Periodismo desde el centro del mundo

El ambiente no era nada tibio en los Diálogos Amazónicos, que precedieron a la Cumbre Amazónica. Jóvenes indígenas y movimientos sociales estuvieron presentes y participaron en los debates. Foto: Carlos Borges/SUMAÚMA

¿Cómo sería un tercer mandato de Luiz Inácio Lula da Silva después de un intervalo de 12 años entre enero de 2011 y enero de 2023 y un intervalo de seis años y medio sin el Partido de los Trabajadores (PT) en el poder, que abarcó un impeachment, un vicepresidente golpista e incluso el fascismo de Jair Bolsonaro durante cuatro años?

El mundo que Lula dejó en 2010 es muy distinto al que encontró cuando volvió al poder en 2023. ¿Cómo lo afrontaría en las precarias condiciones de haber regresado al Palacio de Planalto después de una victoria muy justa y sostenido por un frente amplio que hace honor a su nombre? ¿Cómo negociaría con un Congreso depredador que en la mayoría de los temas puede ser hostil o no según los fondos que se destinen a los parlamentarios, pero que de hecho parece más ideológico en el conservadurismo de las agendas culturales, especialmente en las que involucran género y raza?

Había muchos interrogantes… y todavía los hay. Pero al menos hay una respuesta que ya se esboza con más claridad: los movimientos sociales parecen haber aprendido a no dejarse cooptar como en anteriores gobiernos del PT, y los dirigentes indígenas, por primera vez con puestos del primer y segundo rango en el poder central, se esfuerzan en marcar una diferencia entre “estar” en el gobierno y “ser” gobierno.

Todavía es muy pronto para saber qué dirección tomarán estas relaciones, pero las lecciones aprendidas son evidentes. Y el momento en que esto se hizo más explícito fue en los Diálogos Amazónicos que precedieron a la Cumbre Amazónica, que se llevaron a cabo en Belém a principios de este mes de agosto. Casi 30.000 personas de la sociedad civil organizada y movimientos indígenas ocuparon la capital de Pará, futura sede de la COP-30 en 2025. Representó un aliento popular en el cogote de Lula, que tal vez esté viviendo un nuevo momento en su larga carrera política. Tiene el apoyo de la mayoría de los movimientos de base, pero es un apoyo mucho menos incondicional que en gobiernos anteriores. Es un apoyo táctico y cauteloso, un apoyo hasta la página 2, que depende de las propias acciones del gobierno.

Podemos pensar que hoy, cuando casi la mitad de los electores brasileños votaron por un fascismo fuertemente representado en el Congreso, Lula dependa más de los movimientos sociales que los movimientos sociales de él. Al mantener una distancia saludable –y saludable para las dos partes– del gobierno, incluso apoyándolo, los movimientos demuestran que han madurado en cuanto a la experiencia democrática y muestran, asimismo, que han aprendido a resistir en condiciones extremas –la de tener un gobierno genocida, el del extremista de derecha Jair Bolsonaro durante una pandemia–. Si bien la experiencia fue brutal, enseñó a la sociedad organizada a unirse a pesar de las diferencias (aunque en algunos casos pueden estar olvidándose de eso en este momento) y a encontrar sus propias formas de resistir en la oposición al gobierno, enfrentar las adversidades, crear nuevos instrumentos de lucha y, finalmente, sobrevivir.

Todo este aprendizaje parece reflejarse hoy en este momento delicado que vive Brasil, en el que nada está garantizado, ya que en el territorio de la Amazonia la guerra continúa y en todo Brasil las fuerzas fascistas se preparan para asegurar su continuidad en las estructuras de poder de las ciudades en las elecciones de 2024 y regresar al poder central en 2026. La sociedad civil organizada sabe que no puede bajar la guardia ante ningún escenario. Este es el sentido del reportaje de profundidad que hizo la reportera especial de SUMAÚMA, Claudia Antunes, quien acompañó los gestos y discursos de los Diálogos Amazónicos desde adentro, para entregar a nuestros lectores, en este boletín, un análisis que va más allá de la cobertura de los hechos.

Según un artículo de Folha de S. Paulo, Lula se estaría quejando del “ambiente tibio” de los movimientos sociales. En parte porque desde las manifestaciones de junio de 2013 quedó claro que el PT había perdido en las calles, principalmente porque creyó que su permanencia en el poder estaba garantizada y que ya no necesitaba seguir los caminos de las bases. La realidad muestra, sin embargo, que el ambiente no fue nada tibio en los Diálogos Amazónicos que precedieron a la Cumbre de la Amazonia. El problema es que, respecto a la explotación de petróleo en la Amazonia, la posición mayoritaria de los movimientos sociales es contraria a la de Lula y a parte de su gobierno. Si Lula quiere movimientos sociales que se comporten como mascotas del gobierno, en este caso no lo logrará.

Una de las mejores periodistas brasileñas, con 40 años de experiencia como reportera y editora en las redacciones de importantes periódicos y también de la revista piauí, en SUMAÚMA Claudia se centra en seguir los retos de la transición energética y las disputas en torno a la economía de la selva. Fue ella quien demostró, ya en febrero, que la explotación o no de petróleo en la cuenca de la desembocadura del Amazonas, en el llamado margen ecuatorial, sería el primer gran conflicto en el seno del gobierno Lula. Por su obsesión por los detalles y el obsesivo rigor en la investigación, Claudia no se dejó engañar, como le pasó a gran parte de la prensa corporativa, por la maniobra del ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira. Con la complicidad de la Abogacía General del Gobierno Federal, intentó aislar a la ministra Marina Silva, del Medio Ambiente y Cambio Climático. Claudia Antunes también explica en este boletín los entresijos de esta jugada política que pretendía ganar el debate con una estratagema jurídica.

La maniobra se realizó apenas dos días después de una de las mejores noticias en un planeta que carece de ellas, que está viviendo olas de calor y de sequía alucinantes por el principio de El Niño que acelera y profundiza la mutación climática: el pueblo ecuatoriano dijo no a la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní, en la selva amazónica. En un artículo de esta edición, Jonathan Watts, cofundador y director de relaciones internacionales de SUMAÚMA, muestra que esta elección del pueblo ecuatoriano por la vida tiene que escucharse como un mensaje a los gobernantes de la Panamazonia y especialmente a Lula. Si el tema fuera sometido a votación en Brasil, la elección popular quizás sería la misma. Hay un creciente consenso en la sociedad brasileña de que Amazonia y petróleo en la misma línea solo son posibles en la gramática, pero ya no encajan en la vida.

Parque Nacional de Cabo Orange, en la costa del estado de Amapá. El lugar reúne varios biomas, como manglares, bosques tropicales y los arrecifes amazónicos amenazados por la prospección petrolífera. Foto: Victor Moriyama/Greenpeace

Lula y el ala pro-combustibles fósiles de su gobierno, si no quieren escuchar a la gente, al menos tienen que escuchar a la ciencia. SUMAÚMA publicó el mismo día que la prestigiosa revista Nature el nuevo estudio de un grupo de científicos liderados por Luciana Gatti, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE): el gobierno de Bolsonaro generó un impacto equivalente al peor El Niño jamás registrado y la selva amazónica ya no es capaz de absorber los estragos humanos. Que con tantas evidencias, gran parte de las cuales se pueden ver a simple vista, el debate central de este gobierno se reduzca a un nuevo frente de explotación petrolera en la Amazonia es un crimen contra las nuevas generaciones, humanas y no humanas.

Hasta hace poco tiempo, la capital simbólica de la Amazonia Legal era Manaos, en el estado de Amazonas. Hoy, claramente, ese título ha migrado a Belém. En gran medida, el mérito es del actual gobernador de Pará, Helder Barbalho (MDB), que se reeligió en la primera vuelta de las elecciones de 2022 con más del 70% de los votos. Un político muy hábil, enemigo implacable de sus desafectos, el heredero de la oligarquía Barbalho, una de las más notorias de Brasil, logra un curioso equilibrio entre las viejas prácticas políticas de su padre, el senador Jader Barbalho (MDB), y el discurso “verde” del desarrollo sostenible. Y esto en uno de los estados más deforestados y violentos de la Amazonia. Apoyador de Lula en la segunda vuelta, el “rey del Norte” consiguió el apoyo del presidente para llevar la COP-30 a Belém. En esta edición, la periodista Malu Delgado, reportera jefa de SUMAÚMA, empieza a desentrañar esta compleja personalidad política, en claro ascenso hoy en Brasil.

Y, como regalo especial, publicamos un nuevo reportaje de la serie Colapso, una alianza con la agencia independiente Dromómanos, de México, en la que el mejor periodismo cuenta cómo Ernesto Vera enfrentó el capitalismo y su destrucción en un viaje épico para encontrar en la selva la yerba mate para Victoria, el amor de su vida.

Este boletín se publica excepcionalmente este martes –en vez del jueves– porque SUMAÚMA entra ahora en una semana de evaluación y planificación para los próximos años. Nuestro equipo sigue comprometido con nuestra comunidad de lectores, garantizando información de profundidad y rigurosamente chequeada, para que cada persona pueda tomar una posición responsable ante los desafíos de su tiempo. Al igual que Guariba y Tuca, que están en el sexto episodio de su camino, seguiremos con los ojos bien abiertos.


Verificación: Plínio Lopes
Revisión ortográfica (portugués): Elvira Gago
Traducción al español: Julieta Sueldo Boedo
Traducción al inglés: Sarah J. Johnson
Edición de fotografía: Lela Beltrão
Edición de página: Viviane Zandonadi

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