Periodismo desde el centro del mundo

EL PESCADOR-ESCRITOR RAIMUNDO DA CRUZ E SILVA EN LA PIRACEMA QUE MONITOREA A DIARIO. RAIMUNDO ES UNO DE LOS INVESTIGADORES DEL OBSERVATORIO DE LA VUELTA GRANDE DEL XINGÚ, UN GRUPO INDEPENDIENTE FORMADO POR INDÍGENAS, CIENTÍFICOS, RIBEREÑOS Y VECINOS QUE RECOGEN DATOS SOBRE LOS IMPACTOS DE BELO MONTE EN LA VIDA DEL RÍO. FOTO DEL 15 DE ENERO DE 2023: SOLL SOUSA/SUMAÚMA

La narración que voy a presentarles ahora habla de la visión de un ribereño, desde dentro del río, de la Vuelta Grande del Xingú y del TCR [Tramo de Caudal Reducido]. De cómo era antes nuestro río y de cómo es ahora. Allá vamos. El colapso de un río y la visión de un ribereño. La esperanza y el colapso de nuestro río. La omisión de una empresa y la exclusión de un pueblo. De eso es de lo que vamos a hablar. Entonces, vamos.

La exuberancia de un río, la historia de ese río no es capaz de medir su tiempo de exuberancia, y nadie puede hacerlo. Un río majestuoso y hermoso. Y, a la vez, desafiante y peligroso. Difícil de entender. Cuánta agua, cuántas corrientes, cuántos lagos, cuántas piracemas, cuántos peces, innumerables especies. Cuánta agua que viene para todo lo que hay en su lecho.

Desafiando al tiempo al no envejecer nunca y mantener siempre su forma jovial. Y realizando, año tras año, ciclos y ciclos de vida, cuna paterna de todas las especies que de él dependen. Y entrelazadas en ese majestuoso río, familias indígenas, ribereños y pescadores que subsisten de su vasta e inconmensurable abundancia.

Cuánta abundancia proporcionaba ese majestuoso río. Cuántas playas y ocio con sus familias, la garantía segura de un pescado a la parrilla. En la arena, las familias saltaban y corrían con sus juegos. Y luego saltaban al río y se bañaban, se bañaban. Hasta que no podían más. Así eran felices esas familias. Eran felices de esa manera, sin quitar ni poner nada más. Eran felices solo con lo que el río les proporcionaba. Se te arrasaban los ojos en lágrimas, te inflabas como un pavo y decías: estoy en un lugar que ha elegido Dios.

Estas familias vivían en un paraíso natural y lo sabían, siempre sabían aprovechar lo que el río les daba. Un día un turista me preguntó: ¿quién es más rico, los ribereños o los turistas empresarios que aparecen por aquí? Ni siquiera me dejó contestar, me dijo: ustedes, ustedes, porque viven a orillas de un río de tamaña grandeza y belleza. Y añadió: hay pocos como este, tan bellos. Y tenía razón. En ese momento vi que el empresario estaba celoso de los ribereños. Y me sentí muy bien con mi ego. Porque ese empresario sabía que no podía disfrutar de aquella maravilla por mucho tiempo. Tenía que volver a su empresa, trabajar, trabajar, para un día, quién sabe cuándo, poder volver a aquel río majestuoso. Mientras que nosotros, los ribereños, nunca salíamos de ese río con sus maravillas. Porque ahí están nuestras vidas.

Día tras día, no salíamos de las orillas de este río, fuente de tanta riqueza. Y pasaban los años y aquel río, imponente, majestuoso, flotaba por sus laderas. Con tanta agua, tantas vidas que, de repente, se convirtieron en el blanco de miradas oscuras. De empresas apoyadas por gobiernos que unieron sus fuerzas solo para transformar aquella inmensidad de agua en dinero. Con la excusa de que Brasil necesitaba ese río para generar energía. E hicieron estudios, especularon e invirtieron en esa idea, incluso con tantas negativas y tanta oposición a ese proyecto. De todas partes: indígenas, ribereños, entidades ecologistas, ONG, religiones y otras negativas. Por todas partes, porque todo el mundo sabía que un hecho semejante sería irreversible y provocaría muchas tragedias de todo tipo. Pero no, no fueron capaces de cambiar la idea de cortar nuestro río e hicieron estudios equivocados que presentaron a las autoridades licenciadoras y les mostraron grandes ventajas para el país. Como si Brasil estuviera a oscuras.

Pero el posicionamiento de las fuerzas gubernamentales fue más fuerte que todas las negativas y absorbieron erróneamente la idea. Y cortaron nuestro río, majestuoso e imponente, por la mitad, solo para llenar sus arcas. Sin necesidad, cortaron nuestro río. Ahora era cuestión de tiempo que aquel imponente y frondoso río entrara en colapso. Y poco a poco ese río se fue consumiendo, consumiendo.

Ese mismo río, imponente, exuberante durante siglos y siglos, dispuesto a servir y acoger a quien pasara por allí, se marchitaba. Y sangrado en el medio, sin fuerzas para luchar, al ver cómo su flujo de vida se desviaba y generaba riquezas para gentes que nunca lo conocieron ni pisaron sus márgenes. Ese río está angustiado, porque ya no tiene fuerza para sustentar las vidas ribereñas que siempre han subsistido de su cauce imponente. Esas familias y todas las especies vivas están desamparadas, a merced de mitigaciones que nunca llegan, proyectos elaborados sin pruebas de su eficacia para las vidas acuáticas intentan reparar el desorden que han hecho. Sin éxito. Pues la solución es dejar que el imponente río fluya de forma natural. Los habitantes de ese río también quedaron excluidos de su hábitat natural, a merced de las mitigaciones. Y piden ayuda a todos los que se acercan.

Las autoridades no nos ven, pero estamos aquí, excluidos de nuestro hábitat, sin fuerza, igual que nuestro río, entrando en colapso poco a poco. Autoridades, no nos dejen a merced de estas empresas que omiten nuestros derechos. Hagan que cumplan sus condicionantes de forma justa para todos los afectados del río. Ya que en el momento en que cortaron nuestro río por la mitad y lo sangraron, a nosotros también nos sangraron, porque el río era nuestras vidas, lo teníamos todo allí. Como solía decir nuestro querido cantautor Belchior, era tan alegre como un río, un animal, una bandada de gorriones. Así era nuestro pueblo ribereño, libre como un pájaro. Así ve el ribereño Raimundo da Cruz e Silva la historia de nuestro río Xingú, cortado por la mitad, sangrado.

Cortaron. Cortaron nuestro río imponente al medio.


Verificación: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Meritxell Almarza
Traducción al inglés: Mark Murray. Edición: Diane Whitty
Edición de fotografía: Marcelo Aguilar, Mariana Greif y Pablo Albarenga

RAIMUNDO DA CRUZ E SILVA Y SU ESPOSA, ROSILENE SOUSA DOS SANTOS, NAVEGAN PREOCUPADOS POR UN RÍO XINGÚ QUE, BAJO LA INFLUENCIA DE BELO MONTE, YA NO PUEDE SUSTENTAR LAS VIDAS RIBEREÑAS. FOTO DEL 15 DE ENERO DE 2023: SOLL SOUSA/SUMAÚMA

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