Nuestra Voz
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Soñando con una Navidad lluviosa
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Jonathan Watts
Altamira, Río Xingú, Amazonia
En este mundo tan polarizado, hay algo que seguramente todos sentimos por igual: alivio cuando el tiempo se comporta con cierta normalidad.
Eso es tan raro hoy en día que recibimos con inmensa alegría la noticia de que había caído un buen chaparrón en Altamira, que rompe —al menos por ahora— la anormalmente larga y ardiente estación seca que ha asolado el estado brasileño de Pará y gran parte de la región amazónica por segundo año consecutivo.
Si tuviéramos un clima regular, ahora esperaríamos un diluvio diario durante varios meses, que reabastecería los ríos desecados, apagaría los incendios criminales y revitalizaría la selva reseca. Los marrones se convertirían en verdes y la multiplicidad de vida respiraría con más facilidad. Sería una buena noticia para quienes buscamos la alegría propia de la estación. Porque en la selva, la Navidad no es Navidad sin lluvia. Pero algunas partes de la Amazonia siguen secas. Las temporadas de lluvias son cada vez más cortas, lo que perjudica a la selva, al suministro de agua y a la producción de alimentos.
Mientras tanto, los esfuerzos humanos para hacer frente al calentamiento global corren el riesgo de retroceder varios pasos. La conferencia del clima de Bakú, la COP29, ha sido una de las más miserables que se recuerdan. Ahora Brasil, cuando acoja en noviembre del año que viene en Belém la COP30, la primera en la Amazonia, deberá escalar una montaña. Es muy posible que los visitantes vean el cielo cubierto de humo criminal, un símbolo apropiado para un mundo en llamas y un liderazgo global tomado por los intereses de los combustibles fósiles.
El año que viene será duro. Cuando Donald Trump asuma el poder en enero, actuará con rapidez para retirar de nuevo a Estados Unidos del Acuerdo de París. Gran parte del sector empresarial se aleja de los compromisos asumidos para proteger el medio ambiente, que ya eran débiles. Coca Cola ha diluido sus promesas sobre emisiones y reciclaje. Los lobistas empresariales han socavado los esfuerzos para aprobar un tratado mundial vinculante que limite la contaminación por plásticos. Grandes instituciones financieras estadounidenses, como BlackRock y JPMorganChase, están siendo acusadas de proporcionar capital a empresas que deforestan y violan los derechos de los Indígenas.
En Brasil, los productores y comerciantes de granos cuestionan cada vez más la moratoria a la soja —un acuerdo firmado en 2006 en el que las comercializadoras se comprometían a no comprar soja producida en áreas deforestadas—, que ha sido el pacto más destacado del sector privado para proteger la Amazonia de los últimos 18 años. Los radicales de los sectores agrícola y minero están en auge y ganarán aún más poder gracias a la reciente firma del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, que dará origen a la mayor zona de libre comercio del mundo.
En cierto sentido, eso coloca a la Amazonia en una posición más precaria. La selva se verá sometida a una mayor presión extractiva, la extrema derecha se envalentonará y el colapso climático se acelerará.
A pesar de las numerosas amenazas a las que se enfrenta la COP30 de Belém —enemigos políticos, incapacidad logística y posible violencia policial contra la sociedad civil—, tiene una sólida historia que contar: la de la haber sobrevivido al colonialismo y la esclavitud, haber reducido la deforestación tanto en la Amazonia como en el Cerrado, haber incorporado más líderes Indígenas al gobierno. Si la lucha tiene que empezar en algún sitio, que sea aquí, donde las poblaciones tradicionales y los hacendados están siendo exprimidos por igual por los comerciantes globales y un clima perturbado por los fósiles.
De un modo u otro, seguro que será otro año tumultuoso, así que agárrense fuerte y manténganse unidos. SUMAÚMA informará de todos los preparativos a través de la mirada de nuestro galardonado equipo de periodistas, que cuenta con una nueva incorporación: el reportero Guilherme Guerreiro Neto, afincado en Belém.
Aún quedan muchas historias por cubrir, razones por las que luchar y motivos de alegría. La solidaridad nunca ha sido tan importante como ahora. Agradecemos a todos los miembros de la familia SUMAÚMA que hayan leído nuestros artículos y hayan apoyado nuestra labor durante todo el pasado año. Les deseamos a todos, todas y todes lluvias sanadoras, momentos de calma y vigor renovado para 2025. |
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