuelta de la elección más importante de la historia de Brasil. Y no es una exageración. Si el extremista de derecha Jair Bolsonaro salía reelegido, acabaría de corroer los derechos conquistados durante décadas, terminaría de destruir las instituciones que había estado atacando sin tregua y avanzaría sobre la Amazonía y otros biomas con aún más ferocidad para aumentar el stock de tierras privadas en manos de no indígenas y permitir la explotación descontrolada de minerales en áreas protegidas. Bolsonaro no solo fomentaría la criminalidad, como hizo durante los cuatro años de su mandato, sino que la legalizaría. En la práctica, el genocidio indígena se convertiría en una política pública. Y todo esto ocurriría justo cuando la continuidad de nuestra especie y de otras depende directamente de la naturaleza.
La reelección de Bolsonaro representaría la derrota de la vida en un planeta en mutación climática, con graves repercusiones en todo el mundo, ya que somos interdependientes. En ese momento la selva ardía. Este era el contexto en el que se soñó y luego se sembró SUMAÚMA. Y por eso lanzamos una plataforma trilingüe sin tener aún la estructura necesaria, con solo cinco periodistas, porque queríamos influir, incluso con nuestro pequeño tamaño, en lo que estaba por venir. Y hemos conseguido cumplir nuestra parte.
En un año de existencia, SUMAÚMA ya ha ganado tres premios de periodismo. El último ha sido el Troféu Mulher Imprensa, concedido a la indígena Elizângela Baré, presentadora de Radio SUMAÚMA, en una competición que incluía nombres tradicionales de la prensa brasileña. Nuestro boletín, que alcanza esta semana su 25.ª edición, se distribuye en tres idiomas a casi 6.000 suscriptores. Los reportajes que publicamos los han leído, solo en nuestra web, 500.000 personas. Nuestras redes sociales tienen más de 100.000 seguidores, con perfiles en portugués, español e inglés. También contamos con la colaboración de los comunicadores indígenas Samela Sateré Mawê y Cristian Wari’u para llegar al público más joven en plataformas como TikTok.
Durante este período, nuestras denuncias han tenido impacto. Al día siguiente de que publicáramos un reportaje sobre la muerte por causas evitables de 570 niños Yanomami menores de cinco años durante el gobierno de Bolsonaro, Lula se desplazó hasta Roraima con sus principales ministros para evaluar la situación y crear un grupo de trabajo de salud. Nuestra cobertura del proyecto de la empresa estatal Petrobras de buscar petróleo en la cuenca de la desembocadura del Amazonas, una área rica en biodiversidad, arrojó luz sobre un dilema con el que gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) lidiaba entre bastidores, movilizó a la sociedad y presionó al Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), que denegó la licencia para perforar. Hemos investigado y denunciado la carrera por los créditos de carbono, que provoca diversas formas de violencia e irregularidades en la Amazonia, lo cual ha contribuido a que el Ministerio Público tome medidas para garantizar los derechos de los pueblos originarios. Hemos amplificado las voces de grandes líderes de los pueblos indígenas, como Sonia Guajajara y Célia Xakriabá, Raoni Metuktire y Davi Kopenawa. Hemos tejido alianzas con dos de las plataformas más creativas del periodismo latinoamericano, Dromómanos, de México, y Agenda Propia, de Colombia. Hemos publicado artículos de escritores de la selva, como la quilombola Natalha Theofilo y el ribereño Raimundo da Cruz e Silva. Hemos llevado a Lula las reivindicaciones de los niños humanos y de las especies en peligro de extinción. Hemos hecho 15 episodios del podcast de Radio SUMAÚMA, presentado por los periodistas-selva Elizângela Baré y Maickson Serrão. El trío Pablito Aguiar, Raimunda Tutanguira y Jonathan Watts han creado a Guariba, el protagonista de una aventura más-que-humana en una selva en mutación climática. Y, sobre todo, en mayo iniciamos el movimiento más importante de SUMAÚMA, el que hará que SUMAÚMA se convierta en SUMAÚMA: Micelio, nuestro programa de coformación de periodistas-selva, con 14 jóvenes indígenas, ribereños, quilombolas y de la periferia urbana del Medio Xingú.
SUMAÚMA tiene lado desde su primer día. En la guerra contra la naturaleza, emprendida por la minoría dominante que está alterando brutalmente el clima y la geografía del planeta, nos aliamos con los pueblos que se mantienen como naturaleza. No todos los humanos son responsables de los fenómenos extremos, que ahora son más frecuentes que nunca, como anunciaron hace décadas, sin que se les escuchara, pensadores indígenas como Raoni y los mejores científicos: los humanos que destruyen la selva pertenecen a una minoría formada por empresas transnacionales, los gobiernos y parlamentos que están a su servicio y gran parte de los superricos que se lucran con la explotación de los combustibles fósiles y otros contaminantes. Por tanto, los destructores del planeta tienen género, raza y clase social. Sin comprender esta obviedad y poner nombre a lo que tiene nombre, no tenemos ninguna posibilidad de detener el calentamiento acelerado de la Tierra, que acaba de provocar este año otro ciclón en el sur de Brasil, incendios en Hawái, inundaciones en Asia, sequías en África y posiblemente el verano europeo más caluroso en 125.000 años.
Esta es la materia viva de nuestro periodismo. La premisa fundamental de SUMAÚMA es: los centros de un mundo en mutación climática están donde está la vida, no donde están los mercados. Los centros del mundo son la Amazonia, el Cerrado, la Caatinga, el Pantanal, la Mata Atlántica y la Pampa. Los centros del mundo son los demás bosques del planeta, los centros del mundo son —y mucho— los océanos, hoy extremadamente amenazados por la minería, la pesca depredadora y la contaminación por plásticos. Los centros del mundo son los enclaves de naturaleza que aún resisten a pesar de toda la barbarie de lo que se ha dado en llamar «civilización». Por ellos, SUMAÚMA lucha, en el campo del periodismo, como aliada de los pueblos-naturaleza.
El tronco y la fuerza de una ceiba centenaria. Foto: Lela Beltrão/SUMAÚMA
En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones por solo 2,1 millones de votos. Es la menor diferencia en la historia de las presidenciales. A pesar de todo lo que hizo Bolsonaro, incluida su responsabilidad en la muerte de más de 700.000 brasileñas y brasileños por covid-19, él consiguió un número muy significativo de votos.
Es una llamada de atención.
Quienes estamos sobre el terreno en la Amazonia sabemos que el bolsonarismo —mucho más persistente y longevo que la criatura que le dio nombre— se prepara para volver al poder en 2026. Gran parte de las municipalidades y cámaras de concejales de las ciudades amazónicas están dominadas por el bolsonarismo, y es poco probable que esto cambie en las elecciones municipales del año que viene. El bolsonarismo es una forma de ver el mundo y de relacionarse con los otros: la forma más depredadora de ver el mundo y de relacionarse con los otros. Es un nombre local para el fascismo del siglo XXI, el fascismo en tiempos de mutación climática. Y todavía está muy pero que muy activo.
Por eso hay que decir a quienes prefieren seguir engañados: la victoria de Lula es episódica. Forma parte de una batalla. Aunque Bolsonaro vaya a la cárcel —donde debe estar—, el fascismo al que da nombre no se ha derrotado ni de lejos. No hay más que ver el Congreso brasileño. En todas las regiones de la Amazonia hay personas amenazadas de muerte: muchos de los que se refugiaron para no ser asesinados por los destructores de la naturaleza, incluso después del cambio de poder, continúan en sus refugios insalubres, a menudo incompatibles con la dignidad, sin poder regresar a sus territorios, a sus casas, porque la violencia se perpetúa. Por lo tanto, nuestro periodismo necesita seguir vigilante, riguroso, en constante estado de alerta, para que el fascismo no vuelva al poder central, ya que del día a día del país nunca ha salido.
Y entonces llegamos a Lula y a la cobertura de este gobierno. Los brutales acontecimientos ocurridos en Brasil en los últimos años, especialmente a partir de la segunda década del siglo, parecen haber embotado a una parte de la población, incluso a los que se creen lúcidos. El periodismo es fundamental para la democracia por varias razones y una de las más importantes es fiscalizar a los gobiernos en nombre de los ciudadanos. Si el gobierno es realmente democrático, no solo de palabra, va a querer una prensa que lo critique y lo fiscalice, porque eso lo ayudará a mejorar su actuación y a corregir las rutas que se han desviado de los compromisos adquiridos en campaña.
Eso es lo que SUMAÚMA sigue haciendo en el gobierno de Lula, y en todos los gobiernos de estados y municipios sobre los que hemos escrito. Nuestro deber con la democracia y con la propia esencia del periodismo es criticar, analizar e investigar con rigor y responsabilidad. En un editorial defendimos públicamente el voto a Lula desde la primera vuelta de las elecciones de 2022, porque era necesario derrotar al fascismo y Lula era, de lejos, el mejor candidato. Pero nunca nos convertiremos en un medio oficialista. SUMAÚMA no come de la mano de nadie.
Desde que quedó claro que SUMAÚMA seguiría haciendo un periodismo crítico, responsable y riguroso también con relación al gobierno de Lula, hemos sido objeto de ataques provenientes de una parte de la militancia del PT, la que no ha aprendido nada de los últimos años. Según ellos, criticar al gobierno de Lula equivaldría a querer el regreso de Bolsonaro, una idea tan carente de lógica que casi da vergüenza mencionarla. No han entendido que es exactamente lo opuesto. El periodismo crítico, riguroso y responsable ayuda a los gobernantes de hecho democráticos a gobernar mejor, y eso contribuye a acabar con el fanatismo que solo se sustenta eliminando constantemente los hechos que no le son favorables.
Esto ya deberían haberlo aprendido durante los anteriores gobiernos del PT. La «obra» que empañará para siempre el legado de Lula, Dilma Rousseff y el PT es Belo Monte, la hidroeléctrica que transfiguró el Medio Xingú y sigue causando una catástrofe humanitaria y ecológica. Y también las otras grandes centrales hidroeléctricas de la Amazonia, como Jirau y Santo Antônio, en el río Madeira, y Teles Pires, en el río que le da nombre. Son igualmente desastrosas, pero recibieron —y reciben— menos atención de la prensa.
SUMAÚMA aún no existía, pero su idealización está directamente vinculada a la cobertura de aquellos años de violencia de Estado contra la selva y sus pueblos. Las profesionales que se atrevieron a hacer periodismo y mostrar lo que ocurría fueron objeto de ataques persistentes en las redes sociales. Gran parte de la prensa corporativa hizo la vista gorda porque Belo Monte era una gran oportunidad de lucro para el capital y muchos militantes del PT creían que era inaceptable que se criticara al partido por cualquier motivo, más aún por imponer una hidroeléctrica en lo que consideraban la periferia de Brasil. Y no podía acabar de otra forma. El ecocidio sigue en marcha y el escándalo de proporciones planetarias está lejos de terminar.
Los tiempos de aprender ya han terminado: es imposible eludir los hechos y las contradicciones, hay que arrojar luz sobre ellos y afrontarlos, sobre todo cuando es más difícil. Criticar a Bolsonaro era fácil, muy fácil. Hasta periodistas que defendieron el impeachment de Dilma Rousseff y que, en las elecciones de 2018, dijeron que escoger entre Bolsonaro y Fernando Haddad (PT) era «difícil» comenzaron a atacar al fascista. Lo que es difícil es hacer periodismo honesto en este momento histórico, con Lula en la presidencia, cuando incluso personas a las que admiramos nos piden que corramos un tupido velo.
Al cumplir un año de SUMAÚMA, quiero decir que seguiremos haciendo periodismo, sea cual sea el gobierno. Y seguiremos fieles a nuestro manifiesto: la selva es lo primero. En la selección de reportajes y artículos de este boletín mostramos un poco de lo que hemos hecho en los últimos 12 meses. Si contamos con su apoyo, haremos mucho más en el segundo año.
Celebraremos nuestro mes de aniversario avanzando en los compromisos que asumimos en nuestro manifiesto de lanzamiento. En las próximas semanas iniciaremos nuestra cobertura de los más-que-humanos y también nuestra primera serie de investigación. En este segundo año, vamos a avanzar en el uso del lenguaje inclusivo y a crear nuestro manual de redacción, marcado por un lenguaje que se niega a tratar a la naturaleza como un recurso, a los seres sensibles como mercancía. Ampliaremos nuestras colaboraciones con agencias de periodismo independientes de la Panamazonia. Y avanzaremos en la creación de herramientas para que nuestros lectores puedan participar realmente en SUMAÚMA y, así, plantar en el suelo húmedo una comunidad activa.
En el primer año hemos conseguido, con el apoyo insustituible de todos y cada uno de ustedes, crear una buena plataforma para el periodismo sobre la Amazonia. Hemos conquistado credibilidad e influencia. Pero queremos mucho más que eso. A partir de este segundo año, tenemos que convertirnos en una plataforma de periodismo desde la Amazonia. Esto solo será posible «miceliándonos». El gran regalo de este mes de aniversario es la publicación del primer reportaje de dos miceliantes, dos jóvenes mujeres Yudjá-Juruna de la Vuelta Grande del Xingú, Raylane y Weslane, en formato de podcast.
En la «tierra prometida» de Raimunda, a orillas del río Xingu, en Pará: la ceiba de la izquierda tiene cinco años; la de la derecha es centenaria. Foto: Lela Beltrão/SUMAÚMA
Escúchenlo. Este es el futuro-presente de SUMAÚMA.
Este árbol, esta ceiba-niña de cinco años, es nuestro mañana. Crezcan con ella, ayúdennos a regarla y alimentarla para que SUMAÚMA pueda extender sus raíces sobre el suelo del mundo y elevar sus ramas para ver cada vez más lejos.
Eliane Brum, Medio Xingú, Altamira, Amazonia, Brasil
Sembradora y directora de Sumaúma
Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Diane Whitty
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Montaje de página: Érica Saboya
La imponencia de una ceiba centenaria en la Amazonia. Foto: Lela Beltrão/SUMAÚMA