Periodismo desde el centro del mundo

Tapajós: debido a la contaminación por mercurio, el río, que era de un azul intenso, está cambiando de color. Foto: Juliano Salgado

Hola, Sumahumanas, Sumahumanos, Sumahumanes. Muchas gracias por unirse a nosotros y ayudar a ampliar la comunidad Sumaúma. Estar juntas, mantenernos juntos, permanecer juntes es más importante que nunca después de una primera vuelta tan sombría.

Bolsonaro y el bolsonarismo son criaturas que solo pueden entenderse en el contexto de la guerra contra la naturaleza. Por eso, no han llegado para quedarse, sino que ya estaban aquí desde hace mucho y solo en los últimos años han encontrado las condiciones adecuadas para emerger. En este sentido, el resultado de las elecciones del 2 de octubre no es una sorpresa. En SUMAÚMA repetimos que la lucha es para siempre, y esta afirmación no es retórica. SUMAÚMA es justamente nuestra respuesta en el ámbito del periodismo al momento gravísimo que nos ha tocado vivir.

La primera vuelta mostró que la lucha seguirá siendo difícil. Muy difícil. La mayoría de los integrantes de la Cámara de los Diputados y del Senado que determinarán gran parte del destino de Brasil y del planeta —ya que el país alberga el 60% de la mayor selva tropical del mundo— trabajarán contra la naturaleza. Y si trabajan contra la naturaleza, trabajan contra nosotros. El historial de malos servicios prestados por la mayoría de los políticos elegidos indica que actuarán para empeorar lo que se llama crisis climática: la alteración del clima y de la estructura del planeta, que, como cada una y cada uno ve, ha multiplicado los acontecimientos extremos alrededor del mundo, ha alterado drásticamente el paisaje, ha condenado a humanos y a no humanos al destierro y al hambre y ha cambiado (cada día un poco más) nuestra vida cotidiana. Esta angustia que sientes, que no te deja dormir por las noches, que te hace dar vueltas de aflicción o devora tus ganas de vivir, a menudo se llama crisis climática o ansiedad climática, como la psicología ya ha empezado a denominarla. Aunque no sepas el nombre y no relaciones tu dolor o angustia con el derretimiento del paisaje de la vida que conocías, tiene nombre.

Quienes vivimos en la Amazonia sentimos el efecto de las acciones de Jair Bolsonaro y del actual Congreso en el cuerpo. Sus plumazos se convierten en sangre al día siguiente. Por lo tanto, tenemos que informar: la Cámara de los Diputados y el Senado elegidos el pasado 2 de octubre son todavía peores, como nos cuenta el reportero Leandro Barbosa. En la Cámara de los Diputados y el Senado de Brasil, actuar contra la vida significa profundizar el ataque a las leyes que protegen la naturaleza y sus pueblos; debilitar el control ambiental; cambiar la Constitución para garantizar la explotación predatoria de las tierras indígenas y las áreas de conservación en la selva y otros biomas, permitiendo la minería y otras actividades de alto impacto; legalizar el robo de tierras públicas (grilagem) con proyectos de ley que maliciosamente denominan «regularización» y que históricamente han permitido que los criminales asciendan a propietarios rurales.

Una parte significativa de los electores consagró un fenómeno político que podemos denominar villanocracia, la elección de los peores sabiendo que son los peores. Una imagen elocuente es que Ricardo Salles, el ministro de Medio Ambiente que actuó explícitamente contra el medio ambiente, obtuvo casi el triple de votos que Marina Silva, exministra de Medio Ambiente que redujo radicalmente la deforestación de la Amazonia y todavía es la activista ambiental brasileña de mayor renombre internacional. La amplia exposición de Salles en los medios de comunicación y la utilización de la máquina del Gobierno a su favor ayuda a explicar el número de votos, pero hay bases para creer que quienes votaron al exterminador de la Amazonia y a otros villanos notorios sabían exactamente a quién estaban votando. Al igual que quienes votaron a Marina Silva, mucho menos numerosos, que la eligieron por lo que es.

La única posibilidad de hacer frente al Congreso esculpido por los electores, con la fuerte participación de la máquina pública puesta ilegalmente al servicio del bolsonarismo, es la elección de Luiz Inácio Lula da Silva en la segunda vuelta. Y, aunque Lula esté en la presidencia, no será fácil. Si Bolsonaro sale elegido para gobernar Brasil otros cuatro años, con la nueva Cámara de los Diputados y el nuevo Senado, puede suceder lo inimaginable: echaremos de menos el horror que vivimos hoy, más de lo que echamos de menos lo malo que vivíamos hace apenas algunos años y pensábamos que era lo peor. Para que la imagen de lo que puede suceder si Bolsonaro se reelige sea cristalina, le pedimos a la quilombola amazónica Natalha Theofilo que nos contara cómo es vivir exiliada en tu propio país, con una mira en la cabeza de sus cuatro hijos pequeños. Es un testimonio poderoso. Léanlo, por favor.

¿Acaso los 51 millones que votaron a Bolsonaro en la primera vuelta saben qué les ocurre a las mujeres Munduruku? ¿A los niños Munduruku? ¿A los hombres Munduruku? ¿A los animales y las plantas que viven en el río Tapajós? ¿A la tierra, el agua y el aire de la Amazonia? Y si lo saben, ¿acaso les importa? ¿O todavía no han entendido que, en un mundo conectado, el veneno ya llega o llegará a su cuerpo y al de sus hijas e hijos? Gabriela Carneiro da Cunha cuenta como, poco antes de la primera vuelta, este pueblo indígena tuvo que organizar la «Asamblea del Mercurio» en las márgenes del río Tapajós, un río que era famoso por el azul intenso de sus aguas y hoy ha cambiado de color por la minería ilegal estimulada por Bolsonaro. Poco antes de la primera vuelta, los investigadores de la respetada Fundación Oswaldo Cruz informaron a las madres Munduruku que tanto el pescado, base de la alimentación de la comunidad, como su leche materna estaban contaminados por mercurio. Todas las fuentes de vida pueden ahora estar envenenadas y envenenando.

La reportera Talita Bedinelli nos muestra que, en São Paulo, el mayor colegio electoral de Brasil, estratégico para el resultado de las elecciones brasileñas, mujeres como Ana Mirtes necesitan elegir entre votar o comer. Ana y su hijo de 10 años están entre los 33 millones de hambrientos para quienes votar puede ser la última de las prioridades. Con Bolsonaro, Brasil ha vuelto al mapa del hambre. ¿Puede haber democracia cuando hay hambre? Esta pregunta no puede ser ignorada en el debate de la segunda vuelta.

El maravilloso Pablito, que dibuja tiras para desencajonar la realidad, recuerda que el voto de cada una y cada uno afecta a mucho más que a personas humanas. Cuando se elige a destructores de la naturaleza, todos los habitantes de nuestra casa-planeta sufren el impacto. Es lo que Guariba, este mono que tiene el canto más impresionante de la selva, nos cuenta. Guariba nos recuerda lo lejos que llega, afecta, impacta el voto depositado en la urna. Mata. Guariba nos recuerda lo que no recordamos y a quienes no recordamos.

Es sobre todo esto. No sé qué planes tienen. En SUMAÚMA vamos a seguir haciendo periodismo estando de un lado, del lado de la naturaleza, de la que también formamos parte, y destinaremos todo nuestro esfuerzo a mostrar lo que está en juego a quienes no comparecieron a las urnas, a quienes votaron nulo o en blanco, a quienes votaron a Simone Tebet, a Ciro Gomes o a otros candidatos. Nos arriesgaremos incluso a creer que hay algún elector de Bolsonaro que puede darse cuenta de que votar a favor de la política de la muerte acabará haciendo daño hasta a su propio ombligo y, ni que decir tiene, a sus hijos. Dormiremos menos horas este mes, comeremos más deprisa, pospondremos la lectura de libros y el entretenimiento con películas, series y telenovelas, incluso postergaremos la conversación con los amigos, porque estos ya lo tienen claro. Solo tenemos un pensamiento: vamos a pedir el voto para Lula, porque nos gusta vivir y nos gusta dejar vivir. Espero que tengan el mismo plan.

Eliane Brum

Traducción del portugués: Meritxell Almarza

Tapajós: debido a la contaminación por mercurio, el río, que era de un azul intenso, está cambiando de color. Foto: Juliano Salgado

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